El sentir y el pensar de una sociedad aislada

La fragilidad de la razón

 

Tal impotencia reverbera con ira ante el control masivo, dominante y egoísta de la gente de poder, representados por: políticos, magnates, empresas líderes, quienes como monstruos dentro de un sueño depredan, carcomen y consumen a la sociedad, mostrándonos en sus lenguas la cura para las enfermedades y en sus fauces el virus, encarnado en la pandemia.

 

¿Cómo ha cambiado la sociedad ante esta situación que vivimos día a día?

 

A principios del presente año ocurrió un trastorno y distorsión a la sociedad ya que  nunca llegamos a pensar el día en que llegara una pandemia y nos lleve a un estilo de vida radicalmente cambiado, donde todos los seres humanos tendríamos que recluirnos a nuestras casas por varios meses continuos,  realmente parecía una filmación de una película de ciencia ficción.

Además de esto que era solo el inicio de cambio de vida, donde el tiempo nos demostraba que tan preparados estábamos ante una enfermedad y de cuánto daño hacíamos al planeta. Parecía una reflexión que la tierra nos enviaba para bajar de la nube que nos sosteníamos, tal ilusión de vida. De hecho, nadie estuvo preparado para esta situación, debido a que, el país y su representante se difuminaban o desvanecían con unas preventivas lamentables. Por ende, acogió al virus con los brazos abiertos y contagió a todo el país provocando muchas reacciones de forma general hasta llevar el miedo a cantones y parroquias.

Sin embargo, esto no es todo, apenas es el inicio de cómo se propagó el virus, después fue lo más grave para todas las personas porque el virus afectaba sin ver cargos, ni estatus, era sumamente grave la situación que afectaba a nuestro organismo. Se tomaron medidas preventivas, en este caso, el aislamiento para todas las personas que afectaba a  cada vínculo que lo hacía libre, desatando cambios mentales, emocionales, psicológicos, total incertidumbre y malestar en la sociedad.  

Desde mi perspectiva, siendo una estudiante de secundaria fue un cambio drástico, ya no es lo mismo estudiar varias horas un día que, estudiar una o dos horas al día, básicamente no se aprende casi nada. Al permanecer como animales enjaulados no resulta muy factible aprender en casa; me hacía falta mi antigua vida antes de la pandemia, extraño mi diario vivir. Incluso, hasta la tecnología que había avanzado para beneficiar el trabajo, estudios, salud, alimentación; esto, había sido lo básico y fundamental que a un ser humano lo hace “ser feliz”, aunque como ilusión, pero felicidad de todos modos,  se distorsionó completamente.

Recalco que la tecnología se ocupó de nuestro bienestar durante el tiempo de la pandemia, creo que seguimos ficcionalizando la vida, porque se creó y uso plataformas virtuales donde se puede laborar mediante el Teletrabajo, o estudiar a distancia por medio de Zoom o Teams. Estas plataformas son una manera de obtener “conocimientos” para seguir formando al estudiante. De la misma manera se crearon plataformas para la salud y alimentación con pedidos rápidos al alcance del bolsillo y de la necesidad, lo que equilibró a varias empresas, con esta forma de crecimiento, con los negocios y emprendimientos.

Y durante las etapas que se iban desarrollando, escuchando los medios de comunicación fácilmente se daba una alarma para todas las personas en cuestión de pánico, ya que la OMS no daba ninguna respuesta de alguna vacuna contra este virus. Más inconfortable era para todas personas estar en casa y respetar las normas restringidas y propuestas como el toque de queda, aislamiento social, medidas de bioseguridad, que aprovechar el tiempo para tomar unas vacaciones aún más ficticias en tiempos de pandemia.

Para mi realidad, el mundo se desbordó por todo lado, como un volcán y sus cenizas sin dirección fijada, las conductas de las personas eran demasiadas notables y, a la vez, extrañas. El estrés provocaba frustración y cierto grado de presión, tanto por el entorno familiar, como el contexto personal que produce depresión. Todo preocupaba y el aburrimiento mataba porque la vida ‘sana’ se consumió por las cenizas de la realidad. Tal fue el grado y la magnitud de la situación que convivimos en una prisión, conformada por cuatro paredes y denominada hogar.

Este encierro aleja el tiempo del exterior y oculta sus hazañas: muerte, destrucción, y por si fuera poco, corrupción.  Ahora, salir a correr no era disfrutar la vida en libertad, más bien, quedaba correr en la ficción pensando que nuestro hogar es un espacio verde que espera que todo se solucione. Mientras tanto, la pandemia pasaba y la noticia informaba el estado del país, de cómo la gente no concientiza las normas, dando como consecuencias muertes abrumadoras y desesperadas en la realidad que aún parece creada como diversión de ficción.

Bueno, una vez que todo esto se complicó, como medida de bioseguridad y salud ahora se opta por una higiene más sana de acuerdo a la OMS. Sin embargo, yo pienso que esto no solo afecto al estado sanitario, sino que forjó varias crisis en lo social y económico. En la parte económica, solo el desplome del petróleo afecto mucho, ni pensar en los otros ámbitos. En lo social, de acuerdo a informaciones locales en los medios de comunicación los efectos del encierro provocaron un incremento de situaciones sumamente complicadas. Los efectos fueron, por mencionar un caso, la violencia de género, juicios que incrementaron durante el confinamiento con 6819 llamadas de emergencia  a nivel nacional, dato que seguirá aumentando. Adherido a esto, se encuentran los despidos laborales como carta de presentación, mermando soluciones y colmando de problemas.




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