Calipso sintió algo extraño, una presencia que no podía estar fuera del inframundo. Intentó no pensar en eso mientras cocía, pero la sensación de ir a la playa no se iba por más que no quisiera prestarle atención, Calipso decidió ir en busca de esa presencia y al llegar a la playa vio a Cronos. Su mente se llenó de terror, el pensamiento de que Cronos la odiara luego de no participar en la batalla de su lado no la dejaba en paz, lo peor era que si estaba en ese lugar Zeus había perdido y llegó a ella en venganza, su mente se tranquilizó de esas ideas cuanto notó al muchacho que estaba junto a él, Calipso dibujó una sonrisa en su rostro y caminó hacia Cronos, quien la miraba con cariño.
Calipso saludó a Cronos mientras él miraba el cielo como si buscara algo, cuando bajó su mirada Cronos explicó el motivo de su llegada, señaló al muchacho mientras le dio a entender que él la liberaría, pero ella le recordó al Titan que solo ella sabía el camino. Cronos la miró con ternura y puso una piedra estelar en el aire, la piedra comenzó a flotar y una imagen de ella apareció, Calipso sabía bien que era, una vasija de Nix, Cronos le pidió que la tocara y ella lo hizo.
El chico que estaba junto a Cronos era quien había aparecido como una proyección, Calipso sabía que no podía ser coincidencia y además Cronos aseguraba que ese joven la liberaría. Ella miró un rato al cielo preguntando en su mente que se traía entre manos Nix y Cronos, y al regresar la mirada Cronos y el chico habían desaparecido así que regresó a su labor en su cueva.
Había terminado de cocer cuando escuchó unas voces en su mente, se levantó de un salto y tomó una antorcha que se encendió sola, las voces eran extrañas, le parecían similares y a la vez desconocidas. Calipso entendió luego, que lo más seguro era la conexión con el pedazo de estrella, podía sentir un movimiento extraño en su interior, comenzó a sentir un leve mareo que la llevó a la cama para descansar.
Calipso se había quedado dormida y soñaba con las tres furias del inframundo mientras intentaban castigar a un joven extraño que intentaba defenderse, los látigos de las furias tocaban el suelo del inframundo cada vez que el chico esquivaba el golpe, Calipso sentía la necesidad de ayudar al muchacho, pero sabía que no podía moverse, el chico acertó a dar un corte a uno de los látigos lo que lo partió por la mitad, la dueña del látigo se enojó y fue en busca de venganza lo que aprovechó el muchacho para cortar el vientre de la furia, la cual gritó de forma espeluznante. El sueño se volvió oscuro lleno de sombras y despertó.
Calipso se levantó de la cama aun temblando, podía escuchar aún el grito de la furia, tomó fuerzas y salió a la playa justo para encontrarse con una figura extraña, un rectángulo negro de tres metros de altura, junto al objeto estaba Nix quien veía a Calipso con ternura.
-Pequeña niña, vi la injusticia que Zeus cometió contigo, y el silencio de tus lagrimas me rompió el corazón, vengo con un regalo que solo tú puedes usar.
El cuadrado comenzó a brillar con un tono blanco y como un espejo reflejó a Calipso por un instante para luego aparecer un hombre enorme cargando el mismo cielo, el hombre se veía triste, viendo al horizonte hasta que notó algo, su sonrisa brillaba como otra estrella del cielo que cargaba y dijo.
-Hija mía, es algo hermoso el verte otra vez.
Calipso comenzó a sentir alegría y tristeza a la vez, sus ojos se llenaron de lágrimas y abrazó el cuadrado con ternura, Nix interrumpió con una voz llena de pena.
-Atlas tu castigo es justo, pero tu hija no debía sufrir, este es un regalo para ella y no para ti.
El gigantesco hombre tomó aire y le dijo a Calipso.
-Hija mía, si algún día puedes debes buscar a Hécate, ella tiene la llave de tu libertad.
Calipso lo miró con pena en los ojos y alegría en su sonrisa, mientras le decía que la única forma era que un héroe llegue a Ogigia y la última vez Odiseo rompió su corazón, no quería volver a pasar por ello. El cuadro se volvió negro otra vez y Calipso corrió a Nix para darle un abrazo en forma de gracias, Nix acarició su cabeza y comenzó a caminar por el aire junto al cuadro.
Calipso caminó por la costa feliz de volver a ver a su padre, y con la esperanza de que un héroe llegue para pedirle hablar con Hécate, tenía esperanza para ser libre, sus pensamientos se llenaban de alegría, pero se interrumpía por las voces que escuchaba, de pronto todo quedó en calma y sus pensamientos regresaban a la paz. Se dirigió a su cueva para comenzar a cocer cuando sintió que su mente se dividía.