El Sello: La Rebelión De Los Caídos

Capítulo 19: El destino

Año 9.592 D. Bunk

Habían pasado tres años desde que los hermanos se separaron, era invierno y daban inicio a los preparativos de las fiestas del creador; en estos días la excanciller Yarig venía a visitar a su esposo con sus dos hijos menores lo cual llenaba de alegría a Valend y de un poco de ansiedades e inquietudes a Ron.

 

— ¿Qué te pasa? — pregunto Valend con una sonrisa.

 

— Tú lo sabes bien, aparte que debo de ayudar con los preparativos de las fiestas, está la presentación a la hermandad de la nueva clase de guerreros que Miachyv y yo hemos estado desarrollando y de paso viene Yarig con tus hermanos — respondió Ron mientras buscaba entre las gavetas de su escritorio.

 

— Quédate tranquilo todo saldrá bien, aparte que a mí me encanta cuando ellos vienen — respondió Valend mientras su rostro se iluminaba de la alegría, pero en ese momento recordó algo — ¿sabes si ellas vienen?

 

— Te voy a dar la respuesta que siempre te doy, no sé, sabes bien que las dos son impredecibles, sin embargo, se dónde se encuentran una está en Mofegra y la otra esta Odrac, descuida están bien — respondió Ron.

 

— Es que no me preocupa su bienestar sé que a todos nosotros nos tienes vigilados, solo que tengo mucho tiempo que no las veo — dijo Valend con pesar en su voz.

 

Ron se acercó a Valend le paso el brazo por los hombros y mirando un retrato donde estaba el con sus hijos — recuerda que todos estamos conectados y siempre será así sin importar la distancia —

 

— Pa' de verdad que no sé y no entiendo cómo es que tu tengas tantos poderes y puedas hacer tantas cosas y ninguno de nosotros podemos — comento Valend a su padre como lo había hecho en otras veces de unos meses atrás hasta eses momento.

 

— Ya vas a empezar con lo mismo Valend, eso se llama herencia aparte que hasta donde sé yo soy el único de la familia que puede hacer esas cosas, mi padre no podía y su familia tampoco — respondió Ron apartándose de Valend.

 

— ¿Y mi abuela? — pregunto Valend.

 

Esa pregunta tomo a Ron de sorpresa ya que su madre era un tema delicado para él — ¿tu abuela? ¿por qué preguntas por ella? sabes bien que ella un día desapareció no sabemos si está viva o muerta, padre decía que encontró indicios de una discusión leve, él se dio cuenta por un vaso que estaba roto —

 

— Bueno no se quizás de ella es que provengan tus poderes — continuo Valend.

 

— Valend ya basta tenemos cosas que hacer aparte te recuerdo que tienes garantías bajas desde ese día que me apuntaste con la flecha — respondió Ron son una mueca en la boca.

 

— Vas a seguir con lo mismo, suponiendo que la hubiese soltado tú la hubieras desintegrado con tu fuego y si no Miachyv te hubiese curado — dijo Valend sonriendo.

 

Ambos salieron del despacho de Ron para dirigirse a continuar con los preparativos.

 

En ese momento en Jingey, capital de Neipoy Alice y Matt debatían si era correcto o no decirle a Ëadrail que ya el virus estaba listo.

 

— No puedes decirle Alice sabes muy bien lo que hará con eso — decía con énfasis Matt.

 

— Lo se Matt, pero recuerda que tiene a mi familia, no me queda de otra, sé que él no les haría nada, pero Azacell y Njord son otra muy distinta — respondió Alice.

 

— Bien, ¿cuándo le vas a decir que ya tiene a su virus y su antivirus? — pregunto Matt resignado.

 

— Voy a ir de una vez, es hora, no puedo seguir dándole larga — respondió Alice.

 

Alice salió del laboratorio para dirigirse al despacho de Ëadrail para darle la noticia que tanto había esperado él; en ese momento Ëadrail se había quedado dormido sin darse cuenta ya que no había podido dormir bien, había pasado la noche teniendo pesadillas de sus padres y de esos cuatro seres que parecían estar llamándolo.

 

— Tienes que hacerlo, eso es lo correcto— repetían las voces de esas cuatro sombras.

 

— ¿De verdad es lo correcto? — pregunto Ëadrail a esas cuatro sombras.

 

En ese momento apareció un hombre detrás de ellos con un brillo verde en los ojos que parecía ordenarles hacer algo.

 

— ¿Que hacen? — pregunto Ëadrail asustado, en la mayoría de los sueños que tenía él era un niño, era ese mismo niño que vio morir a sus padres.

 

— Debes detener lo que se aproxima la maldad en el mundo tú la puedes detener, pero debes de decirte hacerlo, no puedes dudar — dijo esa quinta sombra que había aparecido y que ahora era rodeado por las otras cuatro.




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