El Saboteador

JUZGADO SUPREMO DE SENTENCIA

 

−Yo me encontraba en la central de la policía cuando el sargento Fortún y su compañero Rodríguez me llamaron para informarme de la situación —declaró el capitán Alfonso Romero.

−¿No creyó que algo extraño sucedía cuando escuchó los fuegos artificiales estallando antes de tiempo? —cuestionó el juez.

−Claro que no. Pensé que la F.U.R. sencillamente había decidido iniciar la toma del complejo un poco antes —el capitán de policía hizo una pequeña pausa antes de agregar —Eso fue lo que todos los pensaron

−¡Objeción! ¡No puede asegurar que pensaron esa noche todos los habitantes de la ciudad de Castell! —protestó el abogado querellante que representaba a los líderes de la F.U.R.

−¿Hay otra explicación por la que ningún otro universitario en la capital pudo evitar que la universidad se sellara desde adentro? —argumentó el capitán Romero un poco molesto.

−¡La policía trata de lavarse las manos de su responsabilidad! —gritaron varios estudiantes desde el público.

 

No era un reclamo del todo justo. La policía no podía intervenir en protestas pacíficas de la F.U.R. y eso incluía todas las tomas que se suscitaron luego de que se firmó el Pacto de Inmunidad Estudiantil en 2001. Esa fue la razón por la que tan solo se envió a los policías Fortún y Rodríguez para vigilar el inicio de la quinta toma del edificio. Por supuesto eso no excluye todas las coincidencias de esa noche que dejó a la Fuerza Universitaria Revolucionaria en un ridículo tan grande, cosa que además no pasó inadvertido para nadie.

 

−¿Puede explicar cómo es que tan solo veinte minutos después de la toma del edificio se habían reunido más de mil universitarios rodeando el complejo? —preguntó de nuevo el juez Alarcón.

−Los 200 estudiantes incluyendo a los líderes de la F.U.R. intentaron que nadie se enterara de lo ocurrido pues esperaban resolverlo rápido y sin llamar la atención —respondió Alfonso Romero —Pero al parecer cada universitario de la ciudad ya había sido alertado

 

Y no solo los universitarios. También los medios fueron puestos en aviso. Los peritos policiales actuaron con mucha minuciosidad considerando la gran relevancia pública del caso. Doce canales de televisión atestiguaron que habían recibido una llamada que les informó de la vergonzosa situación y aparentemente dicha llamada fue hecha desde el teléfono fijo de la oficina asignada a los dirigentes de la F.U.R. dentro del mismo complejo. En cuanto al cuerpo estudiantil, un minuto exacto antes de que estallaran los fuegos artificiales se había enviado un mensaje a través del sitio web oficial de la F.U.R. a cada joven universitario no solo en la capital Castell sino en todas las prefecturas de Líberi. El peritaje posterior confirmó que tal mensaje provino de una de las computadoras de escritorio que se encontraban también en la misma oficina. Eso indicaba que el Saboteador utilizó recursos de la F.U.R. para sus propios fines. Una clara acción intencional para humillar a la comunidad estudiantil.

 

−Cuando vi a todos esos universitarios y reporteros en el lugar me quedó claro que no había sido ninguna broma —concluyó el capitán Alfonso Romero —Y en ese momento pensé que sea quien fuera la persona que se encontraba dentro del edificio, sin duda deseaba un gran espectáculo público... Y lo logró 

 




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