Capítulo 11: La Celebración y el Recuerdo

Amberleigh Manor resplandecía bajo la luz dorada del atardecer, transformándose en un lugar lleno de vida y alegría como no lo había sido en años. Eleanor había insistido en organizar una pequeña celebración para agradecer a quienes habían apoyado a Nicholas en su lucha por salvar la finca. El salón principal estaba decorado con flores frescas de los jardines, y las melodías suaves de un cuarteto de cuerdas flotaban en el aire.

Eleanor, vestida con un majestuoso vestido de tafetán color crema con bordados dorados, se movía entre los invitados con una gracia natural que iluminaba la velada. Su cabello, recogido en un moño alto adornado con flores de almendro, destacaba su elegancia. Nicholas, a su lado, vestía un traje negro con un chaleco azul profundo y un pañuelo de seda gris en el bolsillo. Aunque su porte era formal, sus ojos brillaban con una tranquilidad que Eleanor nunca antes había visto en él.

**El Discurso de Nicholas**

A medida que avanzaba la noche, Nicholas pidió la atención de los presentes. De pie junto a Eleanor, con una copa en la mano, se dirigió a los invitados con una mezcla de humildad y orgullo.

—Amigos y aliados, gracias por estar aquí esta noche. Amberleigh ha soportado años de sombras, pero gracias a su apoyo y, especialmente, al coraje y la determinación de Lady Eleanor, hoy estamos aquí celebrando no solo un triunfo, sino un nuevo comienzo. —Hizo una pausa, mirando a Eleanor con una sonrisa que dejó a todos sin palabras—. Eleanor, usted me enseñó que incluso en los momentos más oscuros, hay luz. Y espero que todos sepan que Amberleigh vuelve a florecer porque usted creyó en mí cuando yo había olvidado cómo hacerlo.

Los aplausos llenaron la sala, y Eleanor sintió que su corazón se llenaba de un calor indescriptible. Había encontrado no solo un amor verdadero, sino un propósito compartido.

**Una Danza Bajo las Luces**

Más tarde esa noche, mientras la música seguía tocando, Nicholas extendió una mano hacia Eleanor.

—¿Me concede esta danza? —preguntó con un destello juguetón en sus ojos.

Eleanor sonrió y aceptó su mano. Mientras se movían juntos al ritmo de la música, las miradas de los invitados se posaron en ellos, pero para Eleanor y Nicholas, el mundo pareció desvanecerse. Cada paso, cada giro, hablaba de confianza y amor, como si hubieran nacido para encontrarse en ese momento.

—Amberleigh nunca ha sido tan hermoso como esta noche —susurró Eleanor, apoyando su cabeza en el hombro de Nicholas.

—Eso es porque usted ha traído su magia aquí, Eleanor. Y prometo que haré todo lo posible para que nunca se arrepienta de haberme elegido —respondió él, su voz llena de emoción.

**El Recuerdo del Pabellón**

Cuando la celebración terminó y los invitados comenzaron a partir, Nicholas llevó a Eleanor al Pabellón del Ruiseñor. Bajo la luz de la luna, el lugar parecía aún más mágico, como si guardara los recuerdos de todos los momentos compartidos.

Nicholas sacó de su bolsillo un pequeño paquete envuelto en terciopelo azul.

—Esto pertenecía a mi madre, Eleanor. Quiero que lo tenga usted, como símbolo de todo lo que Amberleigh y nuestro futuro representan para mí.

Al abrirlo, Eleanor encontró un delicado colgante de oro con un pequeño ruiseñor grabado en él. Sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas mientras Nicholas lo colocaba alrededor de su cuello.

—Nicholas, no hay regalo más especial que este. Prometo llevarlo siempre, como recordatorio de lo que hemos superado juntos.

Bajo las ramas del pabellón, mientras el canto de un ruiseñor llenaba la noche, Nicholas tomó las manos de Eleanor.

—Amberleigh puede haber sido mi hogar, Eleanor, pero usted es quien me ha mostrado lo que realmente significa tener un lugar al que pertenezco. Usted es mi hogar ahora.

Eleanor, con el corazón lleno de amor, se inclinó hacia él, sellando sus palabras con un beso que prometía un amor eterno.