El secreto entre nosotros

Decisiones difíciles y acercamientos peligrosos

Pasados algunos días desde que Will comentó cierta cosa que aún ronda en mi cabeza. Aunque no estoy muy seguro de creer que eso sea cierto, el comportamiento de Karin hacia mí me despierta ciertas dudas.
Hoy, como todos los días, ayudo a Román en su puesto de desayunos. A pesar de que al principio era torpe con las manos, ahora me he vuelto más ágil y puedo hacerlo con mayor velocidad.

—Has mejorado mucho a comparación de cuando iniciaste —me dice Román mirándome de reojo—. Ahora apenas te toma 10 segundos despachar a alguien.

—Si, supongo... aunque aún tengo problemas cuando el cliente es mujer.

—Nada mal. Falta un rato para que amanezca, ¿no quieres irte?

—No, aún no.

—Muy bien, entonces podemos seguir un poco más.

Unos minutos después, llegan algunos estudiantes y me toca despacharlos a todos. Después de haber terminado, miro a un lado y veo que a lo lejos se acerca una persona. Cuanto más cerca estaba, mejor la reconocía y cuando me ve, también me reconoce y con una sonrisa nerviosa se acerca a mí.

—H-Hola... Allen —ella me saluda ocultando su rostro hacia abajo.

—Ah, hola... Ana —respondo con un intento de sonrisa.

—¿Aquí es donde ayudas a servir desayunos? —pregunta mirando el lugar.

—Ah, sí... es aquí.

Ana, esta linda chica es amiga de mi vieja compañera de clase Janeth. Hace un tiempo empezó a escribirme y ahora se acerca a hablarme cada vez más seguido. Yo estoy un año arriba de ella, asique soy algo así como su superior. Es una chica con una mentalidad bastante madura, aunque su pequeño cuerpo demuestre lo contrario, ya que es un poco bajita. Por alguna razón quiso hacer amistad conmigo, y aunque a veces me cuesta hablar con ella, es alguien con quien se puede hablar muy tranquilamente cuando ya hay confianza.

—¿No entrarás al patio? —pregunto inclinando ligeramente mi cabeza a un lado.

—No, aún no. Creo que esperaré a que termines —dice reacomodando sus lentes con su dedo.

—E-Está bien... cuando llegue la última ronda de estudiantes, nos iremos.

—De acuerdo.

—Hijo —Román toca mi hombro—. Ahí vienen los estudiantes, prepárate.

—Si.

Me paro en mi lugar y me pongo los guantes para tocar la comida. Tener su atenta mirada a mi espalda mientras atiendo y despacho me hace sentir un poco nervioso. Cuando logré despachar a la mayoría de los clientes, varios se quedan alrededor de Román y empiezan a hablar con él. Yo levanto mi maleta y tomo mi desayuno; luego de despedirme, me voy con Ana al patio.

—¿Haces esto todos los días? —pregunta mientras camina mirando hacia arriba, hacia mi rostro.

—S-Si... desde hace un tiempo. Él me propuso esto y como ambos salíamos beneficiados, acepté.

—Ya veo —dice mientras trata de verme desde abajo.

—¿Q-Qué intentas hacer?

—Ah, no, nada. Vamos a sentarnos por allá —señala una banca alejada del centro del patio.

—Bueno, e-está bien.

Caminamos hasta dicho lugar y nos sentamos juntos. Yo saco mis empanadas y empiezo a comer, pero estoy intranquilo. Ella me está mirando fijamente. Así quien puede comer tranquilo.

—A-Allen —ella rompe el silencio mientras mueve sus hombros con incomodidad.

—¿Hm? —la miro—. ¿Sí?

—M-Me gusta...

Aprieta los ojos y respira hondo.

—¿Te gusta? —repito entredientes.

—¡Me gustaría ver tu cara otra vez! —exclama con fuerza.

—Hmm —sigo masticando mi desayuno mientras la miro—. No.

—¿Eh? —levanta la mirada con sus pómulos algo sonrojados—. ¿Por qué no?

—Mi cara no es un espectáculo. No tengo oculto mi rostro por moda... simplemente no quiero que me vean... no de nuevo —digo entredientes.

—Pero si se lo mostraste a aquella chica.

¡Agh! —se me atora la comida en la garganta—. Me tiene.

—¡Por favor! Sólo una vez más —pide haciéndome ojitos.

—P-Pero...

Sus ojos se hacen más grandes y brillan como estrellas.

Ahh —suspiro—. Está bien.

Termino de comer mi empanada y luego me volteo para verla. Levanto mi mano y con mi dedo, separo un poco el cabello sobre mi ojo derecho y volteo mi rostro hacia ella con los ojos cerrados.

Woah —suspira—. No entiendo por qué ocultas tu rostro... abre los ojos.

—Está bien.

Abro los ojos lentamente y miro hacia abajo. Levanto la mirada hacia ella y la miro directo a los ojos. Como ya ha amanecido, la luz del sol ilumina un lado de mi cara haciendo que el color de mis ojos se intensifique.

—Que lindos ojos —dice con una sonrisa.

—Ah... Mhm —asiento y aparto la mirada—. Ya fue suficiente.

—Está bien... gracias por dejarme ver.

—D-Descuida... pero no lo volveré a hacer.

Luego de unos minutos, suena la campana y las puertas se abren. Todos empiezan a entrar y caminan hacia sus salones. Cuando llego a mi clase veo a Gris, sentada en un lugar diferente al que acostumbra, y decido sentarme detrás de ella. Al ver las cuatro paredes, ya quiero irme a casa...

Que aburrido.

—¡Buen día, chicos! —dice Karin al entrar por la puerta.

—Tengo sueño~ —Elizabeth viene detrás y entra bostezando.

—¿No dormiste bien? —pregunta Will.

—Estuve ocupada con mis hermanitos ayer... no pude descansar bien.

—Yo también tengo un hermanito —dice Karin mientras toma asiento y ubica su maleta a un lado—. Es tranquilo, pero a veces molesta demasiado y se vuelve un dolor de cabeza.

—¿Cuántos años tiene? —pregunta Elizabeth.

—Hmm —mira hacia arriba mientras piensa—. Creo que tiene 8.

¿Acaso no sabe la edad de su hermano?

—Si, tiene 8... ¿o eran 9?

—Los míos tienen 5 —dice y pone sus brazos en el escritorio y se acomoda para dormir.

—La tienes difícil, eh —comenta Will con tono nervioso—. Qué bueno que no tengo hermanos... que yo sepa.



#12462 en Novela romántica
#7197 en Otros

En el texto hay: comedia, escolar, drama

Editado: 01.11.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.