El sentido de vivir

Capítulo 1 – Orígenes

Muchas veces me pregunto porque el hombre se comporta de maneras tan extrañas, ver personas acabar con otras, la falta de empatía de individuos por personas que no tienen para sobrevivir que están a nuestro alrededor, parecieran propias de personas sin ningún tipo de sentimientos, como algo que no está bien en sus cabezas. Sin embargo existen hombres que, sea el caso de algunos políticos, roban a su nación, y son reelectos reiteradamente por las mismas personas que suelen ser las que lo critican tanto. Acaso eso tampoco deja de ser algo irracional? Porque actuamos así? Muchos dirán que no lo saben, pero en el fondo creo que cada uno tiene sus razones.

 

Ahora, habiendo analizado eso, vayamos a la historia de Sergio.

Él era un joven que no tenía sueños, ni esperanzas ni anhelos de nada. La vida pareciese que le había enseñado desde muy pequeño que creer en eso era algo absurdo y necio, que “solo sucede en las fantasías juveniles” en las que se nota que el personaje principal logra su meta planteada en la vida y consigue a la mujer de sus sueños, y de ahí “todo le va de maravilla”. Pero no. Él parecía haber perdido toda fe en que algo así le pudiese suceder a esta altura de su vida. No era una persona destacada ni en los estudios en el colegio, ni en nada en particular, más bien una persona regular en todo. En síntesis, ni era bueno, ni era mal estudiante, o tampoco poseía grandes cualidades de las que pudiera estar orgulloso.

Su ambiente familiar tampoco era muy favorable. Tanto su padre como su madre eran personas muy sacrificadas, que se ganaban la vida trabajando duro. Su padre era mensajero y trabaja en el correo postal llevando encargos a todo el país. Se ausentaba mucho por la duración de sus viajes al interior del país. En ocasiones solía traerle alguno que otros regalos para apaliar el poco tiempo que pasaba con su hijo. Su madre por otro lado, era enfermera en un hospital público quien tampoco tenía tiempo para pasarla con él, debido a sus inagotables turnos. En ocasiones si iba a la casa, se quedaba a dormir, ya totalmente agotada. Por consiguiente, no tenía quizá ningún tipo de apoyo emocional y afectivo en su andar del día a día, salvo su abuela quien siempre se quedaba con el cuándo llegaba del colegio.

Cursaba la secundaria en un instituto en el que su padre había estudiado, por ende, muchas de las circunstancias por las que tuvo que atravesar desde su infancia hasta llegar a la adolescencia no les permitía estar en compañía de sus tutores. Lo único que recibía era las críticas sarcásticas por parte de un profesor de Matemáticas, un tal Giménez, que “no sabían cómo su hijo era tan diferente” El solo hecho de escuchar esas comparaciones lo fastidiaba pero a la vez lo desanimaba mucho. ¿Cómo palabras como esas podrían ser alentadoras para él? Era algo que le molestaba mucho.

Por ello, en momentos así, una de las personas con las que compartía sus ratos (además de su abuela), era con su amigo Andrés, quien siempre estaba con él, ya que ambos eran vecinos del mismo barrio, y compañeros del mismo colegio, es que de hecho ambos se conocían desde muy pequeños.

Ellos se habían conocido cuando los padres de Andrés se habían mudado a la ciudad por cuestiones laborales. Su padre tenía un pequeño negocio de repuestos de vehículos en el interior del país, y como le estaba yendo muy bien, decidió mudarse con su familia y abrir una sucursal en la capital. Se instalaron en un barrio muy conocido, no por ser una comunidad ostentosa en la capital sino por ser atracción de eventos culturales, conciertos, y deportes a nivel nacional; razones quizá, de elegir dicha zona.

En el colegio en el que asistían, era bastante conocido ya que quedaba en el centro mismo de la ciudad, cerca de una zona comercial con muchos establecimientos, bancos, hoteles y una concurrida plaza que era una costumbre para los estudiantes capitalinos pasar sus ratos de ocio antes o a salida de sus actividades escolares. Pero Sergio no parecía interesado en eso. Hubo algo que lo tuvo alejado, estaba presente físicamente, pero su mente estaba distante, todo causado por un gran contratiempo…




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