El secreto de Jaime Mcfill - El interno 515

Es hora de ir allí. La leyenda del hospicio. -

Es hora de que vengas. No puedes seguir así. No

 

dilates los sucesos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estamos en radio Pos y soy Sofía su locura.

 

 

 

Estamos abrumados y queremos hacerles un llamado de ayuda. Ya hace una semana que ha desaparecido nuestro compañero Alfio Pedernera. Hasta la fecha no sabemos nada de él. Si alguien lo ha visto, les pedimos encarecidamente se comuniquen con nosotros o la policía. Muchas Gracias

 

En la siguiente semana no hubo inconvenientes, incluso he salido a trabajar con normalidad, hasta que escuche la noticia de la desaparición del locutor Pedernera. Un día después del aviso apareció en su casa fragmentado, o lo que quedaba de aquel hombre, entonces temí por lo que podría ser que hubiera acontecido. Mi celular el día después del hecho estaba apagado y lo encendí. Un mensaje acaba de ser recibido. Tenía el móvil sin internet, y empezaron a llegar. Algunos de trabajo, otros de desconocidos. -

 

Por lo que pude ver era de un teléfono desconocido uno de ellos.

 

 

- Hola, buenos días, señor Jaime McFill, era para explicarle, que no podré continuar con su terapia, si bien habíamos quedado en que veríamos las circunstancias con un psiquiatra. He dado el aviso, y lo llamaran a la brevedad, pero no continuare con usted. Sepa disculparme la falta de

 

 

 

 

profesionalismo. Son cuestiones personales. Mucha suerte, y cuidado siempre.-

 

Al leer su mensaje, no quise responder. Era claro que no hacía falta despedirme

 

¿Qué habrá querido mencionar con cuidado siempre? Era solo la primera sesión, y ya había tomado tan rápidamente la decisión de no querer continuar. -

 

Deberé buscar a otro me dije ese día y hasta ahora no lo he hecho. Simón se ha ausentado más de lo debido. No lo he visto por tiempo. Al momento de pasar tiempo, era de tarde, y había terminado de almorzar, una milanesa de carne de pollo, con una ensalada discreta, y una copa de vino tinto. Realmente lo necesitaba. Luego me coloqué cerca de la ventana que linda al patio. Desde allí me lleve la botella, para continuar el fetiche de la bebida. De alguna u otra forma tal vez me calme los nervios. En ese entonces cavile en mis lenes todos los casos que se fueron desarrollando. Empero siempre retornaba a un punto en el cual se producían difusas imágenes paganas que se completaban o no sin darme claras hipótesis de lo que mi mente podría dibujar. En efecto la mente humana divaga, y lo sé, lo sé muy bien, pero preciso de esa información. Una clara información para saber el parámetro en el cual estoy ubicado en el espacio y el tiempo. No podre conllevar sino una solución que se inunde de respuestas. Entretanto intento hacer funcionar a mi cerebro, me sirvo hasta el fondo otra copa del vino. Era una marca Colon –Malbec, bastante fuerte, sin embargo aliviaba mis entrañas, y destruía mi hígado que recibía hace tiempos varias dosis. Por lo menos una cirrosis terminaría con todo este suplicio, aunque antes quisiera enterarme de lo que está ocurriendo. La casa se mantiene tranquila como lo ha estado durante muchos años. Nunca he querido mover objetos, tan solo para darles limpieza. Considero vital que parezca que todo es un formato bien definido como lo es el

 

 

 

 

ser humano desde su extraña complexión de la que ha evolucionado durante muchos años. Y de la que evolucionaremos. En otros aspectos mejores, o peores.

 

Esta manera de sobrellevar los elementos que me rodean, lo he también adquirido de mi abuela, quien es fue la que cuidó de mí, desde el accidente de mis padres. Mi media hermana ha desaparecido desde entonces, y no supe de ella. Tengo una foto en su imagen en la cual estamos ambos, en un día de campo. Luego ella se mantuvo con su madre, y perdimos todo tipo de comunicación externa que nos pudieran unir. Me pregunto ¿Qué será de ella?

 

Tal vez se haya casado, haya tenido hijos, y no se hubieran producido las complejidades de las cuales he pasado.

 

Jaime ha estado recibiendo desde hace tiempo demasiados indicios de situaciones que no ha podido manipular por motivos propios. En el fugaz sentimiento que lo encierra en su interior no comprende un pasado, ni presente. Y su futuro no tiene camino. En ello estamos seguros que de alguna manera deberá responder cuando sea preciso.

 

El timbre de la casa, suena. Me dirijo a la puerta a verificar por el visor quien puede ser. Al colocar mi ojo derecho en aquel, no puedo evitar sorprenderme ¿El hombre del sombrero, está aquí?, ¿En mi casa? ¿No entiendo, como me encontró? Mi memoria es terrible, sin embargo el si es verídico. Al despertar del sueño, creí que era una pesadilla, y que esa persona era parte de ella. Es real. ¡Todo es real! Me arme de valor, al voltear la mirada en todo mi recinto. No tengo nada que esconder. Los objetos, las formas. Tienen todas, su orden preciso. No hay nada que deba saberse de mí, y en la semana he estado en mi casa, prácticamente sin salir. Y si ha ocurrido otro asesinato, ¿Qué diablos voy a saber?

 

 

 

 

El timbre suena de nuevo. Respiro hondo y abro la puerta. A medid que se va desplazando la madera la figura del hombre detective se ha de plasmar. Tiene un atuendo de color gris. Con un sombre, y una camisa blanda abierta. Su bigote extenso, y una mirada pétrea sin movilidad de los pómulos de las mejillas. Sus labios parecen gastados de cigarrillo, como su aroma que lo delata. Pantalones oscuros, y zapatos negros.

 

- Buenos días – digo presentando saludos. –

 

- Buenos días – Me contesta sin quitar de encima la mirada. –

 

- ¿Si que se le ofrece?




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