El resurgir de una leyenda

Extra 6

Festival dragónico

El frío de la noche invernal era intenso, pero en el pequeño pueblo del norte cerca de la mansión Basset, el ambiente estaba lleno de calidez y vida. Luces titilaban en las calles, decoradas con farolillos rojos y dorados, y la música festiva resonaba en cada rincón. El festival anual en homenaje a los dragones había comenzado, atrayendo a la gente de toda la comunidad para celebrar la protección que los dragones ancestrales les habían brindado durante las heladas más duras.
Cassandra y Damián caminaban juntos por las calles llenas de gente, pasando desapercibidos en medio de la multitud que se deleitaba con las diversas actividades. Aunque habían dejado la mansión hacía poco, el cambio de ambiente era palpable. Cassandra llevaba una capa de lana gruesa que la protegía del frío, mientras que Damián optaba por varias capas de abrigos oscuros que le daba un aire esponjoso.
—E-este lugar es increíble..— comentó Damián, con sus dientes tiritando del frío, observando las decoraciones y las actuaciones callejeras. —Nunca había visto algo así, l-los de la capital son o-opacados con todo esto..—
Cassandra sonrió, complacida de que él estuviera disfrutando del festival. —Es una tradición que se ha mantenido durante siglos, para no decir milenios. Los dragones, todos de parte de mi familia, protegieron este pueblo y, en agradecimiento, cada año se hace este festival en su honor.—
Los dos continuaron paseando por las calles empedradas, deteniéndose a observar los puestos de comida y las exhibiciones de arte. Los aldeanos llevaban máscaras y trajes que representaban a dragones, y el aire estaba lleno del aroma a especias y dulces que se vendían en los puestos.
A medida que avanzaba la noche, la música se volvía más animada, y el ambiente festivo crecía. La plaza principal del pueblo estaba decorada con antorchas y un gran escenario en el centro, donde los músicos tocaban melodías tradicionales. A medianoche, el festival alcanzaba su punto culminante, con la gente reuniéndose en la plaza para presenciar la danza de los dragones, un ritual antiguo que conmemoraba la protección de los poderosos seres.
Damián y Cassandra se detuvieron cerca del escenario, observando cómo la multitud se reunía. Cassandra parecía inquieta, como si algo la estuviera consumiendo por dentro. Finalmente, se volvió hacia Damián, con los ojos llenos de determinación.
—Dami, hay algo que quiero decirte..— comenzó, con su característica voz suave, pero cargada de emoción.
El chico de nariz roja la miró con curiosidad y preocupación. —¿Qué sucede, Cassandra? No me digas que ya no me quieres, porque te aviso que estoy embara-..—
Ella respiró hondo, tratando de no reírse por la tontería que su novio quiso decir, y sus ojos dorados buscaron los de él con una intensidad que lo dejó sin palabras. —Te invité aquí porque... porque quería compartir contigo algo muy importante para mí. Este festival... es más que una simple tradición. Es una parte de mí, de mi familia, de mi historia y la sangre que corre por mis venas. Quería que lo vieras, que entendieras quién soy además de esas facetas que viste en la universidad.. —
Damián sintió su corazón latir más rápido. Cassandra siempre había sido misteriosa, pero esta confesión le hacía ver cuán profundo era ese misterio. Antes de que pudiera responder, Cassandra le apretó la mano y le dedicó una última mirada antes de desaparecer entre la multitud.
La música cambió, volviéndose más intensa y rítmica. El aire frío se llenó del sonido de tambores y flautas, y las antorchas en la plaza parpadearon mientras la gente esperaba el inicio de la danza.
Damián buscó a Cassandra entre la multitud, su preocupación aumentando con cada segundo que pasaba.

Y entonces, la vio.

Cassandra reapareció en el escenario, pero no vestía la capa gruesa que llevaba antes. En su lugar, lucía un atuendo tradicional de las mujeres Basset: un vestido dorado que brillaba bajo la luz de las llamas y dejaba al descubierto la silueta de un dragón en la espalda de ella, decoradq con joyerías y adornos de oro que le daba la majestuosidad que todo dragón portaba.
Damián la observó, embelesado, mientras ella comenzaba a moverse al compás de la música. La multitud guardó silencio, maravillada por la gracia con la que la chica se movía. Sus pies descalzos apenas tocaban el suelo mientras giraba y giraba, su cabello color cobre ondeando alrededor de ella como un halo. Las llamas de las antorchas parecían bailar con ella, reflejándose en sus ojos y dándole un aire etéreo, casi sobrenatural.
Desde su posición, Damián no podía apartar la vista. Cada movimiento de Cassandra parecía contar una historia, una historia que él aún no conocía del todo, pero que deseaba descubrir. La conexión entre ella y el festival, entre ella y los dragones, era más profunda de lo que había imaginado.
Es hermosa. pensó él, sintiendo un calor en su pecho que no tenía nada que ver con el fuego que iluminaba la plaza.
La joven Basset continuó danzando, cada paso que daba era un tributo a los dragones que habían protegido su hogar. Mientras giraba, las telas de su vestido fluían como llamas, y por un momento, Damián pudo imaginarla en su verdadera forma, poderosa y majestuosa, al igual que los dragones que habían inspirado el festival.
La música alcanzó su clímax, y con un último giro, Cassandra se detuvo, con las manos elevadas y con el rostro observando el cielo estrellado ante la multitud. El silencio se rompió con los aplausos y vítores de los aldeanos, quienes celebraban su actuación con entusiasmo. Damián, aún atrapado en la fascinación que ella había creado, sintió que su corazón se llenaba de una calidez que desafiaba el frío invernal.
La joven de ojos dorados bajó del escenario, con su respiración agitada y con una sonrisa en el rostro. Se acercó a Damián, sus ojos brillando de emoción.
—Espero que ahora entiendas..— dijo suavemente, tomando su mano con fuerza. —Este festival... este baile... es una parte de mí. Y quiero que tú seas parte de ello también. No estoy lista para decir un por y para siempre, pero quisiera que a partir de ahora tu seas parte de mi mundo..—
Damián la miró, aún sintiendo los latidos acelerados de su corazón. —C-Ca-Cassy...t-tú eres increíble. Estoy... estoy honrado de que me hayas invitado, de que me hayas permitido ver esto, de empezar a ser parte de tu vida. —
La de cabello cobrizo sonrió con ternura, sus mejillas enrojecidas, ya sea por el frío o por las palabras de Damián. —Quería que vieras todo de mí, Damián. Lo bueno, lo malo, el enfado, la tristeza... todo..—
Damián asintió, sin poder encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que sentía en ese momento. En cambio, decidió dejar que sus acciones hablaran por él.




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