El resurgir de una leyenda

Epílogo

El sol de principios de otoño bañaba la Universidad de Arcadia con una luz dorada y cálida, anunciando el comienzo de un nuevo ciclo escolar. Las hojas de los árboles comenzaban a teñirse de tonos rojizos y naranjas, y el ambiente estaba cargado de la energía renovada que siempre acompañaba el inicio de un nuevo año académico.
Cassandra caminaba por los senderos empedrados del campus, disfrutando del suave crujido de las hojas bajo sus pies. Era extraño volver a este lugar después de todo lo que había ocurrido. Cuatro meses habían pasado desde el ataque de los cazadores, desde que había revelado su verdadera forma para proteger a la universidad, y el mundo parecía haberse sacudido con la noticia.
Los rumores sobre el dragón que había defendido Arcadia habían viajado lejos y rápido. Nobles de todo el imperio, y hasta la familia imperial misma, habían mostrado interés en el misterioso dragón. Pero a pesar de la atención, Cassandra había encontrado refugio en la tranquilidad que solo el regreso a Arcadia podía ofrecerle.

Este lugar ahora era su segundo hogar, y aquí, en medio de los antiguos edificios y los bosques que los rodeaban, se sentía segura.
A lo lejos, vio a Marina esperándola cerca de la fuente central. Su amiga, aquella risueña mariposa monarca, estaba radiante, con las alas de colores vibrantes reflejando la luz del sol. Al verla, Marina agitó la mano con entusiasmo y corrió hacia ella.
—¡Cass!— gritó Marina, lanzándose a los brazos de Cassandra. —¡Es tan bueno verte de nuevo! Y... ¡no puedo creer que finalmente sean pareja!—
Cassandra sonrió, sintiendo una calidez interna que no podía explicarse solo por el abrazo. —Lo sé, ha sido un invierno largo, pero estoy feliz de estar de vuelta. Oh si, Damián y yo... bueno, finalmente me armé de coraje. —
Marina se separó un poco, su rostro iluminado por una gran sonrisa. —Me alegra tanto por ustedes dos. Sabía que algo pasaba entre ustedes desde el principio, pero ahora... ¡es oficial! ¿Dónde está él, por cierto?—
—Se quedó hablando con algunos de los profesores sobre el nuevo semestre,— explicó la joven enamorada, mirando hacia el edificio principal. —Pero no tardará en unirse a nosotras.—
Marina asintió con complicidad. —Lo espero con ansias. Me alegra tanto saber que, a pesar de todo lo que pasó, están aquí juntos. Este año será diferente, ¿verdad? Más tranquilo, espero. —
Cassandra asintió, aunque una pequeña sombra cruzó su mirada. La tranquilidad era algo que deseaba, pero no podía evitar sentir que los eventos del invierno y año anterior habían cambiado algo en ella, algo que la hacía más consciente del peligro que aún podría acechar en las sombras. Pero no quiso preocupar a Marina, así que simplemente sonrió y dijo: —Sí, será un buen año.—
Poco después, Damián apareció en la distancia, saludándolas con una sonrisa. Al llegar a su lado, Cassandra sintió su corazón acelerarse un poco, como siempre lo hacía cuando él estaba cerca. Damián se inclinó ligeramente y plantó un beso en la mejilla de Cassandra, provocando un suspiro emocionado de Marina.
—¡Qué adorable pareja!— chillo ella, riendo mientras los miraba. —Definitivamente, este será un año interesante.—
Los tres comenzaron a caminar hacia su primera clase, disfrutando del aire fresco y las bromas ligeras que llenaban el ambiente. Pero mientras la conversación giraba en torno a las asignaturas y los profesores, Cassandra no pudo evitar sentirse observada. Era una sensación que había aprendido a identificar desde el ataque, y ahora, se había vuelto más aguda. Sin embargo, al mirar a su alrededor, no vio nada fuera de lo común. Solo estudiantes, profesores y el bullicio normal del inicio de clases.
Decidió dejarlo pasar, no queriendo arruinar el primer día. Sin embargo, esa sensación de inquietud se quedó con ella, un recordatorio de que el pasado siempre tiene una forma de regresar.

[…]

Mientras tanto, en una habitación oscura y alejada del bullicio estudiantil, dos figuras discutían en voz baja. La luz era tenue, pero suficiente para revelar los rostros tensos de ambos hombres.
—Finalmente lo encontramos, — dijo uno de ellos, su tono grave. —Su Alteza el cuarto príncipe, Ikharys... ha estado escondido en Arcadia todo este tiempo.—
El otro hombre asintió lentamente, con una sonrisa sombría asomando en sus labios. —Interesante. El emperador no ha dejado de buscarlo desde que se escapo hace cinco años. Y pensar que estaba aquí, en este lugar, bajo nuestros propios ojos..—
—¿Damián Ikharys? Que poco original, cualquiera que provenga de la capital podría reconocerlo.. —

—Recuerda que el cuarto príncipe no tuvo su debut de mayoría de edad, así que la sociedad no sabe como se ve..—
—¿Qué deberíamos hacer ahora?— preguntó el primero, inquieto. —¿Informar a la familia imperial?—
—No tan rápido,— respondió su compañero, con su sonrisa ensanchándose. —Primero, debemos asegurarnos de que nuestras sospechas sean ciertas. Pero si lo son... esto podría cambiar el futuro de todo el imperio.—
Los dos hombres se miraron en silencio, sabiendo que acababan de tropezar con un secreto mucho más grande de lo que habían imaginado. Un secreto que podría sacudir los cimientos del imperio Nydameth y alterar el destino de todos los involucrados.

[...]

Una vez más en el campus, Damián, Cassandra y Marina se dirigieron a su primera clase, ajenos a las maquinaciones que comenzaban a desarrollarse a su alrededor. Pero mientras caminaban bajo el sol de otoño, una cosa estaba clara para Cassandra: no importaba lo que el futuro les deparara, lo enfrentarían juntos. Y por primera vez en mucho tiempo, eso le daba esperanza.
El nuevo ciclo escolar estaba lleno de promesas, desafíos y, quizás, un destino que ni siquiera ella podía prever. Pero ahora, con Damián a su lado y el apoyo de amigos como Marina, estaba lista para enfrentarlo todo.
Porque la verdad siempre encuentra la manera de salir a la luz, y cuando lo hace, no hay vuelta atrás.




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