El resurgir de una leyenda

Capítulo cinco.

La tensión que Cassandra había sentido en las últimas semanas comenzó a disminuir ligeramente. Aunque la sensación de ser observada seguía presente, la vida en la universidad continuaba, y ella trataba de centrar toda su atención en sus estudios y en sus amigos. Marina y Damián eran un gran apoyo, y eso la ayudaba a mantenerse emocionalmente calmada por el momento.

Una tarde, mientras la joven de ojos dorados estaba en la biblioteca, Marina la encontró y se le acercó una expresión de entusiasmo en el rostro.

—¡Cass, tienes que ver esto! Han traído una nueva colección de libros antiguos sobre nuestra raza.—

—¿De verdad..?— Cassandra dejó lo que estaba haciendo, junto sus cosas y siguió a Marina hacia una sección apartada de la biblioteca. Allí, en una vitrina de madera oscura, había una serie de libros antiguos con cubiertas de cuero desgastado y letras doradas.

—Estos textos son increíbles..— dijo Marina mientras miraba uno de los libros. —Hablan sobre los tipos de metamorfos que fueron los de la primera era y en sus habilidades, se centra especialmente en nuestros fundadores..—

Cassandra sintió una oleada de emoción. Siempre había tenido una fascinación por la historia y las habilidades de los de su raza, y estos libros parecían contener una gran cantidad de información valiosa.

Pasaron horas leyendo y discutiendo sobre lo que encontraban. Damián se unió a ellas poco después, trayendo consigo más notas y teorías, y comida.

La tarde se convirtió en noche, y los tres se perdieron cada uno en su propia investigación.

—Es increíble cómo cada fundador tenia sus propias habilidades y características, los hacían ver únicos..— comentó Damián mientras leía un pasaje sobre metamorfos de aves.

—Si..— respondió Cassandra. —Y pensar que cada uno de nosotros tiene una conexión igual de especial con nuestra forma animal que ellos tenían consigo mismos.. Es como si hubiéramos heredado una parte de ellos y la lleváramos con nosotros siempre..—

Marina asintió, fascinada. —Me encantaría saber más sobre la conexión entre los nosotros y la forma animal que tomamos, el como ese ser nos elije para poder tener forma física... Es algo que siempre me ha intrigado..—

Mientras seguían leyendo, Cassandra encontró un pasaje que hablaba sobre los dragones, especialmente de la raza de la que ella provenía. Decidió leerlo en silencio, sabiendo que eso era una parte importante de su propio legado, y que debía disimular para no llamar la atención respecto al tema pues sus ojos brillaban disimuladamente con cada párrafo que leía sobre sus ancestros.

La descripción hablaba de la sabiduría y el poder que transmitían los dragones, y cómo su legado estaba entrelazado directamente con la historia del imperio. Cassandra sintió una mezcla de orgullo y responsabilidad mientras leía, consciente de que debía proteger ese legado.

Finalmente, tras varias horas sumergidos en la biblioteca, Marina se estiró y miró el reloj mientras un bostezo se le escapaba. —¡Es muy tarde~! Deberíamos irnos a dormir.. Ya me dio sueño..—

Damián asintió, cerrando su libro. —Wallace tiene razón, ha sido un día largo.— Exclamó, comenzando a ayudar a las chicas a guardar sus pertenencias.

Cassandra también se levantó, sintiéndose algo fatigada pero sumamente satisfecha con lo que habían aprendido. Se despidieron de Marina quien se dirigió a hacia el ala oeste, pues iba a hacer pijama con la manada femenina de pingüinos, y luego Cassandra y Damián comenzaron a caminar hacia sus propias habitaciones, las cuales quedaban en el ala sur pero ella residía en el piso 5 y él en el piso 8. Mientras caminaban por los pasillos oscuros, Cassandra no pudo evitar sentir una vez más esa sensación de ser observada, pero de una forma que la incomodó mucho más que todas las anteriores veces. Inconscientemente ella detuvo sus pasos y miró a su alrededor, como si buscara algo pero no vio nada, por lo que sus ojos vibraron impacientes.

—¿Te encuentras bien..?— preguntó Damián tras fijarse que Cassandra se había detenido, notando la palpable inquietud de la chica.

—Sí, solo...— Suspiro la rizada, acomodando su cabello mientras volvía su mirada al pelinegro. —Solo tengo una sensación rara, como un presentimiento extraño..— respondió Cassandra, tratando de sonar despreocupada, pero su ceño fruncido delataba lo alterada que estaba.

—Si necesitas hablar de algo, estoy aquí..— dijo Damián con una sonrisa, dejándole una reconfortante caricia en el brazo.

Cassandra sonrió, agradecida por su apoyo. —Te lo agradezco, Dami.. Lo aprecio mucho.— Cuando llegaron a la puerta del piso 5, ella pudo sentirse un poco más tranquila. —Nos vemos mañana..—

—Nos vemos al amanecer, Cassandra. Cuídate..—respondió él, esperando a que ella se adentrará al pasillo antes de irse.

Una vez llegó y entró en su habitación, la chica cerró la puerta detrás de ella. Dejo caer su mochila al suelo y suspiro de forma pesada antes de meterse al baño a darse una ducha, a ver si con eso se quitaba esa sensación negativa del cuerpo.

Una hora después, ya vestida con su pantalón de seda y una camiseta holgada, se encaminó a su cama con la intención de lanzarse en ella y dormir como un tronco. Pero cuando comenzaba a acomodarse, un ruido proveniente del balcón la puso en alerta




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