El Secreto de Mr. Wood

Capítulo 5. Asher

Asher 

¿Me sentía culpable? Quizás sí y no, sí: porque sentía que la estaba utilizando y no: Porque ella había sido quien se había ofrecido a darme un recorrido por Village Hills. Aunque ella no lo supiera, me estaba dando acceso a poder al fin conseguir mi tan ansiada libertad. Conocer cada uno de los rincones del dichoso pueblo era en sobre manera algo perfecto para mí y mi trabajo. 

Admito, mi principal idea era mantener a raya a todos los entrometidos que deseaban saber qué le ocurría al extraño profesor de literatura que por una extrañísima razón había llegado a mitad del curso y quizás mi cara de pocos amigos era lo que a todos les resultaba, no sé, curioso, tal vez. 

Así mismo entendía que a Brooke le sucedía lo mismo que a los demás, pero con una chispa especial, como si le divirtiese saber lo que yo guardaba detrás de mi cuartada de maestro y con respecto a eso también debo admitir que, ella también me generaba curiosidad, Brooke Hill, era una de mis principales sospechosas, nadie nunca podría imaginar que la cara más angelical podría guardar secretos, cuando eso sucedía siempre y en todos los casos las consecuencias eran malas, así que por más que estuviese pisándole los talones, comprándole libros y haciéndola entre sonrojar, enojar y avergonzar, ella no era más que una chica del pueblo en donde se encontraba la raíz de mis problemas, quizás era ella lo que buscaba, entonces por eso debía mantener a raya mi parte emocional. 

Teniéndola tan cerca como hoy podía distinguir que no era excepcionalmente alta, pero tampoco baja, que su cabello era tan negro como la mismísima noche y que sus ojos eran de un extraño, pero único tono negro, me inquietaba y bastante, el ser consciente de como lucía de cómo se comportaba y aun así querer aferrarme a la idea de que ella solo era una chica más me intrigaba mi propio comportamiento. 

— ¿Tus padres no se enojan? — Me encontré de pronto preguntando algo tan absurdo que hasta yo sentía pena por mí, a diferencia de ella a quien pareció sorprenderle la pregunta — Lo digo por ya sabes, así son los padres — Quise quitarle peso a esa pregunta tan personal, pero cuando obtuve su respuesta sentí que la había cagado y bastante. 

— Huérfana — Tan serena, demasiado diría yo, ella estaba tan “pacifica” que sentí que había tocado una fibra sensible y a la vez no, por su mirada era como si le doliera y no, pero aun así sentía la necesidad de disculparme. 

— Los siento... no lo sabía —respondí mientras seguíamos caminando por a la acera, aún mojada y brillosa por la lluvia. 

— Sabes... — Divagó, antes de dirigir su mirada hacía mi — odio que las personas digan eso — Aseguró — No tenías por qué saberlo, dos meses atrás ninguno sabía de la existencia del otro, ¿cómo sabrías algo tan personal? — Ok, quizás lo que más intriga me causaba era la forma en la que ella siempre tenía una respuesta para todo, como si para ella la vida fuese más fácil que colorear, o bien, más fácil que eso, porque yo odio hacerlo. 

— Tienes toda la razón — Afirme, dándole toda la razón — Pero aun así siento haber hablado de ellos — Volví a asegurarme que no le hubiese amargado el día. 

Ella solo se limitó a asentir y por eternos minutos creía que de verdad podía estar algo enojada, pero esa idea se esfumó de mi cabeza cuando ella comenzó a alardear de los lugares que estábamos recorriendo, desde un pequeño (pero en serio diminuto) parque, la mejor cafetería (según ella) hasta el mejor bar (por lo que había escuchado), estaba animada o al menos eso demostraba su voz y ¿yo?, quizás yo también, aunque si soy sincero estaba algo incómodo. 

En segundos muy fugaces me encontraba mirando fijamente a Brooke, toda ella era como un imán o una cajita llena de curiosidades, había pasado de mirarme como si fuese el ser más raro e indescifrable del mundo a mirarme y tratarme como un buen amigo del instituto que estaba de vacaciones por Navidad. 

— ¿Algo que le haya gustado el día de hoy? — Preguntó ella con alegría. 

— La cafetería quizás, aunque hay que ver si el café es tan bueno como dicen — Exclame con diversión, ya que ella misma me había dicho que el café era delicioso así que en mi mente era simplemente sencilla la idea de picarle un poco para que la expresión de horror y enfado apareciese en su rostro, y tan solo tres segundos después allí estaba, uff, era algo totalmente tierno de ver. 

— Cuando lo pruebes vendrás a mí por más consejos para sobrevivir en este pueblucho — Su sonrisa ladina y su mirada chispeante eran como el cuadro perfecto de la maldad más inocente que había visto, si es que algo como eso podía existir. Ella era como una gatita con pequeñas garras sumamente afiladas, ella era tan extraña. 

El día había pasado volando, de aquí allá, pero en ningún momento sin dejar de hablar, sin dejar de bromear, había descubierto que teníamos el mismo humor, el cual dependía exactamente de la situación, un humor que no todos solían aceptar muy bien, podíamos ser muy sarcásticos y extraños, en definitiva, ella era algo que jamás había esperado encontrar aquí. 

                                                                          ♥ 

Aunque con el paso de los días, con el paso de las interacciones me di cuenta de algo evidentemente alarmante, si Brooke resultaba ser eso que estaba buscando sería la cosa más difícil de mi vida, porque cumplir con lo que me habían pedido poco a poco se convertiría en algo impensable, si esa pelinegra resultaba ser “ella”, no podría herirla... no podría matarla. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.