El significado de las rosas

Capítulo Once

Luego de leer la carta, la empuñó, quería deshacerse de ella, aprovecharía cuando estuviese sola. Algo que también le preocupaba era Addie, ella fue quien recibió la carta, temía que la hubiese leído.

Decidió buscarla y preguntarle, las posibilidades de que le dijera la verdad eran pocas pero al menos lo intentaría.

La encontró en el salón de principal, estaba a punto de tocar el piano, algo en lo que era muy buena.
Ocultando su nerviosismo caminó hacia donde estaba Addie, se paró a su lado.

—¿Por qué recibes mi correspondecia? —. Preguntó mirandola fijamente, quizás así pudiese ver si ocultaba algo.

Girandose hacía Ivette, Addie alejó sus manos de las teclas del piano y le procedió a responderle.

—¿Preferías que la recibiera Caden? Escuchame bien, no perderé mi amistad con él, si eso implica llevarme bien contigo entonces lo haré —. A Ivette no le parecia que estaba siendo del todo sincera pero sus palabras la tranquilizaron un poco.

—Tu repentina amabilidad no me convence.

—Respeté tu privacidad, no leí esa misteriosa carta que ni siquiera contiene ningún sello en el sobre. Eso deja mucho que pensar, sin embargo te la entregué intacta —. Volvió sus manos a las teclas, pretendía empezar a tocar.

Sin más que decir Ivette se alejó de allí, no sabía si Addie estaba siendo sincera. De haber leído la carta ya la habría acusado. O eso pensaba.

Mandó llamar a Rossabel, le avisaría que podía tomarse el día libre.

—Hoy no te necesitaré, puedes tomarte el día e ir a casa de tu madre o como prefieras —. Su voz contenía cierto nerviosismo, Dawson había sido muy claro cuando le indicó ir sola, Rossabel jamás la traicionaría pero aún así prefería ir a verlo sola.

Asintió dejandola sola.

Addie aún se preguntaba por esas voces que había escuchado la noche anterior, sabía que la conocía solo que por ser susurros era un poco dificil adivinar de quien venía.

También pensaba en la carta que había recibido Ivette, ella solo había visitado la cabaña con Caden, ¿Por qué alguien más la estaba invitando allí?
Todo era muy confuso.

Ivette estaba en su habitación pensando si debía o no escuchar a Dawson, en la carta afirmaba que sabía cosas horribles de Caden. Ella no conocía bien al hombre con quien se había casado, tenía gana de saber mas sobre él, Caden era el tipo de persona que le dejaba conocer a los demás solo lo que el quería.

«Iré, y será la última vez que lo vea.»

Olvidando el papel arrugado sobre la mesa, salió a tomar aire fresco. También aprovecharía para preguntar a que hora volvería su esposo.

Todos los sirvientes concordaban en lo mismo. Caden volvería tan tarde que solo iría directo a la cama, ni siquiera estaría presente para la cena.

Perfecto, eso le daría tiempo para ver a Dawson y volver para cenar y que nadie notase su breve ausencia.

¿Como diablos iría? no sabía montar muy bien, hacerlo de noche sería como cavar su propia tumba.

—Maldito Dawson Miller, te olvidaste de esa parte, será imposible que te vea.

Irse caminando sería riesgoso, la cabaña no estaba muy lejos y todo era propiedad de Caden, pero no sabía que peligro podría encontrar.

Luego de tanto pensar decidió que se arriesgaría y montaría a caballo, ¿Qué era lo peor que podía pasar? Bueno, caerse y romperse el cuello, casi nada.

Dio algunas vueltas por los establos, ya sabía en que caballo iría. El Alaltanero, el caballo favorito de Caden, un semental de color negro. La llevaría directo a la cabaña, conocía el camino.

Ivette ya tenía plameado el modo em que haría las cosas, la noche ya estaba cayendo, como pasaba la mayoría del tiempo leyendo en su habitación o la biblioteca, no notarían su ausencia, haría todo muy rapido.
Preguntó a una de las cocineras por Anna y Addie.

—La señorita Anna debe estar en la biblioteca, y Addie tal vez en el salón principal —. La chica se quedó esperando una respuesta de Ivette, esperaba algún mandato u algo, sin embargo no fue así.

—Saldré a esperar a mi marido, si los demás preguntan, diles eso, puedes irte —. Señaló hacia la cocina con su dedo.

La chica sabía que Caden volvería a altas horas de la noche pero aún así no cuestinó a su señora, y se marchó.

—Perfecto, entonces irás a tu cita misteriosa —. Susurró Addie, estaba detrás de una pared, sigilosamente había seguido a Ivette todo el día, también la seguiría al bosque, aquello era la oportunidad perfecta para sacarla de su camino.

Esperó a que Ivette subiera a su habitación, cuando volvió la vio bajar con guantes y una capa, la noche era fria. Mirando a todos lados salió al patio trasero donde se encontraba el caballo.

Addie aprovechó para subir a la habitación, la carta estaba arrugada y tirada en el suelo, Ivette la había olvidado, no sería tan tonta de dejarla allí. Pensó cogerla pero descartó la opción y la dejó sobre la mesa con una Rosa encima. Si Caden volvía la vería de inmediato, la rosa llamaría su atención.

Addie se sentía eufórica, la oportunidad había llegado antes de lo esperado. También fue a su habitación por una capa. Ya sabía que Ivette había escogido al altanero, que tonta, si no la mataba Caden la mataría el caballo de una caída, solo él podía montarlo. Era un caballo muy rebelde, bueno de ahí vino su nombre.

Addie estaba en el patio trasero cuando escuchó que alguien llegó a casa, era Caden.
Maldita sea, eso cambiaba las cosas. De inmedianto montó el caballo y salió a camino.

Ivette iba arrepintiendose, el altanero aveces hacía ruidos extraños, tenía miedo a caerse, sin saber de donde sacó valor y golpeó el caballo para que fuera más rapido.

Como si hubiese visto el diablo el altanero empezó a galopar demasiado rapido, llevando a Ivette mas allá de la cabaña. Pasó al lado de Dawson sin poder detenerse, este la siguió, a esa velocidad podía matarse.




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