El Secreto de Mr. Wood

Capítulo 1. Brooke

Brooke

Llovía o, mejor dicho, se estaba cayendo el cielo, aunque para ser sincera era raro que en este pueblo saliese el sol, quizás al vivir en un lugar rodeado de bosque eso era a lo que te tenías que acostumbrar y solo te quedaban dos opciones, acoplarte o irte y yo por supuesto que no podía darme el lujo de hacerlo, al menos no ahora.

Llevaba casi toda mi vida aquí, o eso era lo que mi tía decía, pues habíamos llegado aquí cuando yo solo tenía cuatro años, así que no era una gran diferencia el haberme mudado al haber nacido aquí, yo ya era parte de este pueblo, al fin y al cabo. No odiaba la lluvia en sí, pero ese día sí que había comenzado a hacerlo porque me había prohibido regresar a casa inmediatamente en el momento en el que la última clase había llegado a su final, ahora como si fuese una broma estaba encarcelada en el instituto <<¡¡Mi sueño hecho realidad!!>>, creo que todos notamos mi sarcasmo, ¿no?

Estar rodeada de adolescentes me asqueaba <<A pesar de que yo también lo era>>, toda su vida giraba en torno a beber, y besar a cuanta cosa se les pusiera en frente. Estar cerca de ellos me provocaba un sarpullido inevitable y como si eso no fuese lo suficientemente malo, ¿con quién creen que estaba en este momento?, sí, con el odioso y típico grupito de populares, al cual evidentemente yo no pertenecía, pero que se le iba a hacer, mi ropa no era contra agua ni quería obtener un resfriado por estar bajo la lluvia, así que poner mi mejor sonrisa fingida era lo más lógico, o bueno, así hubiese sido si mi rostro hubiera captado que debía hacerlo.

— Brooke, ¿cierto? — Dijo una pelirroja de sonrisa cegadora, que me miraba como si fuese el gran descubrimiento del siglo.

— Sí — afirmé, sin ganas, por el simple acto de ser al menos un poco cortes.

— ¡ESPERA! — gritó uno de los descerebrados de sus amigos — La antisocial que vive en la casa azul con su tía, la loca — terminó por decir como si se tratase de un chiste super gracioso.

Esa era yo, la chica sobrina de la loca del pueblo, aunque yo aún no sabía cómo había surgido tal rumor, pero todos creían que mi tía padecía de sus facultades mentales, y yo quizás también lo hubiese creído de no haber sido porque ella en momentos parecía tan lucida que podías creer que ya había encontrado el sentido de la vida, aunque la mayoría de las veces vivía en su propio mundo, el que yo esperaba fuese mejor que este.

— La huérfana... — Vociferó una hostil voz, y yo sabía perfectamente a quién le pertenecía.

— Chelsea — Pronuncie sin ganas de provocar una pelea con mi “archienemiga”, según yo era así como ella me consideraba, ¿por qué?, no tenía ni idea.

— Si, ¿quién más creías que era? — Preguntó con gracia — Aunque, seguramente no soy la única que sabe que no tienes papás, ¿verdad? — Preguntó nuevamente, pero ahora mirando detenidamente a sus amigos, con su mirada inocente, esas que siempre solía tener en el rostro cuando deseaba que le tuviesen lástima o le diesen la razón.

— Todos lo sabemos — Murmuré cansada y mi voz no lo había ocultado porque el rostro de Chelsea se contrajo en una mueca de pura rabia.

— Mira loquita, a mí no me puedes hablar así... — Aseguró mientras tomaba un mechón de mi cabello negro, logrando que hiciera justamente lo que ella quería, levantarme del lugar donde estaba cómodamente sentada.

— Vamos, Chels, déjala, te meterás en problemas —dijo la pelirroja, tocando el brazo de Chelsea, que al parecer no deseaba soltarme.

— No si no se dan cuenta — Murmuró ella sin dejar de mirarme — Y tú no le dirás a nadie ¿verdad? — Me preguntó con una sonrisa fingida, pero con mirada amenazadora, yo por supuesto iba a decir que sí, pero eso no había sido necesario.

— Eso no hará falta — Una voz varonil y severa resonó en el pequeño pasillo, logrando que todos miráramos en su dirección y allí estaba “Él”, mirándonos con seriedad mientras alternaba su mirada entre su reloj de mano y la rubia Chelsea quien se había quedado pálida y muda al ver a nuestro profesor de literatura, el hombre más recto y poco paciente que hubiese conocido, para nuestra desgracia o mejor dicho la de “Chels”, él la había visto.

Era seguro que la suspenderían por lo menos una semana.

— A la dirección, chicos —dijo, haciendo ademán para que comenzáramos a caminar. Claro, nadie había tenido la iniciativa de hacerlo, excepto después de tres minutos, cuando Chelsea ya había acabado de murmurar una sarta de groserías en contra de nuestro superior.

— Ni él te va a salvar la próxima vez — Sentenció la rubia soltándome de la manera más brusca posible.

¿Y yo?, yo como siempre me había quedado allí sin procesar lo ocurrido.

Solo que esta vez no había podido tomarme mi tiempo, porque “Él” con cara de ¿qué esperas?, y una ceja levantada me miraba, ¡¡Claro!!, yo también debía ir allí, a esa jaula con esa parvada de cuervos.

Bueno, todo esto habría sido un día normal para mí, Brooke Hill, antes así hubiese sido, pero desde su llegada todo había cambiado, “Él” parecía completamente interesado en la vida de sus estudiantes, extrañamente interesado, lo que había despertado mi curiosidad, al parecer él escondía algo, y yo deseaba descubrirlo.

¿Quién era él? Y que escondía.

¿Qué escondía Mr. Wood, mi sexy nuevo profesor de literatura?...




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