El Saboteador

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Es una universidad inmensa –comenté admirando el tablón de anuncios aunque un poco impaciente por no localizar lo que buscaba.

 

Había llegado demasiado temprano a mi primer día como universitario así que el complejo se encontraba algo vacío. Giré la cabeza a mi derecha divisando a otro estudiante que también revisaba los anuncios.

 

Disculpa ¿Sabes si este tablón está actualizado? –pregunté amigablemente.

Eh...no, no lo sé. Lo siento –respondió el otro joven un poco retraído.

Si buscas tus horarios están en un tablón diferente exclusivo de la rectoría –intervino una chica que apareció en su lado izquierdo –El de aquí es solo para anuncios de la F.U.R.

Oh si, ya lo sabía –reaccioné señalando el tablón sin dejar de ser amable –No buscaba mis horarios sino el centro de estudiantes. Supe que cambiaron el lugar de su oficina pero en el croquis de acá siguen mostrando el antiguo

Ya veo, perdón por hacerme la inteligente –comentó ella apenada.

No te preocupes –dije sonriendo con naturalidad.

 

La chica me dio un rápido vistazo de pies a cabeza. Al parecer mi gesto amigable y mi tono tranquilo le dieron una excelente primera impresión.

 

Pero pasé por casualidad por la nueva oficina del centro de estudiantes hace un rato –articuló ella más casual –Si quieres puedo llevarte

¿En serio? ¡Gracias! –comenté más animado –Qué suerte que apareciste

Pues considérate afortunado –bromeó ella –Vamos

Me llamo Eduardo –me presenté mientras caminábamos lado a lado –Eduardo Catalán

Soy Frida –correspondió la chica –Frida Ramírez

 

 

 

 

CAPÍTULO 1

FUEGOS ARTIFICIALES

 

−El turno de la noche —se quejó el sargento Fortún con desgano —El peor turno de todos

−No entiendo porque nos asignaron vigilar por aquí —opinó su compañero subordinado Rodríguez compartiendo el mismo estado de ánimo.

−Solo es para verificar que no surja ningún problema con la toma de los universitarios —explicó el primero bostezando.

−Es por eso que no lo entiendo —insistió el más joven —Hace años que las tomas de la universidad no causan problemas. Ahora incluso están prácticamente programadas

−Es cierto —asintió el sargento —Pero es mejor así. Las tomas de 1999 y de 2001 fueron una masacre que nadie quiere volver a experimentar

 

La noche que el Saboteador se presentó a sí mismo de una manera extraordinariamente ruidosa yo me encontraba cubriendo la Feria Artesanal para el periódico. Un reportaje carente de emoción considerando que todos en ese momento sabíamos que 200 estudiantes realizarían la esperada quinta toma del edificio central de la universidad.

Era un viernes alrededor de las 8:00 PM. Las calles del centro estaban menos transitadas de lo usual. Dos oficiales vigilaban dentro de una solitaria patrulla en medio de la extensa calle que conectaba la Universidad con la plaza principal.

 

−¿Estuviste en la primera toma? —preguntó Rodríguez con curiosidad.

−Oh claro que estuve ahí —respondió Fortún —Yo era un recién egresado de la academia y de repente me mandan junto con otros novatos a resguardar las calles de un ejército de universitarios locos. ¡Dios! ¡Estaban por todos lados! ¡Castell parecía un hormiguero! Por suerte nos mandaron a las zonas más alejadas. La peor parte se la llevó el Cuerpo Nacional Antimotines que tuvo que pelear en el centro de la ciudad

−Yo apenas iba en preparatoria —contó el novato —Pero recuerdo que el gobierno sugirió encerrarnos en nuestras casas y atrancar las puertas cuando los noticieros confirmaron los primeros muertos

−¡Y la toma de 2001! ¡Otro desastre! —continuó relatando el sargento acomodándose mejor en su asiento —Claro, fue más corta pero igual de brutal. Por fortuna justo en esos días yo cuidaba las fronteras provinciales así que no estuve aquí. La gran noticia para nosotros fue que cerraron definitivamente el Cuerpo Nacional Antimotines. No lo pude creer. Por suerte yo nunca formé parte de esa división porque su cierre arruinó la carrera de muchos oficiales

−También firmaron ese acuerdo y desde entonces las tomas ahora son casi solo actos conmemorativos en los que no se lanza ni una piedra —argumentó su compañero —Las tomas de 2004 y 2007 fueron demasiado pacíficas

−Es preferible eso. Menos peligro para nosotros —revisó su reloj con aburrimiento —Falta poco para que empiece. Cuando verifiquemos que todo transcurre con normalidad podremos irnos




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