El secreto de los dioses

CALIPSO: Capítulo 11

El viaje de Pegaso fue tranquilo hasta encontrarse con Ladón, escapar de él fue una gran proeza para Pegaso y una vez en el huerto de Hera, Calipso intentaría ir donde sus hermanas para que calmaran a Ladón, pero el plan no resultó tan bien, el dragón los había alcanzado en poco tiempo y aunque se escondieron en unas rocas gigantes la criatura los había encontrado y había comenzado a lanzar fuego de sus cien cabezas. Santiago sacó su escudo y Calipso comprendió que él intentaba ser el héroe que la salvaría, Calipso vio como Santiago se movía con dificultad para dejarle un espacio y ésta saliera corriendo.

Calipso vio su oportunidad y sin desaprovecharla corrió en dirección al manzano donde sus hermanas estarían, miró en la dirección de Santiago cuando el dragón rugió de enojo, y lanzó una llamarada más intensa. El miedo se apoderó de Calipso al no poder ver a Santiago por culpa de las llamas, corrió gritando hacía sus hermanas con la esperanza que al escucharla también corrieran hacía ella.

Calipso vio a sus hermanas corriendo hacia ella para encontrarse, al principio sus hermanas no creían lo que veían, Calipso era prisionera en una isla muy lejana, y ahora estaba en ese lugar sin ningún cambio en su apariencia y sus ojos llenos de miedo. Calipso les explicó lo que sucedía y luego de ello, corrieron hacia donde estaba Ladón y Santiago.

Cuando llegaron Santiago aún se encontraba bajo las llamas del dragón que, con sus cien cabezas rociaba llamas de diferentes colores sobre él, Calipso comenzó a escuchar como las hermanas retaban al dragón para que éste detuviera su ataque al insistente. El dragón ahora parecía un gato, sus movimientos lo hacían ver tierno y Calipso sintió gran alivio al ver que Santiago seguía con vida.

Calipso presentó a Santiago ante sus hermanas, para luego preguntar cómo llegar a donde su padre.

Las hermanas le explicaron que para llegar donde Atlas debía subir a la torre que se encontraba en la cima de una loma al otro lado de la isla flotante, también le advirtieron sobre la presencia de Polifemo, quien luego de lo que ocurrió con Odiseo, Poseidón pidió a Hera le permita vivir a su hijo en ese lugar y custodie el camino a Atlas, para que nadie mas pueda conseguir con engaños una manzana dorada.

Calipso conocía que Polifemo estaba ciego por culpa de Odiseo, quien también le había roto el corazón cuando prefirió irse de Ogigia, por esto sentía pena por el cíclope. Calipso también sabía que el cíclope no permitiría el paso a nadie, y que no podía saber que ella estaba en el huerto de Hera.

Calipso junto a Santiago, se encaminaron hacia donde Atlas mientras hablaban de cómo engañar a Polifemo, aunque ella no estuviera de acuerdo con eso, el plan había comenzado a tomar forma cuando llegaron a un campo llego de ovejas gigantes de lana blanca, gris y negra, como si fueran nubes. Se podía ver a un cíclope que las tocaba con mucho cuidado mientras decía números con una voz gruesa llena de dolor.

Calipso miraba al cíclope quien llevaba un parche donde debería esta su único ojo, y vestía un abrigo de lana y taparrabos, junto a él estaba un gigantesco garrote con clavos atravesados. Calipso comenzó a moverse de forma silenciosa con la esperanza de que Polifemo no escuchara, pero al parecer no funcionaría, cuando Santiago tropezó con una pequeña rama que se rompió Polifemo se levantó tomando el garrote y gritando.

-Si eres Nadie te mataré, y si eres Odiseo te descuartizare.

Calipso miró a Santiago que se disculpó lo más silencioso posible, pero ya era muy tarde, Polifemo había comenzado a buscar de dónde venía el ruido, sus ovejas se dispersaban con sonidos de miedo, Polifemo arrastraba el garrote por el suelo mientras gritaba.

-Sal de dóndes estés, Nadie.

Calipso miraba a Polifemo que se acercaba más a donde se encontraba, como si este aún ciego sintiera la presencia de sus presas.

Calipso obligó a Santiago a fingir el sonido de ovejas sin ningún resultado.

Polifemo se encontraba ya a poca distancia de Calipso y Santiago, abrió la boca dejando ver unos dientes afilados llenos de caries, su brazo levantó el garrote y lo lanzó hacia ellos. Calipso sintió como Santiago la empujaba fuera del alcance del garrote que al tocar el suelo hizo un estruendo y levantó polvo que dificultaba la visión de ellos.

Calipso comenzó a correr mientras veía como Santiago peleaba con Polifemo.

Los golpes de Polifemo eran increíbles, y aun para estar ciego tenia a Santiago en aprietos, Calipso vio a Santiago volar por los aires luego de que Polifemo dio un golpe con su mano izquierda, el joven se levantó tambaleando y aun cubriéndose con su escudo mientras intentaba clavar una lanza que por momentos se transformaba en espada. Calipso recordó que Polifemo llamaba a un Nadie y entendió como podía engañar a Polifemo para darle una oportunidad a Santiago.




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