El Sello: La Rebelión De Los Caídos

Capítulo 30: Pruebas de fuego y viento

Valend y Ghon se miraron con determinación y asintieron. Estaban frente a la entrada de una mazmorra que parecía antigua y oscura. Era la tercera y última prueba que debían superar para llegar hasta los antiguos, los sabios que guardaban los secretos del séptimo sello y la lanza del destino. Habían superado las pruebas de agua y tierra, y ahora les tocaba enfrentarse al fuego.

¿Estás lista? - le preguntó Ghon a Valend, tomándola de la mano.

Sí, lo estoy. Y tú, ¿estás listo? - le devolvió la pregunta Valend, apretando su mano.

Sí, lo estoy. Vamos, juntos podemos con esto - dijo Ghon, y entraron en la mazmorra.

La mazmorra estaba iluminada por antorchas que ardían con un fuego rojizo. El calor era sofocante y el aire estaba cargado de humo y cenizas. Valend y Ghon avanzaron con cautela, atentos a cualquier trampa o enemigo que pudiera surgir. No tardaron en encontrarse con el primer obstáculo: una puerta de metal que se cerraba y se abría al ritmo de unas llamas que salían de unos orificios en las paredes.

Tenemos que pasar por ahí - dijo Ghon, señalando la puerta.

¿Y cómo lo hacemos? - preguntó Valend, observando el movimiento de las llamas.

Tenemos que sincronizar nuestros pasos con el ciclo de las llamas. Cuando se abra la puerta, tenemos que correr y pasar antes de que se cierre y de que nos quemen - explicó Ghon.

¿Estás seguro de que podemos hacerlo? - dudó Valend.

Confía en mí, y en ti misma. Somos fuertes, somos rápidos, somos valientes. Podemos hacerlo - la animó Ghon.

Está bien, confío en ti, y en mí misma. Vamos a hacerlo - dijo Valend, respirando hondo.

Bien, entonces prepárate. Voy a contar hasta tres, y cuando diga ya, corremos. ¿De acuerdo? - dijo Ghon.

De acuerdo - asintió Valend.

Ghon se concentró en el ritmo de las llamas y de la puerta. Esperó el momento adecuado y empezó a contar.

Uno… dos… tres… ¡ya! - gritó Ghon, y ambos se lanzaron a correr hacia la puerta.
Lograron pasar justo a tiempo, antes de que la puerta se cerrara y las llamas los alcanzaran. Se abrazaron con alivio y alegría, y siguieron avanzando por la mazmorra.

Lo hicimos, lo hicimos - dijo Valend, sonriendo.

Sí, lo hicimos. Eres increíble, Valend - dijo Ghon, besándola.

Tú también eres increíble, Ghon. Te amo - dijo Valend, besándolo de vuelta.

Yo también te amo, Valend. Y vamos a salir de aquí juntos, te lo prometo - dijo Ghon, mirándola a los ojos.

Yo también te lo prometo, Ghon. Juntos, siempre juntos - dijo Valend, mirándolo a los ojos.

Se tomaron de la mano y continuaron su camino por la mazmorra, dispuestos a enfrentar cualquier desafío que se les presentara. No sabían lo que les esperaba en la siguiente sala, ni en la última. Solo sabían que se tenían el uno al otro, y que eso era lo más importante.

Valend y Ghon llegaron a la segunda sala de la mazmorra, que era más grande y más caliente que la primera. En el centro de la sala había un gran foso lleno de lava, y sobre él había un puente colgante que se balanceaba con el viento. Al otro lado del puente había otra puerta de metal, que parecía ser la salida.

- Tenemos que cruzar ese puente - dijo Ghon, señalando el foso.

- No parece muy seguro - comentó Valend, observando el puente.

- No tenemos otra opción. Vamos, yo te protejo - dijo Ghon, sacando su espada y su escudo.

- Y yo a ti - dijo Valend, sacando su arco y sus flechas.

Ghon se acercó al puente y lo tocó con la mano. Sintió que estaba caliente y que se movía con el viento. Se armó de valor y dio el primer paso. El puente se tambaleó y crujó, pero Ghon se mantuvo firme. Dio otro paso, y otro, y otro. Valend lo siguió de cerca, apuntando con su arco a cualquier amenaza. El puente se balanceaba cada vez más, y el viento soplaba con fuerza. Valend y Ghon podían sentir el calor de la lava y el olor a azufre. Estaban a mitad de camino cuando oyeron un rugido.

- ¿Qué fue eso? - preguntó Ghon, alerta.

- No lo sé, pero no me gusta - respondió Valend, tensa.

De repente, del foso salió una enorme cabeza de dragón, que escupió una llamarada hacia el puente. Valend y Ghon se agacharon y se cubrieron con sus brazos. El fuego pasó por encima de ellos, pero quemó parte del puente, que se rompió y cayó a la lava.

- ¡Cuidado! - gritó Ghon, sujetando a Valend.

- ¡No te preocupes! - gritó Valend, usando su poder del viento para impulsarse y a Ghon hacia el otro lado del puente.

Ambos lograron llegar al otro extremo, pero el dragón no se dio por vencido. Volvió a rugir y a escupir fuego, pero esta vez Valend y Ghon estaban preparados. Valend usó su arco y sus flechas para disparar al dragón en los ojos, mientras que Ghon usó su espada y su escudo para defenderse de las llamas. El dragón se enfureció y sacó su cuerpo del foso, revelando sus garras y su cola. Se lanzó hacia Valend y Ghon, dispuesto a devorarlos.

- ¡Ahora o nunca! - exclamó Ghon, y corrió hacia el dragón con su espada en alto.




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