El sentido de vivir

Capítulo 2 - El sujeto aterrador

Todo fue por algo que había ocurrido unas horas antes. Como era costumbre a la salida del colegio, solía pasar por casa de su abuela y quedarse ahí hasta tarde, cosa que preocupaba mucho a los padres de Sergio, principalmente a su papá porque el siempre olvidaba llamarle para decírselo, por eso casi como un ritual, su padre llamaba a su abuela para saber si Sergio estaba allí y si iría a cenar, cosa que Sergio prefería hacerlo ahí y en varias ocasiones quedarse a dormir en ese preciso lugar. Su abuela (quien era la madre de su papá) solía pedirle a su nieto que no preocupara así a su padre, y Sergio, aunque no se llevaba bien con sus padres, prometía en reiteradas ocasiones que si lo haría, pero solo se comprometía a hacerlo porque ella se lo pedía.

A la mañana siguiente, como era habitual, se levantaba temprano a desayunar con su abuela, y luego hacia sus deberes hasta que llegara la hora de ir al colegio. Sergio se encontraba en la habitación preparando su mochila, cuando escucho una fuerte discusión que provenía desde la calle. Para saber que ocurría, abrió levemente la ventana que daba en dirección a la calle, pero no logro entender bien de que se trataba. Solo pudo observar a su abuela discutiendo con un señor que había llamado a su puerta, mientras ella sostenía algo en su mano.

Como ya era hora de salir para el colegio, Sergio pensó que ese sería el momento perfecto para salir al frente, y así tener una excusa para oír tan llamativa conversación. Tomo su mochila, fue directo hacia la salida para ver todo más de cerca.

Efectivamente ahí estaba su abuela, hablando con un señor, de unos 35 años, cabello castaño, con un aspecto demacrado, andrajoso, como alguien que olvido por completo su apariencia personal hace bastante tiempo. Resultó ser que era el Sr. Rubén, un vecino del barrio que vivía en una zona apartada, como alejado de las personas, no sabía ciertamente si las personas se habían apartado de el por su carácter frívolo y descortés, o simplemente era el quien se había apartado de todos. El punto es, que en esta ocasión estaba ahí presente porque deseaba obsequiarle algo a su abuela, cosa que ella parecía no querer aceptar. Y eso era una caja. Mejor dicho, un cofre pequeño, que a ciencia cierta, parecía bastante común, como un cofre de esos pequeños donde las mujeres suelen guardar sus joyas, o algún objeto de valor, aunque si se podía notar que tenía unas letras grabadas muy extraña. Lastimosamente, como la discusión ya casi estaba acabando, Sergio solo alcanzó a oír pedir a su abuela que se retirara, devolviéndole aquella caja con una sensación de inquietud. El hombre se retiró repitiendo una y otra vez que “se iba a arrepentir”. Al preguntar Sergio quien era ese hombre, su abuela solo le dijo que era un tipo solitario que solía “desvariar” mucho, y que era mejor no acercarse a él. Luego miro su reloj, y se dio cuenta que con tanta curiosidad iba a llegar tarde, así que se despidió, y salió corriendo a tomar el bus.

Camino a clase, subiendo las escaleras, estaba pensando que le diría al profesor por su llegada tardía, “que el bus tuvo pincho una rueda”, “que había mucho tráfico”; quien sabe, pero aún en su cabeza seguia la extraña conversación de esa mañana y el rostro de aquel sujeto raro se lo repetia en su mente una y otra vez. Al entrar a clases, casi pidiendo disculpas por la demora, observó que todos estaba fuera del aula, en su mayoría en la sala de profesores , que se encontraba precisamente junto a su curso, allí percibió una multitud de sus compañeros, todos rodeando a el profesor, producto de un evento que parecía ser de carácter privado…




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