El significado de las rosas

Capítulo Tres

—¿A quien se le ocurre embriagarse de ese aroma tan horrible a esta hora? , algo así deberia ser considerado intento de homicidio.—dijo Marie con los ojos cerrados mientras estiraba el cuerpo.

Al parecer Sophie fue la primera en levantarse y estaba en la habitación esperando a que despetaran, observaba a Ivette respirando livianante, no queria ser la que arruinara su descanso pero la ocasión lo ameritaba.

—Mi perfume no es horrible, y para que sepas, fue un obsequio traido desde Francia, te falta sentido de la moda.

Las quejas de Sophie terminaron por despertar a Ivette.

—De verdad que maldigo el dia en que la tía Jeanne te regaló ese maldito perfume, Marie tiene razón, es una atrocidad usar eso a esta hora.

Las tres soltaron una carcajada, hacia mucho tiempo no pasaban momentos así, donde todo era diversión.

Alguien llamó a la puerta, y el sonido las volvió a la realidad, se trataba de Rossabell que iba a preguntar si Ivette había despertado.

—Puedes pasar— gritó Marie.

—Debe acompañarme señorita, es hora de prepararse. Lady Clarence quiere que lleguen temprano para que ayuden al padre Martin en algunas cosas antes de que empiecen a llegar demasiadas personas.

Se levantó en seguida y la siguió hasta la habitación donde se suponia debía dormir. Su ropa ya estaba lista sobre la cama, llevaría un vestido rojo con con una raya dorada en forma de cinturón que iba ceñido a la cintura. 
De solo pensar en esa crinolina y el corset le daba dolor de espalda.
La tina de madera estaba a un lado de la cama. Rossabel lavó el pelo de Ivette, lo seco lo más que pudo con una toalla y luego le hizo dos trenzas para que se secará ondulado, su pelo era de textura muy lacia, lograr que se ondulara era cosa que solo Rossabel dominaba.

—Perfecto, vamos a vestirla.—

La dejó ponerse la ropa interior mientras buscaba cuales joyas agregar al atuendo.
Cuando hubo terminado soltó las trenzas que estaban algo humedas pero el pelo lucia un poco definido.

—Está hermosa Señorita— Dijo Rossabel.
Ivette se miraba en el espejo mientras se ponia unos pendientes con forma de una gota de agua.

—Gracias, puedo notarlo— Dijo con altivez.

—Deberia llevar una capa, el sol está realmente fuerte hoy— Sugirió Rossabel.

Le hizo caso y tomó una capa del mismo color del vestido que habia sobre la cama. 
Miró por la ventana, el dia estaba hermoso, era un excelente día para la feria.

Bajaron a desayunar rápidamente, todo lucia delicioso y ese olor que embriagaba la casa lo confirmaba.
Casi no probaron bocado puesto que las ganas de ver como marchaba la feria las tenia ansiosas. Un carruaje las esperaba en el patio delantero.
Subieron junto con sus criadas, unos hombres que trabajaban para los Jones las acompañaban.

                           ***

El trayecto fue tranquilo aunque se podía notar el alboroto de las personas debido a la feria.
Ivette se encontraba distraída mirando la belleza del campo, estaba lleno de girasoles y las mariposas que revoloteaban alrededor de ellos, realmente era hermoso. 

—Oh desde aquí puedo ver la iglesia de San Andrés—Dijo Sophie con entusiasmo.

Ivette y Marie vieron hacia delante y pudieron confirmar lo que decia Sophie, el patio y las calles estaban ocupadas por los vendedores que exhibian las diferentes especies de flores.
El hombre que iba al mando de los caballos los golpeó con su latigo para hacerlos ir más rapido, sirvió de algo, habian llegado a la iglesia de San Andrés.

Las tres jovenes bajaron del carruaje, afuera las esperaba el padre Martin con los brazos abiertos.

—Hay mucho trabajo para ustedes señoritas. Sus padres deben estar por ahí recibiendo a las personas. Marie te necesito con los musicos, quiero que hagas lo posible por hacer un espacio solo para ellos. 
Sophie tu estarás conmigo.—El padre Martín hablaba con mucho aprecio, desde niñas las había tratado como sus hijas, siempre podía contar con ellas para todo.

Ivette esperaba con las manos en la cintura, esperaba que el padre también le dijera su papel en la feria, este se volteó hacia ella y la miró con ternura.

—¡Oh Ivette, mi pequeña Ivette¡ quiero que te encargues de poner las flores de una misma especie juntas, y que coloques los nombres de esta, para que quienes vengan buscando alguna la puedan encontrar más rápido.

Casi sonrió de emoción, le había encantado lo que tenia que hacer.

—¿Y yo que haré a su lado padre? siempre que vengo usted solo me hace quitar el polvo de los santos y las reliquias, eso no tiene nada que ver con la feria.— A Sophie le parecía horrible solo caminar al lado del padre o limpiar la iglesia.

Ivette, Marie y el padre Martin estallaron en una carcajada, Sophie parecia decepcionada pero a la vez su queja le había parecido graciosa.

—Sophie puede venir conmigo padre, necesitaré ayuda, de limpiar la iglesia nos encargaremos las tres cuando acabemos con lo encargado. —Marie contenía las lágrimas que se le habían salido de tanto reírse, trataba de salvar a Sophie.

—Muy bien—dijo el padre asintiendo con la cabeza—Ustedes ganan, ahora manos a la obra antes de que esto se llene de personas.

Marie y Sophie fueron a hacer lo acordado mientras que Ivette pensaba por donde debía empezar con la tarea asignada a ella.
«Bien, empezaré de atrás hacia delante. atrás es donde está más abarrotado, necesito organizar el desorden.» Pensó Ivette mientras de dirigía allá.

Los vendedores estaban casi encima del otro.  Ivette se sitúo al centro para lograr llamar la atención, subió a un taburete con ayuda de Rossabel y alzó la voz.

—!Buen día para todos¡ Hoy seré la encargada de organizar sus lugares pero necesito de su ayuda, por favor los que vendan la misma especie de flores necesito que levanten la mano para así poder ubicarlos y que nadie se confunda a la hora de comprar.




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