El secreto de Ana Walker

¿Jhamsa?

En un stop tan necesario y removedor, en un momento de quietud en el que mi mente paró de especular, de pensar y divagar, me largué a llorar incesantemente. Comprendí que no estaba confundida, no estaba malhumorada, no estaba enojada ni perdida... estaba triste. Sentía una tristeza tan grande que me ahogaba poco a poco el corazón, como si me desconectaran de mi tierra, como si me arrancaran de raíz y me trasplantaran a otra maceta, a otro sitio, muy lejos del mío por más que a simple vista se apreciara idéntico. 

Y entonces lo comprendí mejor. Este no era mi hogar, estas no eran mis calles, este no era mi mundo. Aunque fuera igual se sentía muy distinto, como si yo no encajara en él por más que lo intentara, como si yo, realemente... no existiera, no formara parte de él. 

"Ana Walker nunca existió" recordé las palabras que aquella mujer policía anotaba en un papel en la cocina de mi casa, antes de salir para el colegio, antes de que pasara todo esto, si tan solo no hubiera salido...

Pero ese día fue diferente, algo había cambiado en el momento en que salí  de mi casa aquella mañana y tomé el colectivo. Tuvo que ser allí, en ese maldito colectivo... pero la pregunta es qué, ¿qué diablos me pasó?

El cielo se tornó gris y las gotas de lluvia comenzaron a caer cada vez con más intensidad. Jhamsa seguía a mi lado mientras yo caminaba hacia ningún lugar. En un gesto de gentileza me colocó torpemente la capucha de mi abrigo gris hasta cubrirme los ojos, me miraba compasivo. 

Le sonreí sin despegar los labios con expresión cansada, me sentía realmente agotada por toda la situación, pero en ese preciso momento valoré sus pasos junto a los míos. Aunque fuera un perfecto desconocido, aunque me hubiera estado invadiendo y persiguiendo hasta en sueños todos estos días, aunque no respetara mis decisiones, aunque me ocultara cosas importantes y me confundiera cada vez más. Aunque fuera irritante, molesto, para nada confiable y... << Rayos. >>

-Oye, te seguiré a donde vayas.- murmuró bajito, con la mirada puesta en el camino. 

Me abstuve de emitir cualquier palabra.

-Aunque quizás quieras ir a por un techo...-volvió a decir, colocando ahora su camperón encima de su cabeza para cubrirse de la lluvia que venía en aumento. 

-¿Me seguirás a donde vaya?- lo miré a los ojos con las cejas levantadas. 

-A donde vayas.- afirmó enseguida. 

Sonreí, y entonces comencé a correr hacia un descampado cercano a toda velocidad.

-¡Espera! ¿Y ahora a dónde vas?- comenzó a correr detrás de mí.

Salté un pequeño cercado de madera que delimitaba el terreno baldío y me adentré entre los árboles. La lluvia inocente se transformó en una imponente tormenta que volvía el camino bastante engorroso, pero yo seguía corriendo. 

Jhamsa me seguía a dos metros de distancia con las botas embarradas y la ropa ensopada. 

-¡Estas loca! Vuelve ya, ¡para!

Subí una pequeña montaña verde desde la cual se veía gran parte del descampado y allí me detuve. 

El día había oscurecido, el agua seguía cayendo y el paisaje era un desastre total. Lleno de árboles y hojas que arañaban constantemente, lleno de barro líquido que salpicaba hasta la cintura con cada paso que dabas, y la lluvia que te pegaba el cabello a la cara apenas dejandote abrir los ojos para ver donde pisar. 

Pero nada de eso me importaba. 

Me puse de pie sobre la montaña y abrí los brazos de cara al cielo. Reí espontáneamente al sentir la lluvia sobre mis párpados, la lluvia... es lo único que me hace sentir viva, lo único que me hizo sentir viva de nuevo.

Jhamsa llegó a mi encuentro fatigado de tanto correr entre los pastos altos. 

-Te abusas de cualquier centésimo de poder que te dan.-se quejó, con las manos en sus rodillas y la respiración entrecortada.

-Hasta que no me cuentes toda la verdad, todo lo que sabes de mí, no iremos a por ningún techo.-afirmé amenazante. Aunque si quisiera se podría ir... pero algo me decía que no lo haría, algo me decía que no me quería o no me podía dejar sola. Pensandolo bien nunca lo ha hecho, ni en el colectivo, ni en el barrio, ni aquí, ¿sucedería algo si lo hiciera? ¿O tal vez era él quien me estaba engañando y yo debía alejarme? De todas maneras él sabía muchas cosas de mí que yo necesitaba saber.

-No sé mucho más de lo que tu sabes. Confía en mí, yo te ayudaré.

-¿Cómo me ayudaras si sabes lo mismo que yo, o sea, si no sabes nada?-pregunté en tono de afirmación, de muy mala gana. 

Sacudió su cabello rojo empapado y luego lo peinó hacia atrás con una mano, hasta que volvió la atención a mí.

-Listo, ¿ya podemos irnos?- preguntó irónico, ignorandome por completo. 

La sangre bajo mi piel hervía de rabia, pero sin decir una palabra comencé a correr de nuevo montaña abajo, esta vez podría probar si en verdad no se despegaba de mí por algún motivo especial o si se cansaba y se iría por fin dejándome sola. 

Lo escuché lejos quejarse como si estuviera molesto, pero miré hacia atrás y no lo ví. Me detuve un instante. Giré trescientos sesenta grados sobre mis pies recorriendo todo el paisaje a mi al rededor con la vista. Nada. Admito que el silencio, el momento y el paisaje en soledad me causaron un poquito de miedo, bastante, pero avancé con cautela muy despacio tratando de divisar alguna salida hacia el asfalto.

No quería hablar, pero también quería saber dónde estaba Jhamsa o si le había pasado algo. 

Me di la vuelta nuevamente, tal vez notaba algún rastro de él entre los árboles y la negrura que se había formado. La  lluvia estaba comenzando a parar, ahora se sentía más fuerte el vaivén del viento sacudiendo las ramas.

De repente escuché un rápido movimiento entre las hojas, corrí la mirada hacia mi izquierda desde donde provenía el sonido y escruté inmóvil la silueta de alguien en medio de la oscuridad.




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