El Reyno Porvenir.

Capítulo 2: El Mapa Herido

Palacio real de Anthirëal,

Los ecos de la ceremonia de Renovación aún resonaban en los corredores del palacio real de Anthirëal, pero para Elirien, el esplendor se había visto empañado por la inquietud de la grieta. Esa misma tarde, se encontraba en la Gran Biblioteca de los Archivos Reales, un lugar tan antiguo como la propia ciudad, donde el aire olía a pergamino seco, polvo de estrellas y el silencio denso del conocimiento acumulado. La luz, aquí, era más suave, filtrada por altos ventanales que no mostraban escenas gloriosas, sino patrones abstractos de plata y jade.
Aquel día, tenía una lección privada que atender, y lección privada estaba a cargo del Maestre Calanthur, el historiador más venerado de Larethian. Era un elfo anciano, cuya piel parecía tan frágil como las páginas de los tomos que custodiaba. Sus ojos, aunque velados por los siglos, aún conservaban una chispa de aguda inteligencia y una profunda melancolía. Calanthur había sido tutor de generaciones de la realeza, y con Elirien compartía un vínculo de afecto intelectual, aunque ella siempre había percibido en él una reserva, una nostalgia por tiempos que no encajaban del todo con las crónicas oficiales.

Aquel día, tocarian el tema de la Caída del Primer Trono.

— Hoy volveremos a tocar la caída del Primer Trono, Princesa, — comenzó Calanthur, su voz era un susurro quebradizo como hojas secas, — fue el crisol que forjó nuestra identidad actual. Nos enseñó la importancia vital de la pureza, la dolorosa lección de que la mezcla de sangres y voluntades conduce inevitablemente a la ambición, la traición y el caos.

Desplegó sobre una mesa de madera lunar pulida un mapa relativamente moderno, donde Larethian brillaba en tonos esmeralda y oro, y las tierras de Valmyr, más allá de las montañas, aparecían en un gris adusto, marcadas como 'Territorios Perdidos - Foco de Impureza'.
Elirien asintió, recitando mentalmente la lección aprendida ya hacia varios años.

"Y los humanos, liderados por su codicia y su resentimiento por no poder igualar la conexión innata con la magia pura, se alzaron contra el legítimo gobierno. Su ambición fue su perdición y la causa de la gran separación.'

Calanthur la observó con una expresión indescifrable, como si leyera sus pensamientos.

—Veo que piensas en la era de la separación, tu mente parece divagar en la primera frase del Libro de la División. Y si, así reza la historia que nos mantiene unidos, Princesa. La que se canta en nuestros salones y se enseña a nuestros niños. — Hizo una pausa y, con un esfuerzo visible, se dirigió a un rincón oscuro de la biblioteca. De un cofre sellado con runas protectoras, extrajo con sumo cuidado un rollo de pergamino mucho más antiguo, hecho de piel de draco lunar y tintas que parecían vibrar con una luz propia y mortecina.

Lo desplegó junto al otro mapa. La imagen que se plegaba, era de una Larethian diferente. Más vasta, con fronteras que se extendían mucho más allá de las Montañas Grises. Donde ahora se alzaba Valmyr, el mapa mostraba un territorio floreciente, marcado con el antiguo emblema de la Casa del Sol Poniente, una rama de la realeza Larethian. No había mención de mestizos, humanos, ni de 'tierras perdidas. Se llamaba 'Valmyria', y era una provincia integral del reino.

— ¿Que es esto? — Inquirió Elirien.

— Este mapa, Princesa—,dijo Calanthur en voz baja, casi conspiradora, — "cuenta una historia anterior. O quizás... una historia diferente." Su dedo trazó una línea imaginaria desde el corazón de Larethian hasta Valmyria. — La historia oficial afirma que la rebelión surgió de la ambición. Pero los ecos del pasado, si uno sabe escuchar, susurran que la verdad... es más compleja.

Se inclinó hacia ella, el rotro de su maestro era joven si, pero sus ojos ancianos parecian haber visto más, y parecían buscar la profundidad de Elirien

— Susurran sobre el Rey Thaelion, un monarca anterior a la Caída, cuyo corazón se desvió. Susurran de una traición, sí, pero no la que celebramos evitar. Hablan de una hija... nacida de una humana. Una humana que no era una simple campesina, sino portadora de un conocimiento distinto, de una tecnología prohibida que desafiaba nuestra comprensión de la magia.

Elirien sintió un vuelco en el estómago. ¿Un Rey élfico? ¿Una hija mestiza? ¿Tecnología prohibida? Aquellas palabras sonaban a herejías, conceptos tan ajenos a su educación como la oscuridad al sol. Sintió la misma sensación de vértigo que al ver la grieta en el vitral, como si el suelo bajo sus pies, la historia misma sobre la que se erigía su mundo, comenzara a resquebrajarse.

Calanthur se enderezó, pareciendo arrepentirse de haber dicho tanto.

— Son solo... susurros, Princesa. Ecos perdidos. La historia oficial es la que importa. Pero la semilla ya estaba plantada.

¿Por qué nunca había oído hablar de esto? ¿Por qué se ocultaría la existencia de una heredera mestiza, la traición de un rey propio? ¿Y qué era esa misteriosa 'tecnología prohibida', tan poderosa como para ser considerada una amenaza? Las preguntas bullían en la mente de Elirien, desafiando las certezas inmaculadas de su educación. El mapa herido sobre la mesa parecía reflejar una herida mucho más profunda en el alma de su pueblo.

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Valmyr, Hangar de Despliegue,

Lejos de las silenciosas bibliotecas de Anthirëal, el estruendo metálico y el olor a aceite y ozono llenaban el hangar de despliegue en Valmyr. Kaeldor, equipado con su equipo de campo, revisaba por última vez los sensores de su multiherramienta arcanotécnica. La Capitana Vorla había sido clara: su unidad, la Escuadra Siete, tenía una nueva misión, una directamente relacionada con la decisión del Consejo de buscar poder en el pasado. Su destino: las ruinas de Khar Ilum.

Khar Ilum era más un mito que un lugar en los mapas modernos. Una ciudad legendaria, supuestamente anterior a la Caída del Primer Trono, sepultada por cataclismos y el paso de milenios en el borde occidental del Desierto de Sal. Los rumores, persistentes y a menudo descartados como fantasías, hablaban de ella como un centro de colaboración sin precedentes, donde elfos y humanos no solo coexistían, sino que fusionaban su magia y su incipiente tecnología. Para Valmyr, era una potencial mina de oro de conocimientos arcanotécnicos; para Larethian, una herejía olvidada.



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En el texto hay: fantasia, ciencia ficción

Editado: 15.06.2025

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