El Secreto de la Secretaria.

Capitulo 4.

         La rubia “modelo” abrió sus ojos como platos y me miro directamente a los ojos así que desvié la mirada. Por detrás de Erick alcancé a ver a Celeste taparse la boca con la palma para evitar que se le escapara un segundo gritito y Noha por su parte se limito a dejar caer al suelo un manojo de papeles que estaba sosteniendo en el momento en que grite las blasfemias. Escuché una risa baja y varonil, lo que claramente llamo mi atención al instante ya que no debía de estarse riendo nadie de lo sucedido recién, pero al parecer había un valiente. Mi sorpresa fue mayor cuando descubrí que el que reía era el mismísimo Sr. Wooler.

 

-¿Te parece correcto Erick? Es decir, esta mujer acaba de gritar semejantes groserías en mitad de la oficina y por si fuera poco, lo hizo en tu cara… ¿Y tú solo te ríes?

 

-Tranquila Ana, la pobre tuvo un mal comienzo. Déjala en paz.

 

-Pero…

 

-¿No dijiste que llegaba tarde a una reunión?

 

-Si pe…

 

-Nada de peros entonces. Vayamos.

 

        Ella me miró una última vez y negó con la cabeza antes de girar en redondo y salir contoneando su trasero <<imaginario se podría decir>> en dirección a un pasillo. Un gesto que me molestó demasiado a decir verdad. Erick se fue detrás de ella pero antes de desaparecer se volteo hacia mí con una sonrisa.

 

-Nos veremos luego Srta. Halls.

 

       No supe que estaba conteniendo la respiración hasta que Noha se plantó junto a mí haciéndome notar el detalle.

 

-Respira mujer, se que es guapo, de verdad te entiendo, pero debes disimular.

 

-¡Ay cállate tonto! Debe estar así por la forma en la que Anna Kalester la miro. Kassy, querida ¿Estás bien?

 

        Mire a Celeste con las ideas algo pérdidas pero en cuanto logré reenganchar lo que me estaban diciendo, logré responder.

 

-¿Anna Kalester? Y no, no es por ella. Me da igual como me vea ella, solo es que…

 

-Si no es por la “reina del hielo” entonces es por la gran sensualidad que desprende ese hombre.

 

-Que te calles Noha.

 

-No te preocupes Celeste de verdad no me molesta. Pero no es ni por una ni por otra. Es solo que la persona que robo su taxi y lo del ascensor… fui yo. Y además la noche anterior vomité sobre él.

 

-¡Madre mía! ¡Debes contarme con todos los detalles, escabrosos o no, de cómo vomitaste sobre Erick Wooler!

 

-¡Shhhhh! ¡Baja la voz tonto! ¿No vez que todos te escucharan? La pobre Kassy ya tiene suficiente con lo que ya pasó como para que tú le sumes más. Pero en cierto modo… -dijo ella mientras regresaba sus ojos a mi.- Él tiene razón. ¿Cómo es que llegaste a ese punto? Es decir… ¿Dónde estaban?

 

-Primero lo primero, no supe que él era mi jefe hasta recién en dónde él me evacuó esa duda.

 

-Pero si eso está más que claro querida.¿Quééé?

 

         Dijo Noha a la mirada significativa que Celeste le estaba dando en ese momento.

 

-Como decía, ayer por la noche tuve una especie de… discusión con mi novio, por lo que decidí ir a un bar a beber y bebí más de la cuenta. Entonces él estaba ahí, una cosa llevo a la otra, su amiga lo obligó a acompañarme al baño y digamos que mi estómago quiso liberar el exceso de alcohol en el lugar y tiempo incorrecto. Así fue como termine depositando mis desperdicios sobre él.

 

-Joder, mi niña estás realmente jodida. Olvida lo que dije antes, creo que duras de aquí hasta que llegue el Sr. Y te diga “Estas despedida.”

 

-Si sabes que no eres de mucha ayuda con esos comentario Noha, ¿Verdad?

 

-       No él tiene razón, no lo retes.

 

-¡Ey ustedes! ¿Qué no tiene cada uno un trabajo que hacer y por el cuál se les paga?

 

       Me volteé a ver quién nos había gritado y no sé que esperaba encontrarme, pero de seguro no imaginaba a una señora en sus cincuenta o más, de traje color violeta vino, con el pelo blanco y plata atado rígida mente con un moño en el centro de la cabeza, estaba tan apretado que podía incluso sentir y ver cómo estiraba la piel de su frente. Cuando no recibió respuesta alguno por parte de ninguno de los tres, ella prosiguió a abrazar con dos de sus dedos la montura color oro de sus anteojos de madia luna y bajarlos hasta la mitad del puente de su nariz y paseo sus ojos de uno a otro como si con eso nosotros fuéramos a movernos. Celeste y Noha fueron los primeros en reaccionar evidentemente y se pusieron en marcha, cada quien regreso a su labor, pero no sin antes decir un “Lo siento Sra. Waterloo.” Al unísono dirigiéndose a la señora de traje de vino que continuaba con sus ojos fijos en los míos sin pestañar y dudo que hubiera siquiera notado las palabras de aquellos dos. Ella carraspeó su garganta antes de reacomodar sus gafas y acercarse a mí. Supongo que para ella yo era como una libre asustada frente a los focos de un auto directo a impactarla, pero no sabía lo rápida que podía ser está liebre.

 

-¿Y bien Señorita…?

 

          Dejó las palabras colgando en el aire a la espera de una respuesta en dónde le indicara quien era yo.

 

-Ah, lo siento, soy Kassydi Halls la nueva secretaria de…

 

-Oh, si, la nueva secretaria del Sr. Wooler. Acompáñame, te llevaré a tu oficina.

 

        Sus tacones comenzaron a resonar por el pasillo mientras se alejaba hacia el fondo sin esperar respuesta de mi parte, ni esperarme a mi tampoco. Llegamos a una habitación con puerta de cristal al igual que una de sus paredes externas, eran transparentes por lo que la dejaba en comunicación visual con el resto del sitio, la otra pared era de concreto e internamente agradecí eso ya que había “algo” de privacidad.

 

-Por aquí por favor.

 

          Me indico la mujer mientras abrió la puerta de la oficina y debo decir que la forma de describirla en pocas palabras era “sensacional, única y espectacular.” El escritorio era del color de la noche, había una lámpara sobre el. Junto al monitor se encontraba un lapicero en el cuál habían tantos utensilios de escribir que no alcanzaría a contarlos con los dedos de la mano, al lado del teclado una montaña sin fin de carpetas con distintos colores en desorden esperaban pacientemente a ser atendidas. El archivador era de un azul eléctrico, uno de mis colores favoritos y algo inusual para un sitio así pero no me queje. En el lado opuesto, en la pared de concreto se encontraba un sofá que realmente tenía apariencia de ser cómodo <<Ya quería probarlo.>> Una mesita ratona de cristal con pie de madera tenía un florero en el centro con un ramo en su interior y junto a este había una tarjeta que ponía “Bienvenida Srta. Halls.” <<Que detalle tan mono.>> Entonces vi el gran ventanal que daba a la terraza dejando ver el mar de edificios y más allá de este se lograba divisar el horizonte. “La terraza”. Esa que había comenzado a odiar sin siquiera haberla visto de cerca como ahora.




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