El romántico de Dios Vol.1

II

Podía haber flaqueado, pero franqueé el límite humano...

Misael (exhausto). —Llevo horas detrás de ese brillo solar y no lo puedo alcanzar, pero juro que lo voy a encontrar. (Con determinación). ¡Hiram Bingham, seré yo el que halle el «santo grial peruano»! 

Dirigí mi senda de acuerdo a mis creencias, porque quise que fueran eternas...

Misael (encontrando una granja abandonada).Pero si estos son los animalitos más productivos que tuvo el Tawantinsuyo. *15 (Deteniéndome a verlos). Quisiera escribir un poema inspirado en ellos. (Saludando a los auquénidos). Si no recuerdo mal, las vicuñas eran las más trasquiladas y de sus lanas se tejía la vestimenta del Inka. *16 (Con melancolía en los ojos). Tantos sueños frustrados... Nuestro origen vilmente arrasado.

Llegué a un lugar sin podérmelo explicar, y no sabía cómo actuar. Hasta que después de continuar, con tres personas di a dar.

Yana (encolerizado). —¿Pitami ricachacuycanqui ismay? ¿Imata munanqui? *17

Misael. —No observo a nadie, caballero. (Tratando de apaciguarlo). Me perdí en el trayecto y estoy muy sediento.

Yana (juzgando mi apariencia). —¿Maychuutag tiyaranqui? *18

¿Qué podía responderles a unos montañeses insidiados, a tres seres renegados?

Puka (preguntándole a Yana). —¿Pitag? *19

Misael (haciendo mímicas). —No quería incomodarlos, hermanos. Solo pedía un vaso con agua.

Puka (cogiendo una piedra para lanzármela). —¡¿Ima?! *20

Quedé decepcionado cuando los indígenas no comprendieron mi castellano, entonces ¿porque Katari sí podía hacerlo, incluso leer mis pensamientos? Una pregunta que en ese momento, debía esperar su tiempo.

Misael (esquivándola). —¡No se exalten!

Anqash (dejando de labrar la tierra para unirse al diálogo). —¡Huiticuy , yarguy! (A punto de develarme un secreto). Noganchis... *21

Anqash quiso decirme algo importante, pero lo interrumpieron cuando quiso hablarme...

Katikil (amordazando a sus esclavos con el claror de su aura).

Yana, Puka y Anqash (huyendo despavoridos al verlo).

Misael (aparte). — ¿Qué está sucediendo? Su traje, su aura...  Todo de él me recuerda a la Cultura Nazca. *22

Surgió de la finca un anciano alto: «El vaticinador del incanato». Una falsa e inquietante traza: «El dios de la nigromancia». 

Katikil. —Yau. ¿Imanuullami caycanqui? *23

Misael  (respondiéndole en quechua). —Allillami caycaa, ¿gamgaa? *24

Katikil (ignorándome). —¿Imatag jutiqui? *25

Misael (guardando silencio).

Katikil. —Intentaste comunicarte en español con mis peones, ¿y te diriges a mí en runashimi? *26

Misael. —Au. *27

Katikil. —¿Por qué viniste a mi latifundio?

Misael. —Yacuta, garamay. Yacunaycaa. *28

Katikil. —Tu sed no es fisiológica, sino de gloria. ¿Aún no notas que también hablo castellano? (Descansando sus glúteos en un banco). Mi nombre es Katikil, ¿cuál es el tuyo?

Misael (aparte) .—Este longevo está estudiando mi comportamiento. (Acercándome a la verja). No sabe cuánto me alegra verlo, creí que nadie hablaba castellano en este sitio. (Famélico). Llevo horas tratando de comunicarme con los nativos, y no te equivocas, mi runashimi es deficiente. Tal vez necesite repasar y practicar más.

Katikil. —Ya veo. (Con intriga). Por cierto, todavía no me dijiste por qué viniste.

Misael. —Pues solo le diré que me extravié sin darme cuenta. ¿Qué ruta debo tomar para llegar al aeropuerto?

Katikil. —Espera, déjame pensar... (Rascándose la quijada con sus uñas largas). Si no me equivoco, había un pequeño puente a cinco kilómetros... (Capturando un insecto con su puntiaguda y gomosa lengua). Es una lástima, pero... (Comiéndose el mosquito). Que yo sepa... (Eructando). No tenemos ningún sendero cerca.

Misael (con náuseas). —Así no llegaré a mi hogar jamás. (Aparte). Debe haber alguna carretera que me lleve a la terminal.

Katikil (leyendo mis pensamientos). —Pero si apenas llegaste, no tiene sentido que quieras marcharte. ¿Por qué mejor no te sientas? (Pretendiendo convencerme). Descansa, hijo.

Misael. —No estoy seguro... (Aparte). Me urge irme.

Katikil. —Veo que tienes ansias grandes de irte, en ese caso, no creo que pueda retenerte. Pero al menos permíteme tratar tus heridas antes que partas.

Misael. —¿Heridas? ¿De qué habla?

Katikil. —Todos los humanos tenemos llagas en el alma.

Misael (en tono sarcástico). —¿Y cómo piensa hacerlo, curándome con cuy ? *29

Katikil. —No sería mala idea.

Misael. —Si realmente gusta solidarizarse conmigo, prefiero que lo haga invitándome dos vasos con agua, el maíz y las papas que producen aquí.

Katikil (riendo a carcajadas). —Por eso viniste, Misael. (Invocando un tifón). Porque amas a tu patria.

Misael (aparte). —¿Cómo supo mi nombre?

Katikil. —¡Apu...! *30

 

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*15 El Tahuantinsuyo fue el imperio más extenso en la América precolombina forjado por la estirpe del Cusco.



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En el texto hay: misterio, drama, guerra

Editado: 10.01.2022

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