El Saboteador

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¿Alguno aquí cree entender lo básico de los problemas especiales de la ética? –preguntó el docente Valenzuela escribiendo en la pizarra durante nuestra tercera clase con él.

 

En el instante que dio la vuelta advirtió que más de la mitad de la clase había levantado la mano. Yo preferí no hacerlo pues era la primera vez que nos preguntaba algo y eso me causó un extraño presentimiento.

 

Estuve de mal humor toda la mañana pero ya comienzo a animarme –comentó el catedrático al ver la cantidad de manos levantadas pero luego esbozó una leve sonrisa siniestra –Siempre disfruto ver tartamudear a universitarios mientras desean que los trague la tierra

 

Luego de un rato pude corroborar que tomé la decisión adecuada al no levantar mi mano. En menos de 15 minutos Hugo Valenzuela había despedazado a la mitad de sus estudiantes hasta dejarlos mudos.

 

E... es... es algo relativo –dijo el último de los voluntarios que ya tartamudeaba –La sociedad avanza... y por lo tanto también sus reglas éticas. Lo subjetivo...

¿Lo subjetivo? –se burló nuestro docente con tranquilidad –Pocas cosas son tan convenientes como el libre uso de la palabra "subjetivo" ¿no te parece?. Aunque claro, no cualquiera nota lo provechoso de darle el mismo significado a "avance" y "cambio"

No... no lo entiendo –se rindió el pobre desgraciado.

Quien sabe –concordó el docente cruzado de brazos –Es más conveniente no entender. Por eso me divierte cuando lo entienden tan solo un poco. Es emocionante ver estancamientos.

 

Hugo Valenzuela se disponía a regresar a la pizarra pero alguien interrumpió su marcha triunfal.

 

Disculpe señor pero existen demasiadas cosas con suficiente tiempo de análisis como para ser vistas como algo objetivo –intervino Eduardo Catalán poniéndose de pie –La obtención de derechos por lo general no dan marcha atrás. La línea de diferencia entre "avance" y "cambio" es mucho más clara de ese modo

 

El catedrático volvió a ponerse frente a los asientos con actitud imperturbable.

 

Joven Catalán –dijo calmado –Usted no levantó la mano antes ¿Por qué?

Me pareció raro que nos preguntara algo por primera vez –respondió Eduardo –Obviamente era una trampa

Así que él también se dio cuenta –susurré para mí mismo.

Los derechos son un tema complicado pero tendré piedad con usted y me concentraré en el resto de sus palabras –comenzó Hugo Valenzuela –¿Cree tener la libertad de defender la subjetividad y aun así clasificar algo como objetivo? ¿No le parece contradictorio?

Quizá un poco –admitió Eduardo –Pero también es muy subjetivo pensar que el derecho de otro nos estorba

Los "cambios" son el resultado de una regla que el poder no fue capaz de retener y le fue más conveniente modificarla o destruirla por el bien de su supervivencia –sentenció el docente.

No creo que siempre sea así –opinó el joven.

Bueno, pongámoslo así –propuso el hombre –Aun si usted tuviese razón sobre su aparente hecho objetivo x –hizo una pausa –¿Realmente cree estar en condiciones de imponerla como una verdad en este ambiente que es el salón, en estas circunstancias y conmigo a cargo?

Supongo que no –admitió Eduardo encogido de hombros.

Ahí tiene su lección joven Catalán –articuló el docente dando por terminado el debate –No siempre es agradable estar de acuerdo

 

La clase terminó con varios rostros molestos.

 

¿Qué diablos le pasa a ese tipo? –comentaron algunos mientras se retiraban.

Tranquilos, no es para tanto –les aconsejó Eduardo Catalán tomándoselo con buen humor.

Mientras tanto yo me levantaba de mi asiento con lentitud siendo el último en salir. Antes de cruzar el umbral di una última mirada al catedrático que se mantenía sentado con los ojos cerrados sonriendo levemente dejando en claro que realmente disfrutaba torturar a sus estudiantes. Pero por mi parte seguía llamándome la atención su pretensioso vestuario.

 

 

 

 

CAPÍTULO 6

ACTO EN EL CEMENTERIO

 

Había transcurrido un mes desde la conversación que tuvo Esteban consultando los libros para su tesis con el docente de filosofía. Por supuesto tuvo otras charlas con él luego de eso. De hecho solían conversar casi a diario pues ninguno tenía precisamente una agenda social ocupada fuera de la universidad.

Ya era abril lo cual significaba el comienzo del periodo de mayor importancia para la comunidad juvenil universitaria en el país. Me refiero por supuesto a la época de festejos por el aniversario de la F.U.R.

Más de cuatro mil estudiantes marchaban de una manera simétricamente ordenada por las calles de la capital. A excepción del centro que antaño fue un baluarte militar español el resto de la ciudad de Castell lucía una arquitectura moderna. Aquel día el ambiente cotidiano había sido alterado por petardos acompañados de gritos jubilosos que inundaban la rutina urbana.

En medio de aquel gentío Esteban Valentino caminaba sofocado por el calor cubriendo parte de su rostro con la palma de la mano tratando con poco éxito evitar los molestos rayos ultravioletas.

 

−Me derrito —se dijo a sí mismo –Lo mismo que el año pasado

 

Cada año el primer acto en el mes de festejos era una conmemoración en el cementerio para honrar al estudiante que murió en 1998 lo cual provocó a los pocos días la fundación de la F.U.R. y la primera toma de la universidad.

Todo estudiante estaba obligado a formar parte de esta caravana a pie que se dirigía al cementerio. Por supuesto la obligatoriedad de dicho acto añadiendo la suspensión de las clases se llevó a votación y fue aprobada por una aplastante mayoría. "No deja de ser una dictadura de mayorías" me dijo el Saboteador divagando sobre aquel día.




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