El Saboteador

7

 

¿Y qué tal van las clases? –pregunté haciendo conversación mientras mezclaba algunas pinturas.

Normal –respondió Frida acomodando los cuadros de cartón prensado –La universidad no es tan aterradora como había pensado

 

Nos encontrábamos en el campo de baloncesto de la universidad cumpliendo nuestro octavo día como voluntarios para los preparativos de los festejos. Pintar pancartas era una labor complicada por lo cual intentaba concentrarme aunque sin ignorar a Frida.

 

¿Y a ti? –cuestionó ella comenzando a pintar.

Muy bien –aseguré pero luego recordé algo –Aunque tuve un par de roces con uno de mis docentes

¿Con cuál?

El de filosofía –respondí sin tomarlo muy en serio –El señor Valenzuela

¡Ah ese tipo! ¡Es un completo idiota! –aseguró Frida dejándome algo asombrado –También tenemos clases con él. Nadie lo soporta

Tranquila, no es para tanto –dije riendo un poco por su reacción –Solo lo vemos dos veces a la semana. No vale la pena amargarnos por eso. Además el próximo año ya no tendremos clases con él

Sí que sabes pensar a futuro –comentó Frida burlándose con un poco.

Que cruel –dije riendo junto a ella.

 

Concluimos con nuestro día de voluntariado cerca de las cuatro de la tarde.

 

Aahh, estoy hecha polvo –comentó Frida bostezando –¿Nos vamos? ¿Qué tal un helado en el camino?

Lo siento, voy a quedarme un rato más –le dije disculpándome de antemano –Me enteré que en la época de festejos tienen un Día Deportivo. Consultaré si habrá alguna competencia de Karate en la que pueda participar. Nos vemos mañana 

Me despedí agitando la mano pero al alejarme un par de pasos noté que Frida continuaba en el mismo sitio mirándome fijamente. 

¿Te pasa algo? –cuestioné extrañado.

Eduardo, voy a preguntarte algo y por favor no te burles –articuló ella con rigor –¿Me ofreciste anotarme contigo en el voluntariado como una excusa para invitarme a salir?

¿Qué? –dije sorprendido.

Eso creí al principio porque es una artimaña muy común y me dije "¿Por qué no?" –explicó ella encogida de hombros –Pero ya llevamos trabajando una semana y comienzo a pensar que lo malinterpreté todo

Eh... yo –carraspeé un poco nervioso intentando ser lo más honesto posible –Nunca tuve esa intención. En serio

Ya veo. Ahora si me siento como una idiota –comentó ella riendo mientras tapaba su rostro completamente avergonzada –Hagamos como que esto nunca pasó ¿ok? –dio media vuelta para marcharse –Nos vemos mañana

 

No estoy seguro que me hizo reaccionar tan rápido pero antes de darme tiempo de meditarlo ya la tenía sujeta suavemente de la muñeca. Ella giró el cuerpo mirándome sorprendida.

 

Sabes, eso me ofende un poco –articulé fingiendo un gesto serio –No necesito de una excusa o una artimaña para invitar a una chica –luego suavicé mis facciones sonriendo mientras le soltaba el brazo –¿Qué tal si salimos a comer algo esta noche?

 

Frida quedó en silencio por unos segundos y luego bajó la cabeza para esconder su bochorno.

 

¿No quieres? –dije tranquilo.

Si... si quiero –respondió entre molesta y ruborizada.

Bien, nos vemos a las siete –concluí divertido.







 

CAPÍTULO 7

SEGUNDO ANTIDISCURSO

 

Por la información que me proporcionó Eduardo Catalán en su entrevista pude saber que luego de que las megapantallas se apagaran por segunda vez, él y los líderes de la F.U.R. habían convenido reunirse a la mañana siguiente para encontrar una solución rápida.

La junta se llevó a cabo en casa de Javier Vasconcelos. Como presidente estudiantil la responsabilidad que caía sobre sus hombros era indiscutiblemente alarmante. Ya que era el primer líder en varios años de antecesores que se enfrentaba a un problema de este calibre no le era posible disimular su nerviosismo. Por lo tanto evitar una reunión pública fue la opción más coherente dadas las circunstancias.

Eduardo Catalán fue el primero en llegar. Aparentemente el vicepresidente y la tesorera estaban retrasados, lo cual era de esperarse luego del espectáculo de la noche anterior. Sin embargo el tiempo apremiaba, por lo que tanto el líder como el discípulo estrella comenzaron a impacientarse luego de veinte minutos de espera.

 

−Bueno, las cosas no salieron bien ayer —comentó Javier Vasconcelos —Espero que Denis y Alicia hayan podido arreglarse

−Después de aquel video de anoche lo dudo bastante —opinó Eduardo Catalán con sinceridad —Pero aun así los necesitamos aquí. Yo solo soy un estudiante de segundo año sin ninguna autoridad. Los que deben resolver esto son los tres líderes por el bien de la moral de la F.U.R.

−Tú serás quien me reemplazará cuando me gradúe, todo el mundo lo sabe —refutó el presidente de la F.U.R. —Quizá no tengas un cargo oficial aún, pero la influencia que tienes sobre todos los estudiantes es evidente, se puede decir que ya eres tan popular como los líderes

−En esta situación, que me digas eso solo me hace sentir peor —bromeó Eduardo Catalán para calmar el ambiente tenso —Como van las cosas ya no estoy tan seguro de mi suerte en las siguientes elecciones

 

Javier Vasconcelos forzó una sonrisa amarga. Al parecer la inquietud por ignorar lo que vendría no le permitía relajarse.

Luego de unos minutos Denis Zabaleta finalmente llegó, pero no había rastro de su ahora ex novia.

 




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