El Sello: Ron, Torturas del pasado

El favor del desconocido

Llegué al cementerio de Nightowl, donde esperaba encontrarme con el hombre de los ojos rojos. Él me había hablado desde las sombras, cuando salí de la taberna. Me había dicho que sabía algo sobre el General Njord, y que me lo diría si le hacía un favor.

El favor era eliminar a una banda rival, que le había quitado territorio y negocios. Me dijo que eran unos criminales despiadados, que merecían morir. Me dijo que si los mataba, él me daría la información que buscaba, y me ayudaría a vengar a mi padre.

Acepté su propuesta, pensando que era una buena oportunidad. No me importaba matar a unos criminales, si con eso conseguía acercarme al General Njord. No me importaba aliarme con un desconocido, si con eso conseguía mi venganza.

Pero no sabía que me estaba engañando. No sabía que el hombre de los ojos rojos tenía otros planes para mí. No sabía que me estaba usando para sus propios fines.

El cementerio era un lugar lúgubre, lleno de tumbas y estatuas. La neblina lo cubría todo, creando un ambiente misterioso y siniestro. El silencio era sepulcral, solo roto por el crujir de las ramas y el aullar de los lobos.

Me adentré en el cementerio, buscando al hombre de los ojos rojos. Lo encontré junto a una tumba, vestido con una capa negra que le cubría el rostro. Solo se veían sus ojos, que brillaban con una luz roja que apenas era perceptible.

—Hola, Ron —me dijo, con una voz suave y seductora—. Me alegro de que hayas venido.

—Hola —respondí, con frialdad—. ¿Dónde está la banda que quieres que elimine?

—Están en una casa abandonada, al otro lado del cementerio —me dijo, señalando con la mano—. Son unos diez, armados con cuchillos y pistolas. No deberían ser un problema para ti, con tus poderes.

—¿Cómo sabes que tengo poderes? —pregunté, sorprendido.

—Lo sé todo sobre ti, Ron —me dijo, con una sonrisa maliciosa—. Sé que realizaste un ritual que te dio poderes ocultos. Sé que puedes controlar los elementos, y usarlos a tu antojo. Sé que puedes crear fuego. Sé que puedes usar el agua, la tierra, la sombra, la luz, y la electricidad. Y sé que puedes absorber las almas de tus enemigos, y hacerlas tuyas.

Me quedé sin palabras, sin saber cómo reaccionar. ¿Cómo sabía tanto sobre mí? ¿Quién era él? ¿Qué quería de mí?

—¿Quién eres tú? —le pregunté, con recelo.

—Soy alguien que puede ayudarte, Ron —me dijo, con voz dulce—. Soy alguien que sabe lo que quieres, y cómo conseguirlo. Soy alguien que puede darte la información que buscas, y la venganza que anhelas.

—¿Qué información? ¿Qué venganza? —le pregunté, con curiosidad.

—La información sobre el General Njord, y la venganza por la muerte de tu padre —me dijo, con seriedad—. Sé que quieres encontrar al General Njord, y hacerle pagar por lo que hizo. Sé que quieres vengar a tu padre, que fue asesinado por el Ejército del Dragón.

—¿Cómo lo sabes? —le pregunté, con incredulidad.

—Lo sé porque yo también quiero lo mismo, Ron —me dijo, con sinceridad—. Yo también quiero encontrar al General Njord, y hacerle pagar por lo que hizo. Yo también quiero vengar a mi padre, que fue asesinado por el Ejército del Dragón.

Me quedé perplejo, sin saber qué pensar. ¿Acaso él era como yo? ¿Acaso él había sufrido lo mismo que yo? ¿Acaso él era mi aliado?

—¿Qué quieres decir? —le pregunté, con cautela.

—Quiero decir que tenemos un enemigo común, Ron —me dijo, con convicción—. Quiero decir que tenemos un objetivo común, Ron. Quiero decir que podemos trabajar juntos, Ron.

—¿Trabajar juntos? —repetí, con duda.

—Sí, trabajar juntos —me dijo, con entusiasmo—. Podemos unir nuestras fuerzas, y derrotar al General Njord. Podemos unir nuestros poderes, y destruir al Ejército del Dragón. Podemos unir nuestras almas, y vengar a nuestros padres.

Me miró a los ojos, y extendió su mano. Su mirada era intensa, y su gesto era sincero.

—¿Qué dices, Ron? —me preguntó, con esperanza—. ¿Te unes a mí? ¿Te unes a la causa?

Lo miré, sin saber qué hacer. Por un lado, sentía desconfianza, y temor. No sabía quién era él, ni qué quería de mí. No sabía si me estaba diciendo la verdad, o si me estaba engañando.

Pero por otro lado, sentía curiosidad, y tentación. Él decía que sabía algo sobre el General Njord, y que me lo diría si le hacía un favor. Él decía que quería lo mismo que yo, y que podíamos trabajar juntos. Él decía que podíamos vengar a nuestros padres, y que podíamos unir nuestras almas.

¿Qué debía hacer? ¿Debía aceptar su propuesta, y unirme a él? ¿O debía rechazar su oferta, y seguir solo?

No lo sabía. No sabía qué hacer.

Pero tenía que decidir. Tenía que decidir rápido.

¿Qué harías tú? ¿Qué harías en mi lugar? ¿Te unirías a él, o seguirías solo? ¿Qué harías, Ron? ¿Qué harías?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.