El secreto de Annun

Capítulo 2

Sabbah

Había amanecido recientemente, me levanté con el sol para ir a la torre del palacio, desde allí podía ver el patio trasero del castillo, donde los guerreros hacían sus prácticas de combate. Allí estaba Yashveer, quien los dirigía en este momento. Él era el principal de guerra de mi hermano. Recordaba lo delgado que era en su juventud, él y yo habíamos hecho la etapa de entrenamiento sexual juntos.

En aquel entonces él decía que de adultos celebraríamos el pacto, y yo también sabía que en vidas anteriores lo habíamos celebrado, pero usé mis mejores ínfulas de princesa para rechazarlo. Tener una relación me implicaba que quizá traería hijos al mundo con mi mismo defecto; yo no podía hacer eso. Ahora, entre más observaba cuanto había cambiado, y todas las mujeres que estaban disponibles para él cuando quisiera, más me dolía haber tenido que tomar tal decisión.

Suspiré con cansancio, por más que me pesara sabía que había hecho lo correcto. Lo mejor sería que hiciera lo que me había sugerido mamá e ir a pasar una temporada con mis tíos de Rénica. Allí tendría la posibilidad de conocer a hombres de países lejanos y me alejaría de la visión seductora que me presentaba Yashveer cada día.

Tocaron a la puerta, era mi amiga Miralla.

— Sabbi te ha llegado una carta de Aurea — comunicó emocionada.

— ¿De verdad?

— Sí, intercepté al mensajero en el pasillo.

La tomé y vi que era de mi prima Kyra.

Sabbah:

Prima de mi corazón, Ayax viajará al otro lado del mar por motivos comerciales y me ha permitido ir con él. Por supuesto que le pregunté si te podía invitar y ha aceptado, ¿te gustaría venir? Viajaremos en la luna llena del mes de Aurilis.

Kyra

— ¡Para eso faltan diez días! ¡Tengo que convencer a papá! — exclamé.

Corrí con la carta saliendo del palacio y, en vez de hacer lo más lógico, que sería hablar primero con mamá para que intercediera por mí, me dirigí directo al castillo, donde papá debería estar haciendo sus funciones de consejero, junto a mi hermano Derrik, o debería haber esperado, puesto que era la mañana y a estas horas regresaba a dormir, pero no pude. Lo intercepté en el camino junto al patio, donde los guerreros todavía estaban entrenando; entre ellos también estaban mis hermanos, los tres.

— Papá... — Lo interpelé, agitada.

— Sabbah, ¿pasa algo? ¿Por qué vienes así?

Le extendí la carta sin decir nada.

— ¿Qué con esto?

— ¿Puedo ir?

Papá abrió la carta y, mientras leía, mis hermanos habían dejado su actividad y se habían reunido en torno a nosotros.

— No...

— No — lo secundó mi hermano mayor, mucho más rotundamente.

— Tú cállate.

— No me puedes callar, soy tu estúpido rey.

— Pues sí, uno muy estúpido — repliqué con enojo. — Papá, por favor, iré con Kyra y Ayax, no estaré sola, también irá su esposa, seguramente... Papi...

— ¿Tu madre qué te dijo? — indagó devolviéndome el sobre.

— Nada, acabo de recibirla.

— No creo que sea prudente, ¿qué esperas encontrar allá, además de malas costumbres?

— Pues, conocer otras culturas, y gente diferente, y no estaré sola, sabes que Ayax no nos dejará a la deriva.

— Yo tampoco creo que debas ir — dijo Konal.

— Ni yo — declaró Telton.

— Cállense, nadie les pidió opinión, entrometidos.

— La gente de allá no tiene valores, son perversos.

— Delincuentes y desleales.

— No tienen magia, seguramente los dioses los castigaron por su conducta depravada.

— Tus hermanos tienen razón.

— Papá, no me hagas esto, no tendré otra oportunidad como esta, te prometo que ni siquiera coquetearé con nadie.

— Como si fueras tan coqueta — habló el menor de mis hermanos llevándose una mirada furiosa.

— Lo hablaremos con tu madre — papá comenzó a caminar y yo lo seguí.

— Es muy injusto que me la tenga que pasar aquí encerrada.

— No te la pasas encerrada, deja de victimizarte, vas a todas las fiestas a las que te invitan.

— Pero esto es un viaje, papi, un viaje por mar.

— Justamente, estarás por lo menos medio año fuera, sin ninguno de nosotros para cuidar de ti.

— ¿Y si Conall o Telton me acompañan? ¿O ambos?

— No lo sé, lo hablaremos con tu madre.

***

Yashveer

Acababa de incorporarme a las actividades cuando Derrik, el rey de Annun, mi mejor amigo y a quien yo servía, me llamó. Me presenté en su estudio sin demora.

— ¿Me has mandado a llamar? — indagué sentándome frente a él.

— Yash, de alguna forma que no logro comprender, mi hermana se las ingenió para convencer a mis padres de que le permitan hacer un viaje al otro lado del mar.

— Qué mal — respondí, apoyándome sobre el escritorio, sintiendo su mismo malestar o quizá uno peor.

— Mis hermanos se negaron a viajar con ella. Papá me ha pedido que le consiga una pequeña guardia para que la acompañe, no se me ocurre nadie mejor que tú.

— ¿Yo? Pero soy tu principal de guerra.

— Y lo seguirás siendo, pero eres el mejor y la seguridad de mi hermana es lo más importante. Y sobre todo su integridad. Te asegurarás de que no se le acerque nadie que no sea de nuestro continente.

— Pero, ¿por qué yo? No me hagas esto.

— Eres mi yana, Yash, si no te lo puedo pedir a ti, ¿a quién?

— Soy solo un soldado, Der, ¿cómo se supone que voy a poder hacer eso?

— No eres solo un soldado, tienes el puesto más alto del reino, luego de la realeza.

— No puedo enfrentarme a un rey o un príncipe si ella decide irse con alguno.

— Sé que harás lo que sea necesario, y hasta donde puedas. Si no lo logras, lo entenderé. Pero Sabbah no es tan sociable, se le hará difícil, y con un poco de tu ayuda podrá regresar soltera. Además, le escribiré a mi primo solicitando lo mismo. Tendrás apoyo.

— Bien, ¿y quién me acompañará?




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