Capítulo 2 - El desayuno

Abajo estaba Henry, tarareando la melodía de "Cantando bajo la lluvia", película de 1952, que seguía viendo de vez en cuando a solas en su habitación. Tarareaba en voz baja, mientras llenaba el lavavajillas. En cuánto le vio paró y una sonrisa acudió a su rostro al sentirse descubierto.

―Te acabo de hacer las mejores tortitas caseras que jamás habrás probado

―Seguro que mejores que las últimas que te pasaste con la sal y se te quemaron seguro. ―Era un contrapunto gracioso ver a aquel casi metro ochenta, de espaldas anchas y rostro regio, de expresión normalmente adusta y rasgos angulosos, sonrojarse sonriente mientras terminaba de hacer tareas domésticas.

―¿Y el chocolate y la nata?, ¿dónde está tío?, ¿ya te los has vuelto a olvidar?, de nuevo... ―La sonrisa de Jack era amplia y auténtica

Cómo solía hacer, Henry se pasó la mano por la cara y la deslizó hasta su coronilla, dónde se rascó con aire ausente sonriendo y guiñándole un ojo al chico.

―Siéntate anda, ahora lo traigo

Fue a la despensa y cogió lo que había olvidado y se sentó al lado de él, con su propio vaso de leche muy caliente entre sus manos.

Parecía dubitativo a la hora de empezar a hablar, sin saber muy bien como abordar ningún tema.

―Pareces... más contento. Me ha parecido oír antes el teléfono, ¿era tu amigo? – ambos sabían que se refería a Carlos.

―Sí tío, creo que al final si que iré hoy a clase...

―Le voy a tener que decir que te llame más a menudo – dijo sonriendo.

¡De nuevo lo había hecho!, ¡Había sonreído dos veces seguidas e un día! , normalmente tenía un aire distraído y concentrado al mismo tiempo, estando serio y siendo incluso severo.

Con estos pensamientos no vio a "Luna" abalanzarse contra él con rapidez, sin darle tiempo ni siquiera a sobresaltarse, aunque estuvo a punto de caer, ladraba contenta con su pelaje blanco, dando saltitos mientras pedía indudablemente un trozo de tortita, aunque la mirada de Henry, con el entrecejo fruncido , le hizo desistir de tal idea.

La husky siberiana les miraba con sus ojitos, uno de cada color, verde y azul, la lengua fuera y moviendo el rabo de forma frenética.

―¡Holaaaaaaa Luna! – gritó Jack mientras observaba con ternura al cachorro y lo acariciaba con ambas manos, metiendo su cabeza entre las piernas de él.

―¿Dónde has estado esta noche bonita?, no has dormido esta conmigo...

La perrita solía dormir en su habitación, aunque de vez en cuando se perdía por el bosque y no regresaba hasta el día siguiente, con las primeras luces del alba.

La puerta de la cocina daba al porche dónde tenía el agua y la comida. Cuándo quería entrar o salir rascaba de forma insistente hasta que le hacían caso.

Algunos días, al despertarse estaba compartiendo cama con ella, aunque Henry lo desaprobaba, pero una cosa curiosa de esas noches, es que no solía sufrir de pesadilla alguna, como si Luna fuese un talismán que la protegiese de cualquier pesadilla.

En ocasiones pensaba que la razón podía estar en que "el gato" no se debía llevar bien con su perrita, por eso su sola presencia solía tranquilizarlo.

Las tortitas resultaron estar buenas, aunque el vaso de leche estaba algo caliente, pero sorbo a sorbo reconfortaba, ya que la mañana se había levantado fría.

―Pásame el chocolate tío, quiero otra tortita

―Toma goloso, pero apúrate que debes aun vestirte y yo debo salir ya al trabajo

―Mmmm, estaba leyendo un poco el libro que me dejaste y me ha surgido una duda – comentó con la boca llena, mientras cortaba otro trozo de tortita y lo rebañaba en el chocolate del fondo – Si la fuerza gravitacional hace que la tierra y la luna se atraigan, ¿ por qué no cae la luna?,¿ qué la mantiene ahí arriba?