El Sello: La Rebelión De Los Caídos

Capítulo 25: El destino del mundo

Mientras Alice intentaba hacer entrar en razón a Ëadrail, Alcorth sintió una inquietud en su corazón. Recordó a Kandros, su amigo y mentor, que se había quedado solo para enfrentarse a Njord, el asesino de su hermano. Se preguntó cómo estaría, y si necesitaría su ayuda.

 

—Alcorth, ¿qué te pasa? ¿Estás bien? —le preguntó Mizarth, que lo vio distraído.

 

Alcorth le respondió con voz preocupada.

 

—Mizarth, estoy bien. Pero me preocupa Kandros. Está solo, y se está enfrentando a Njord. No sé si podrá con él. Creo que debería ir a ayudarlo.

 

Mizarth lo miró con sorpresa, y le dijo con voz razonable.

 

—Alcorth, no puedes irte. Estamos luchando contra Ëadrail, el líder de Neipoy. No podemos dejarlo solo. Necesitamos tu fuerza, tu habilidad.

 

***

— ¿Qué es lo que quiere Odrac? ¿Qué es lo que pretende? —preguntó Ron, con voz grave.

 

Ëadrail se lo explicó con voz sombría.

 

—Odrac quiere el poder absoluto. Quiere dominar a Neipoy y al continente entero. Quiere crear una raza de demonios, que sean superiores a los humanos. Quiere eliminar a todos los que se opongan a él. Quiere ser el rey del mundo.

 

Ron se quedó horrorizado, sin creer lo que escuchaba. ¿Cómo era posible que hubiera alguien tan malvado y ambicioso? ¿Cómo era posible que hubiera alguien tan loco y peligroso?

 

— ¿Y cómo piensa hacer eso? ¿Qué es lo que necesita? —preguntó Ron, con voz seria.

 

Ëadrail se lo explicó con voz temerosa.

 

—Odrac necesita el artefacto. El artefacto es una reliquia antigua, que contiene el secreto de la vida. El artefacto es una fuente de poder, que puede modificar la genética. El artefacto es un arma, que puede destruir el mundo.

 

Ron se quedó atónito, sin creer lo que escuchaba. ¿Qué era ese artefacto? ¿De dónde venía? ¿Dónde estaba?

 

— ¿Y dónde está el artefacto? ¿Quién lo tiene? —preguntó Ron, con voz curiosa.

 

Ëadrail se lo explicó con voz nerviosa.

 

—El artefacto está en la isla de Odrac. Odrac lo tiene. Lo encontró hace años, cuando exploraba unas ruinas antiguas. Lo estudió y lo escondió

 

Ron se quedó impresionado, sin creer lo que escuchaba. ¿Cómo era posible que Odrac tuviera algo tan poderoso y peligroso? ¿Cómo era posible que nadie lo supiera?

 

— ¿Y qué piensa hacer con el artefacto? ¿Qué es lo que planea? —preguntó Ron, con voz inquieta.

 

Ëadrail se lo explicó con voz angustiada.

 

—Odrac piensa usar el artefacto. Piensa activarlo para desatar su poder. Odrac planea crear una explosión. Una explosión que afecte a todo el continente. Una explosión que transforme a todos los humanos en demonios. O que los mate.

 

Ron se quedó aterrado, sin creer lo que escuchaba. ¿Cómo era posible que Odrac quisiera hacer algo tan terrible y cruel? ¿Cómo era posible que pudiera hacer algo tan catastrófico e irreversible?

 

— ¿Y cuándo piensa hacer eso? ¿Qué es lo que espera? —preguntó Ron, con voz angustiada.

 

Ëadrail se lo explicó con voz desesperada.

 

—Piensa hacerlo pronto. Muy pronto. Quizás hoy. Quizás ahora. Odrac espera el momento adecuado. El momento en que el sol, la luna y las estrellas se alineen. El momento en que el artefacto alcance su máximo potencial. El momento en que nadie pueda detenerlo.

 

Ron se quedó paralizado, sin creer lo que escuchaba. ¿Cómo era posible que Odrac fuera a hacer algo tan inminente y fatal? ¿Cómo era posible que nadie pudiera detenerlo?

 

— ¿Y qué podemos hacer nosotros? ¿Cómo podemos impedirlo? —preguntó Ron, con voz esperanzada.

 

Alice, Alcorth, Mizarth, Ëadrail, Markethe, Arnolf, Farani y Kandros lo miraron con determinación, y le dijeron con voz firme.

 

—Podemos hacer mucho. Podemos impedirlo. Podemos ir a la isla de Odrac. Podemos enfrentarnos a él. Podemos destruir el artefacto. Podemos salvar el mundo.

 

Ron les dijo con voz agradecida.

 

—Gracias. Gracias por no rendiros. Gracias por ser la esperanza.

 

—Creo que te va a tocar entrar en acción Ron, te necesitamos para esto – dijo Markethe.

Alcorth lo miró con respeto, y le dijo con voz decidida.

 

—Mizarth, lo sé. Pero Kandros es un guerrero honorable, y Njord es su enemigo. No puedo dejarlo solo. Necesita ayuda.

 

Mizarth lo miró con comprensión, y le dijo con voz amistosa.

 

—Alcorth, lo entiendo. Pero no te preocupes. Kandros es un guerrero formidable, y Njord es un cobarde. Estoy seguro de que podrá con él. Y si no, yo iré a ayudarlo.

 

Alcorth le agradeció, y le dijo con voz sincera.

 

—Mizarth, te lo agradezco. Pero no puedo arriesgarme. Kandros es guerrero que respeto mucho, y Njord es el que mató a su hermano, quizás no tenga la mente estable en este momento. Tengo que ir a ayudarlo.

 

Mizarth le sonrió, y le dijo con voz firme.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.