"El Rostro del Mal: La Historia de Johan Liebert"

Capítulo 1: El Niño Rescatado (continuación)

En Praga, Johan se infiltró en una familia adinerada como tutor privado. Con su encanto y conocimientos, pronto se ganó la confianza de sus empleadores y la admiración de sus estudiantes. Pero detrás de su fachada amable, Johan continuaba tejiendo su red de manipulación. Uno de sus estudiantes, un joven brillante llamado Tomas, comenzó a verlo como una figura paterna. Sin embargo, Johan no sentía nada por Tomas ni por su familia; para él, todos eran piezas en su tablero.

Durante meses, Johan susurró pequeñas mentiras y sembró dudas, enfrentando a Tomas con su padre y alimentando sus inseguridades. Tomas, incapaz de soportar la creciente presión, finalmente cayó en una profunda depresión. Johan, siempre el amigo y consejero, empujó a Tomas al borde del abismo, observando con una fría indiferencia cómo el joven se destruía a sí mismo.

Mientras tanto, el Dr. Kenzo Tenma seguía la pista de Johan, reconstruyendo fragmentos de su historia y entrevistando a aquellos que habían sido tocados por su presencia. Cada testimonio era más perturbador que el anterior, revelando un patrón de manipulación y destrucción que parecía no tener fin. La culpa y la desesperación impulsaban a Tenma a seguir adelante, decidido a detener a Johan a cualquier costo.

En un pequeño pueblo alemán, Tenma encontró a una mujer llamada Anna, una sobreviviente de una de las masacres provocadas por Johan. Anna había sido una niña cuando Johan y su hermana gemela, Nina, llegaron a su orfanato. Recordaba a Johan como un niño amable y protector, pero también como alguien capaz de una crueldad inimaginable. Fue Anna quien le contó a Tenma sobre el proyecto Kinderheim 511, un experimento en el que Johan había sido un sujeto.

Kinderheim 511 había sido un lugar de pesadilla, donde los niños eran sometidos a pruebas psicológicas extremas para crear perfectos soldados sin emociones. Johan, incluso como niño, había destacado por su capacidad de manipulación y su total falta de empatía. Anna relató cómo Johan había incitado a los otros niños a la violencia, llevando al colapso del orfanato.

Con cada nueva pieza del rompecabezas, la imagen de Johan se volvía más clara y aterradora para Tenma. Johan no era simplemente un hombre, sino el producto de un experimento deshumanizador que había liberado un monstruo. Pero a pesar de todo, había momentos en los que Tenma no podía evitar sentir una trágica compasión por Johan, viendo en él al niño que una vez había salvado, perdido en la oscuridad de su propia mente.

El viaje de Tenma lo llevó finalmente a un enfrentamiento en las ruinas de Kinderheim 511, un lugar lleno de ecos del pasado. Allí, entre los escombros de los sueños rotos y las pesadillas vividas, Tenma se encontró cara a cara con la verdadera naturaleza del mal que perseguía. Pero Johan, siempre un paso por delante, desapareció una vez más, dejando a Tenma con más preguntas que respuestas y una determinación renovada para detenerlo.




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