El resurgir de una leyenda

Extra 1

Llegaron las vacaciones

El viento frío de invierno había llegado a la Universidad de Arcadia, marcando el final de las clases y el comienzo de las vacaciones. Los estudiantes se despedían apresuradamente, algunos ansiosos por regresar a casa y otros emocionados por las aventuras que los aguardaban durante el receso. Entre ellos, Cassandra caminaba hacia la salida del campus, con su mente ocupada en pensamientos.
Dos semanas habían pasado desde la Gran Prueba y el ataque de los cazadores, un evento que había cambiado la dinámica en la universidad de maneras que ninguno de los estudiantes podría haber anticipado. Para Cassandra, sin embargo, la preocupaba el hecho de como iba a ser la reacción de la comunidad ante la revelación de su verdadera naturaleza como dragón.
Y, en lo más profundo de su corazón, se plantó una creciente confusión respecto a lo que sentía cada vez que estaba cerca de Damián Ikharys. Pues la noche luego de la gran prueba, noto como ambos se habían vuelto un poco más íntimos.
Desde el día en que sus secretos fueron revelados, Cassandra y Damián habían mantenido una relación aún más cercana, pero sin llegar a hablar directamente de lo que ambos pensaba al respecto. El vínculo entre ellos era fuerte, forjado en la confianza y el respeto mutuo, pero la incertidumbre sobre sus sentimientos románticos pesaba sobre Cassandra.
La joven dragona se encontraba en un dilema: sabía que sus emociones hacia Damián habían cambiado, pero temía arriesgar lo que ya tenían.
Aquella tarde, mientras el sol se ponía en el horizonte y las sombras se alargaban sobre el campus, Cassandra decidió que necesitaba tiempo para aclarar sus pensamientos. No podía seguir ignorando lo que sentía, ni tampoco quería perder la oportunidad de explorar lo que podría ser una relación más profunda con Damián. Así que, armándose de valor mientras sentía su corazón palpitar a mil por minuto, se dirigió hacia la residencia del chico con una propuesta en mente.
Damián, como de costumbre, estaba en su habitación, empaquetando con poca emoción las cosas que necesitaba llevarse para volver, para su total lástima, con su familia.
Cassandra tocó suavemente la puerta, y cuando él abrió, la recibió con una sonrisa cálida que hizo que su corazón se acelerara.
—¡Cassy! Que grata coincidencia, justo estaba pensando en ti. ¿Cómo estás? — preguntó Damián, dejando lo que hacía para darle toda su atención a la muchacha.
Cassandra respiró hondo, intentando mantener la calma pues sentía sus orejas arder debido a los nervios. —Estoy bien, gracias. En realidad, venía a preguntarte algo..— Explicaba en lo que se dejándose guiar por Damián hacia los asientos de su escritorio.
—¿Qué necesitabas preguntarme?— respondió él, con los brillando de curio.
—Estaba pensando en irme a casa con mi abuelo para las vacaciones,— comenzó a hablar, sintiendo cómo las palabras se atascaban en su garganta. —Como sabes, soy de un pueblo bastante aislado de la capital del norte, pero es un lugar bonito, especialmente en épocas como esta.. Y.. Y bueno, quería saber si te gustaría venir conmigo.. ¡N-no digo que te quedes los tres meses! P-pero si quieres, puedes pasar unas semanas con nosotros.. —
Damián la miró con sorpresa, en silencio, y luego una sonrisa sincera iluminó su rostro. —¿Acompañarte? ¡Por los dioses, me encantaría! Siempre he querido visitar el norte, y sería genial pasar tiempo contigo fuera de la universidad— Exclamó el pelinegro con alegría, tomando las manos de Cass para agitarlas con emoción.
El alivio inundó el pecho de la ojidorada. Aunque no había confesado sus sentimientos directamente, esta invitación era un paso importante para ella. —Genial. Estoy segura de que te encantará. Mi abuelo es un poco reservado y gruñón, pero en realidad es muy amigable.. sé que le agradarás.—
—Estoy seguro de que nos llevaremos más que bien— dijo Damián, con la tranquilidad que siempre le caracterizaba cuando se encontraba con ella. —Gracias por invitarme, Cassy. No sabes cómo me hace sentir que hayas pensado en mi... —
La dragón no pudo responder, sintió cómo sus mejillas se ruborizaban ligeramente ante la expresión que tenía él en ese momento. —Nos vamos mañana por la mañana. ¿Te parece bien?— Cuestionó, desviando ligeramente el rostro para que no se haga evidente su sonrojo, sin darse cuenta que sus ojos brillaban emocionados..
—Perfecto..— contestó Damián, sonriendo con esa calidez que la hacía sentir tan a gusto. —Nos vemos al amanecer, Cassy.. —

[…]

Al día siguiente, emprendieron el viaje hacia el norte. La región donde vivía el abuelo de Cassandra estaba cubierta de un manto blanco de nieve, los árboles estaban desnudos, y el aire era fresco y limpio. Durante el trayecto, tanto la cobriza como el pelinegro conversaron sobre todo tipo de cosas: desde anécdotas de la universidad hasta sueños y expectativas para el futuro. Aunque, inconscientemente, ambos evitaban el tema de sus revelaciones y el ambiente que se generaba al estar juntos, pues la comodidad que sentían en compañía del otro era palpable.
La casa de la pequeña familia Basset era una mansión antigua, rodeada de vastos bosques nevados. Cuando llegaron, Ferus Basset los recibió con un saludo cordial y una mirada inquisitiva hacia Damián, como si pudiera ver más allá de su fachada humana. Sin embargo, cuando cruzo miradas con su niña, corrió hacia ella y la alzó en brazos con emoción.
Durante la cena de esa noche, pues los dos jóvenes adultos llegaron durante el atardecer, el viejo dragón se mostró amable y conversador con ambos, lo que alivió las preocupaciones de Cassandra.

A fin de cuentas, era la primera vez que llevaba a alguien a su casa.




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