Con los ojos impregnados en la ventana, observo el silencio.
Observo a la parca caminar entre los muertos del pavimento, les da alimento mientras cubre sus fauces y recibe halagos.
Halagos, fotografías y entrevistas.
Se reviste de luz cegadora para los vivos del sueño.
A veces lleva por hoz una bandera tricolor,
Asta forjada de sangre y piedra,
de sudor y dolor ajeno.
Sus verdes manos portan un virus letal,
Letal para el deslumbrado mortal.
Con los ojos impregnados en el vacío de su mirada,
me reta y se burla en mi cara.
La casa se vuelve búnker y las calles nocivas.
Nociva la peste negra de alta alcurnia
Y la parca que miro por la ventanilla.
Santa muerte profanada, transformada en defunción y sufrimiento constante, invariable.
De verde vuelas por el mundo, clavando la hoz en los cráneos que levantan su voz.
Voz de libertad, voz de la consciencia.
Una cápsula de la macro-corrupción
Putos pacos, vendidos, comprados. Asambleístas verdes, podridos en gula. Representantes gubernamentales vacíos de conciencia. Presidencia inválida e invadida de miseria y corrupción. Miran a Ecuador como un banco natural, del cual sólo desprende oro cubierto de verde moho que, se reparte como virus para toda la podredumbre social. Desechos, desperdicios que junto a los cerdos lamen el suelo para estar en su estado original. Aunque, a decir verdad, los animales tienen su esencia; en cambio, la corrupción solo tiene un camino. Por ejemplo, leer sobornos al revés, resulta que son-robos, hurtos sin fin, sin esencia.