El sacrificio del Dragón

Leyenda 1

En el continente perdido del norte, conocido como Nox, habitaba el acogedor pueblo de Nango. Donde se cree fueron enterrados los huesos faltantes de Naga, el dragón del manto estrellado.

Los "nagoians" que en su mayoría eran ancianos y pequeños, no estaban al tanto de los que sus antecesores habían hecho en esa tierra. Fue entonces que tiempo después las consecuencias se suscitaran.

Pues uno de los herederos de Naga se hizo presente.

"He venido aquí, para honrar a mi antecesor, Naga"

Aquel ser, era un enorme dragón con escamas negras y azuladas que brillaban en la luz matutina del puerto. Él, con voz gutural exigió que se le presentara un tributo a cambio de no incinerar el suelo donde yacían los huesos de su antecesor.

El joven líder de Nango, Soujin, junto con un grupo de ancianos decidieron que la única manera de honrar al heredero de Naga y evitar perder su hogar sería dando un sacrificio de piel y sangre.Por lo que cada fin de año, a la llegada del invierno, siempre se le ofrecía a la joven más bella del pueblo, más pertenencias valiosas que cada trabajador, joven y niño poseía. Sin embargo, para el heredero de Naga, todo eso valía menos que nada.

"NO ES SUFICIENTE PARA HONRAR A NAGA!"

Alejándose, cada invierno era la misma cantaleta, los nagoians ya estaban más que preocupados, pues en el último invierno, el heredero de Naga dio un ultimátum.

"Si el próximo sacrificio no era digno para honrar a Naga. El pueblo de Nango arderá milenios"

Han pasado 23 años desde ese ultimátum, nadie volvió a saber del heredero de Naga. Todos creyeron que siendo seres que pisaron los restos de su antecesor, no eran dignos de ser quienes honrarían al gran Naga.

Con el tiempo, la gente fue olvidando, los pequeños que crecieron con la leyenda del heredero de Naga solo lo veían como lo que era, una mera leyenda, a excepción de un niño.

Aquel, que con su férrea actitud, afirmaba que algún día ese dragón de escamas azuladas volvería para llevarse otro sacrificio...

...

-Te lo digo viejo, tengo un mal presentimiento-comentaba tercamente por tercera vez desde que amaneció en Nango.

-Hijo, ten por seguro que con tus ideas, el pueblo está más que seguro ante la amenaza de cualquier ser que llegue a pisar nuestro pacífico pueblo-comentaba Soujin mientras acomodaba unos cuencos sobre la mesa en la que siempre se reunían todos sus familiares.

-Pero por supuesto que no!, ¿Acaso no has visto que el clima de un día para otro cambió? He pronosticado cada nevada, lluvias y temporadas secas desde que aprendí a leer y a escribir! Y nada de lo que se ve en el exterior en este momento es "por la marea"-dando vueltas alrededor de su padre, el pelilargo se quejaba, que sus planos dónde tiene anotado cada cambio astral, de tierra y de mar son un desastre a a causa de lo que esta sucediendo.

-Hijo!-con un fuerte manotazo en los hombros, Soujin hizo detener a su hijo que le miraba un poco molesto de tal acción-Estás en lo cierto, es muy raro que esta época del año, sabiendo que es temporada seca, esté nevando. Pero,¿no crees que los Dioses intentan ser bondadosos? Quizás esto sea una buena señal...

-Padre, no hay "dioses", ni seres míticos como "el heredero de Naga" volando sobre lo cielos y todos estos años, en los que los sacrificios han desparecido es porque nadie se a atrevido el ir mas hayá de los mares que chocan en los diques del pueblo.

En parte era cierto, Soujin nunca mandó a nadie más hayá de los mares conocidos para ellos salvo la ruta que todo mundo pensaba era la que tomaba aquel enorme dragón.

También era cierto que en todo ese tiempo muchos de los que crecieron con la historia del heredero de Naga pensaran que solo era eso, una mera historia para asustar a los niños traviesos que no querían dormir, y entre ellos se encontraba su primogénito, que estaba más que convencido que la imagen que tenían sobre ese ser de leyenda era algo atribuido a su imaginación infantil.

Pero, como en cada historia de leyenda siempre existía un motivo...un porqué de esos seres.Y todo comenzaría con la ceremonia de casamiento tres meses después.

...

-Hermano mantente quieto-colérica por jalar por enésima vez el larguísimo cabello de su hermano y próximo a desposarse. Kanako trataba de terminar la enorme trenza que recubriría con la coronilla ornamentada y las ropas nupciales.

-Deja de jalarme el cabello entonces!-contestaba de igual manera-¿Tú crees que me parece correcto tener una maldita boda con todo lo que está pasando en nuestro pueblo?

-¿Y tu crees que el lider de los mata dragones cederá de tu mano por tus simpladas de mantener el pueblo tranquilo?-decía entre jaloneos a la trenza casi lista de su hermano, que solo los quejidos del mismo hacían saber que estaba más molesto.-Debes entender a papá...y a mi, tu eres un príncipe y ser desposado por Isogai no solo es un honor. Su vínculo a nuestro pueblo y nuestras costumbres es el mayor gesto de amor que te podrá ofrecer...y tú, aún con tu tosquedad, también le amarás.

-(Le...le amaré?)-esas palabras, que siempre escuchó decir también de su madre, su hermano menor que también se desposó hace un par de años e incluso de su mismo padre. Le eran difíciles de sopesar si él tampoco ha experimentado tal sentimiento.

¿Qué es el amor en este caso? Se preguntó todo ese momento hasta que se dio cuenta que ya estaba terminado de arreglar.




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