El resurgir de una leyenda

Capítulo ocho.

Las semanas siguientes al descubrimiento de Ryno como el acechador fueron más tranquilas, pero la calma no duraría mucho. Una mañana, mientras los estudiantes se dirigían a sus clases, un anuncio urgente resonó por todo el campus a través de las piedras de comunicación en las paredes:

—Atención, estudiantes y personal. Se ha identificado una amenaza inminente a los terrenos cercanos de la universidad. Por favor, reúnanse en el auditorio principal en el ala norte de inmediato para recibir instrucciones. Manténganse en grupos, no se dividan..—

Cassandra, Damián y Marina se miraron alarmados, inmediatamente juntaron sus cosas y se dirigieron rápidamente al auditorio, donde se encontraron con una multitud de estudiantes y profesores preocupados. El decano y figura más importante de la universidad, el señor Grant, se puso de pie en el escenario y comenzó a hablar con voz grave.

—Gracias a todos por venir rápidamente. Nos enfrentamos a una amenaza inusual. Un grupo de cazadores ha sido avistado cerca del campus. Debido a que sabemos que sus intenciones no son benevolentes hacia nosotros, vamos a poner en vigencia el protocolo de seguridad. Necesitamos que tanto el alumnado como los profesores trabajen juntos para asegurar nuestra protección y la del establecimiento.. Bajo mi mandato, no permitiré que haya ninguna baja ante un posible ataque…—

Un murmullo de preocupación recorrió la sala.

Los cazadores eran una amenaza conocida, como un depredador para los metamorfos, ellos son un grupo de individuos que creían que las habilidades de los metamorfos son peligrosas y debían ser controladas o eliminadas, conformado por humanos o metamorfos que renunciaron a su forma animal.

—Si bien no parece una buena idea, comenzaremos a dividirnos en grupos para patrullar el campus y asegurarnos de que todos estén a salvo..— continuó el rector. —Cada grupo estará compuesto por estudiantes y parte personal. Debemos permanecer vigilantes y alertas, por favor no se queden solos ni abandonen a uno de los suyos...—

Por suerte, Marina y Damián lograron quedar en el mismo grupo junto a Cassandra con algunos estudiantes de la manada de lobos y los del grupo de pumas. Se les asignó la tarea de patrullar la zona norte del campus, donde se encontraban los edificios más antiguos y el sendero que llevaba los diferentes jardines.

Mientras caminaban por el campus, Cassandra no podía evitar sentir que una sensación de peligro aumentaba a medida que avanzaban con el patrullaje. Sabía que, si las cosas se ponían realmente mal, deberá usar de su forma y habilidades reales para proteger a sus amigos y a la universidad, aunque eso provocara que su mentira y secreto fueran revelados.

—¿Q-qué piensas sobre todo esto?— le preguntó Marina, tratando de mantener la calma, pero la chica mariposa temblaba del miedo.

—Es preocupante..— respondió Cassandra, con el ceño fruncido mientras dejaba que Marina se abrazara a su brazo. —Pero debemos estar preparados para cualquier cosa. No podemos permitir que esos cazadores nos dañen.—

Damián, que había estado callado y serio todo ese tiempo, finalmente habló. —Tenemos que estar unidos. Si trabajamos juntos, podremos enfrentar cualquiera que nos amenace..—

Continuaron su patrulla, atentos a cualquier señal de peligro. A medida que avanzaba la tarde, la tensión en el aire se hacía palpable. De repente, escucharon un ruido extraño proveniente de uno de los edificios sin uso cercanos.

—¿Qué fue eso?— preguntó Marina, alarmada.

—No lo sé, pero debemos investigarlo—dijo Damián, adelantándose.

—Ay no.. Ikharys, quedémonos por aquí, mejor avisemos a un profesor..—

—Esta bien Marina, Damián no nos pondría en peligro intencionalmente..— exclamó la de rizos color cobre con poca calma, tratando de tranquilizar a la de ojos azules, aunque eso solo la hizo chillar de disgusto.

Cassandra lo siguió de cerca, su corazón latiendo con fuerza. Al llegar al edificio, vieron a un grupo de figuras encapuchadas moviéndose en la sombra. Los cazadores se habían infiltrado al campus.

—¡Ahí están!— gritó uno de los cazadores, señalando al grupo de diez estudiantes. —¡Ahí están, captúrenlos!—

Cassandra sintió el impulso de proteger a sus amigos. Si bien sabía que no podía transformarse completamente en un dragón frente a todos, pues eso los asustaría más que la presencia de cazadores, pero tal vez podría usar algunas de sus habilidades de manera encubierta.

—Marina, transfórmate y busca a un profesor. El resto retrocedan… ¡Ahora, vamos!— dijo, tratando de mantener la calma, mientras empujaba ligeramente por la espalda a ambos para que el grupo huyera del alcance de la amenaza.

Marina acató sin reproches a la orden de Cassandra y se transformó con rapidez, volando con prisa en busca de algún miembro de los profesores para pedir apoyo.

Damián apoyó a Cassandra e incentivaba a sus compañeros a evitar confrontar a los cazadores, los cuales ya se encontraban arrojando redes o lanzas con la intención de herirlos, mientras trataba de seguir las instrucciones de Basset sin cuestionarla. Por su parte, la chica de cabello cobrizo había estado en la retaguardia protegiendo al resto mientras trataba de concentrar su poder, pues este había comenzado a fluir sin cuidado y expuso un fragmento al notar que sus ojos tomaban aquella forma depredadora característica de un dragón.




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