El significado de las rosas

Capítulo Doce

La mente de Ivette estaba muy lejos de aquella habitación, las lágrimas salían solas no podía creer lo que acababa de pasar. Caden la tomó a la fuerza se había portado como un animal cuando dio su palabra de que no lo haría.

Caden continuaba esperando su respuesta, ella no hacia más que permanecer callada, ni siquiera llorando emitía ningún ruido. Impacientado la agarró por los hombros sacudiéndola bruscamente.

—Lo que hiciste no te hace diferente a los demás, buenas noches —. Su voz era fría, Caden había llegado demasiado lejos.

El quería seguir presionándola pero si continuaba todo podía terminar en desgracia, estaba tan enfurecido que tenía miedo de lo que pudiera hacer.
Pero algo si tenía seguro, mataría a Dawson, fue un gesto de burla lo que hizo.

Tomó su ropa, se la puso y rápido salió de la habitación, dejando a Ivette sola, no era buen momento para dormir juntos, a lo mejor jamás volverían a compartir la cama.

Yendo directo a su despacho tomó una botella y empezó a embriagarse, todo estaba bien.

«¿Por qué tuviste que ir a la maldita cabaña? Me siento como el peor ser humano.» Pensó con amargura, no se sentía orgulloso de lo sucedido, pero se sentía más o menos mejor cuando recordaba que ella se acostó con Dawson, lo que hizo fue mucho peor. Si se comparaba ella era la culpable de que todo pasara así.

Addie se asomó por la puerta.

—¿Puedo acompañarte? —. Preguntó mientras se abrigaba, ya llevaba su ropa de dormir.

Sin siquiera volvear Caden le respondió.

—Te lo agradezco, pero en estos momentos no soy buena compañía para nadie. 

No quería verla a la cara, había puesto en duda lo que le dijo, Addie siempre había sido sincera con el, ojalá Ivette tuviese esa cualidad. Tal vez si desde el principio se hubiese casado con ella se  ahorraría muchos disgustos. 

Ella quería insistir pero comprendió que no serviría de nada, lo dejaría en paz por esa noche. Tomando en cuenta lo que pasó con Ivette ahora él la buscaría más seguido puesto que se habían alejado, y esa seria su oportunidad de tenerlo. La relación entre ellos estaba en un momento muy débil, no tendría mejor momento para conquistarlo.

Se marchó con una sonrisita triunfante, el plan se salió de sus manos y resultó ser mejor. A ese paso el matrimonio sería anulado, enojados no dormirían en la misma cama, eso significaba que no habría bebé.

Caden sabía que lo que hizo estuvo mal, casarse con Ivette fue un error.

Sentada en al lado de la ventana Ivette ya no lloraba, solo estaba como en trance, pensó que Caden era alguien diferente, en los días que se estaban llevando bien pudo ver un hombre de buenas intenciones, ahora solo veía un monstruo.

La noche fue pesada para todos, Anna y Rossabel acordaron no verse durante un tiempo. Caden se quedó dormido con la cabeza apoyada en su mesa de escritorio, Ivette no se despegó de la ventana. Addie fue todo lo contrario, durmió como bebé, todo estaba fluyendo a la perfección.

                               ***
La mañana tenía una excelente pinta, a pesar de que el día estuviera hermoso nada los hacía sentir bien a ningunos.
Todos tenían dudas en reunirse en el desayuno, sin embargo no tenían opción, de seguro que con lo sucedido Caden diría algo, algo que todos debían escuchar.

Timidamente Rossabel entró en la habitación de Ivette, aún estaba sentada en el piso, tenia muy mal aspecto, parecía demacrada, ya no estaba ese brillo en ella.
Observó la habitación y vio la bata desgarrada, y todo el desorden en la cama, entendió que había pasado algo.

—Tú sabías la verdad, ¿por qué no hablaste? —. Preguntó sin volterarse a verla, sabía que era Rossabel quien iba a ayudarla a vestirse.

Sintió una punzada de culpa, había sido egoísta dejando que la culparan, pero ya no había vuelta atrás, mantendría la mentira junto con Anna.

—Levantese, ponerse así no le ayuda en nada. Yo no sabía que se trataba de usted —. Se sentía mal mintiéndole, no amaba a Anna, la amaba a ella, a Ivette. Verla así era algo que rompía su corazón.

Ignorando todo Ivette se levantó del suelo, no iba vestida con nada, solo estaba envuelta en las sabanas.
A lo que Rossabel preparaba la tina, ella se recogía el cabello en una trenza.

En el comedor todos los sirvientes estaban reunidos, Caden esperaba a que Ivette se uniera pero conociéndola no bajaría a desayunar.
Se levantó de su asiento y esperó a que todos pusieran atención.

—A partir de hoy mi esposa no tiene permitido abandonar los muros de este castillo, habrá consecuencias para quien la ayude —. Era lo único que se le ocurría.

Anna no podía mirarlo a los ojos, en todo el tiempo que estuvo hablando ella no fue capaz de levantar la cabeza ni un segundo.

Quien se mostraba muy tranquila era Addie, Arthur no entendía nada, solo permanecias en silencio.

—A las mujeres les gusta salir de compras y pasear por los parques, es una exageración lo que haces —.  Ajeno al problema el hizo ese comentario.

—No me importa lo que le guste — Tomó un poco de jugo y se levantó de la mesa — continúen sin mí, debo salir.

Iría a casa de los padres de Ivette, les avisaría sobre el comportamiento de su hija, también le exigiría a Eva que le diga si Ivette aún era virgen cuando se casó con él.

Alguien debía explicarle.

Esta vez no salió con ningún sirviente, montaría el altanero, sería una visita rápida.
Los carruajes solían ser mas lentos, se perdía mucho tiempo, a caballo se tardaría la mitad del tiempo en llegar.

Tal coml imaginó en menos de una hora ya estaba en la puerta principal, Sophie fue quien lo recibió.

No la saludó, su visita no tenía nada de formalidad.

«Con razón estaban tan desesperados en buscarle marido.» Pensó mientras Sophie lo guiaba hasta sus suegros.

—!Que agradable sorpresa¡ — Gregor alzó una copa como muestra de saludo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.