"El Rostro del Mal: La Historia de Johan Liebert"

Capítulo 1: El Niño Rescatado (continuación)

Tenma, Grimmer y Dieter se quedaron en el pequeño pueblo unos días más, intentando reunir todas las piezas del rompecabezas. Lotte Frank se había unido a su causa, no solo por venganza, sino también porque veía en Tenma una posibilidad real de detener a Johan. Sus recuerdos y testimonios eran valiosos para entender mejor los métodos y la psicología de Johan.

Una noche, mientras repasaban las pistas en la modesta habitación de un hotel, Grimmer mencionó algo que había encontrado en sus investigaciones: una conexión entre Kinderheim 511 y una organización secreta que financiaba experimentos psicológicos y sociológicos en toda Europa. Esta organización, conocida como "El Grupo", tenía vínculos con figuras poderosas en el gobierno y el sector privado. Johan no solo era un producto de sus experimentos, sino también una especie de arma que utilizaban para sus propios fines.

La revelación de Grimmer fue un golpe duro para Tenma. Se dio cuenta de que no solo perseguía a un hombre, sino que también se enfrentaba a una red de poderosos intereses que protegían y utilizaban a Johan. Pero este nuevo conocimiento también le dio una pista: si podían desmantelar "El Grupo", podrían cortar el apoyo y los recursos de Johan, haciéndolo vulnerable.

Decidieron seguir la pista de "El Grupo" hasta Frankfurt, una ciudad conocida por ser un centro financiero y de negocios. Allí, Grimmer contactó a un antiguo colega, un periodista de investigación llamado Peter Jürgens, que había estado investigando las actividades ilegales de ciertas corporaciones. Jürgens, al principio reticente, accedió a ayudarlos cuando comprendió la magnitud de lo que estaba en juego.

Mientras tanto, en Frankfurt, Johan continuaba su propio juego, manipulando a figuras clave en el mundo corporativo y político. Usaba su encanto y su intelecto para sembrar discordia y eliminar a aquellos que se interponían en su camino. Johan era consciente de la persecución de Tenma y Grimmer, y cada vez más intrigado por el médico que lo seguía incansablemente.

Johan decidió que era el momento de poner a prueba a Tenma. Envió una carta anónima a la policía, implicando a Tenma en una serie de crímenes. La policía de Frankfurt, bajo la presión de altos mandos posiblemente influenciados por "El Grupo", comenzó a buscar a Tenma con más intensidad. Esto obligó a Tenma y sus aliados a moverse con más cautela y a confiar aún más en su red de contactos.

Durante una reunión secreta en un café, Jürgens les mostró documentos que confirmaban la existencia de "El Grupo" y su influencia en los experimentos de Kinderheim 511. También reveló que uno de los líderes de "El Grupo" estaba en Frankfurt, un hombre llamado Heinrich Lunge, conocido por su crueldad y falta de escrúpulos.

Lunge, un ex-militar con una mente estratégica y despiadada, era uno de los arquitectos detrás de los experimentos de deshumanización. A medida que la noche avanzaba, quedó claro que para llegar a Johan, primero debían enfrentarse a Lunge y desmantelar parte de la red de "El Grupo".

El siguiente paso en su plan era infiltrarse en una gala benéfica organizada por Lunge, un evento que reuniría a muchos de los miembros más influyentes de "El Grupo". Usando identidades falsas y contactos de Jürgens, lograron obtener invitaciones y preparar su entrada. Sabían que esta era una oportunidad única para recopilar información y quizás, confrontar a Johan cara a cara.

La noche de la gala, el ambiente estaba cargado de tensión. Los ojos vigilantes de los guardaespaldas y las cámaras de seguridad hacían que cada movimiento se sintiera arriesgado. Sin embargo, Tenma, Grimmer, Lotte y Dieter estaban decididos. Entraron al evento con una mezcla de nerviosismo y determinación, listos para enfrentarse a cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.

A medida que avanzaban por la lujosa sala de eventos, comenzaron a identificar a varias figuras clave de "El Grupo". Pero lo más inquietante fue ver a Johan, elegante y seguro, conversando con Lunge. Johan les dirigió una mirada, una sonrisa enigmática que les heló la sangre, como si supiera exactamente lo que iban a hacer.




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