El romántico de Dios Vol.1

V

No esperé que dijera su nombre, porque intuía que fuera un noble...

Yaruwillka (a Willka Uma). —Basta, ya fue suficiente.

Willka Uma. —Nunca será suficiente. Este bastardo ni con la muerte pagará el daño moral que me hizo.

Katikil. —Siempre te escurres, maldito.

Yaruwillka (mirándome fijamente). —Supongo que después de todo lo que viste ya no serás tan escéptico, ¿o sí?

Misael. —En realidad nunca fui escéptico, sino agnóstico. Quería encubrir mis creencias por temor a ser tildado de loco, pero... ¿por qué Willka Uma y Katikil son tan...?

Yaruwillka. —¿Parecidos? Es sencillo, Willka Uma y Katikil son hermanos. Lamentablemente los dos únicos kamaskas *59 que quedaron. Ven, acércate, te contaré algo. (Mientras Willka Uma me observaba). Cuando el templo del dios Patsakämak *60 fue saqueado, todos los creyentes quedamos atemorizados. De acuerdo a nuestras creencias debían desatarse temblores, calamidades... Pero los peninsulares hicieron del templo lo que quisieron y no pasó nada. Esa fue nuestra primera decepción, porque nada de lo que pregonábamos se cumplió. Y la segunda fue cuando mataron a Atawallpa. Según nuestras creencias él era el hijo del dios Sol, y cuando venció al poderoso Wäskar, corroboramos nuestra fe en él; sin embargo, cuando Francisco Pizarro lo expuso al vejamen más infame, nos dimos con la sorpresa de que nada de lo que hacíamos tenía sentido.

Katikil (continuando con el relato de Yaruwillka). —Luego admitimos que Süpay *61 era más poderoso que todos nuestros dioses juntos. Fue entonces cuando decidí invocarlo y hacer un pacto.

Willka Uma. —Nosotros nacimos dotados, Misael. Por eso no tenemos dificultades para aprender idiomas extranjeros o entender cualquier otro tipo de conocimiento, incluso podemos dominar las artes oscuras como tú dominas la Literatura.

Katikil (riéndose a carcajadas). —Gracias a esas habilidades pude convertirme en un ser admirable, aunque el precio fue alto, ya que le vendí mi alma al diablo.

Willka Uma. —Y yo al enterarme de eso, no podía quedarme de brazos cruzados. (Mostrándome su magnificencia). ¿Ahora lo notas?

Misael (aparte). —¿Qué es todo esto?

Yaruwillka (como si pudiera leer mi mente). —Nuestros dioses nos han abandonado, Misael. Por eso Katikil y Willka Uma vieron la necesidad de doblar rodillas ante el dios del Mal. Todo con el propósito de vengarnos de los hispanos y salvar al Tawantinsuyu de esta nueva anarquía.

Misael (fijando la mirada en Katikil y luego en Willka Uma). —A pesar de que todo esto me resultata extraño, no sé cómo pudieron caer en su engaño. Süpay jamás liberará a los incas.

Yaruwillka. —Aún eres un niño, no comprendes nada de política.

Willka Uma (interfiriendo). —Qué curioso, ¿verdad? Nuevamente los Wilkas *62 se unieron a los Wänukus *63 . ¿Notaron que hicimos un círculo de diálogo los cuatro? Mucha casualidad, ¿no? La profecía se cumplió después de todo.

Yaruwillka. —No es el momento apropiado para hablar de eso, Willka Uma.

Willka Uma. —¿Vas a seguirlo ocultando?

Misael. —¿De qué están hablando?

Katikil y Willka Uma (riendo a carcajadas).

Willka Uma. —Vamos, Yaruwillka, díselo.

Yaruwillka. —No me llames así, hace mucho dejé de ser ese noble guerrero

Según la mitología regional de Huánuco, Yaruwillka había perecido en manos de un terrible anciano. Este posible mago lo convirtió en pampa, y allí donde su cuerpo reposara, se construyó Wänuku Marka *64.

Misael (aparte). —Qué demonios... (Volviendo a ellos). Podría reconocerte sin verte, solo oyendo tu nombre, Yaruwillka.

Yaruwillka. —Así que crees saber de mí, eh.  Entonces debes saber también que el anciano que convirtió en cerros a mis hermanos está aquí presente. (Señalando a Willka Uma). Pues sí, es el mismo sujeto fatuo que develó mi secreto.

Misael. —¿Eres consciente de lo dices, Yaruwillka? ¿Willka Uma es el artífice del exterminio de toda tu sangre? Siempre viví orgulloso de ti. Si tu abuelo te viera estaría tan decepcionado.

Yaruwillka (irritado). —¡Maldito! ¿Solo porque eres el niño de la profecía te crees con el suficiente derecho de reprocharme?

Willka Uma (dirigiéndose a mí). —¡Tranquilo, bobo! Castigué a los hermanos de Yaruwillka porque atentaron contra su vida y la mía. ¿Creíste que haría lo mismo con Yaruwillka?

Misael. —Me importa un carajo lo que digan las tradiciones orales o los manuscritos históricos. El Yaruwillka que imaginé jamás se habría aliado con un sujeto que le vendió su alma al diablo. (Hablándole al noble guerrero aimara). ¿Por qué te aliaste con el tipo que convirtió en Jirkas *65 a tus hermanos?

Yaruwillka. —No voy a contestarte.

Katikil (aparte). —Esta plática se puso interesante...

Willka Uma. —Sé paciente, Misael, ya verás que pronto lo entenderás todo. (Dirigiéndose a Katikil). Ve a Qusqu mañana antes del amanecer y dile a nuestros hombres que lucharé con ustedes. Aún hay muchas regiones indecisas, debo ir a persuadirlos para que nos apoyen en esta conflagración próxima.

Katikil. —Tendrás que hacer muchos méritos para convencerlos, Willka Uma. Después de todo lo que hiciste, dudo que te crean fácilmente.

Yaruwillka. —Willka Uma no miente, Katikil; debemos confiar en él. Tienes que partir hoy.



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En el texto hay: misterio, drama, guerra

Editado: 10.01.2022

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