¿Caden estaba muerto?
Eso era lo que Ivette no quería escuchar, interrumpía al médico cada vez, sospechaba que las cosas no iban bien.
—¿Podría decirlo sin rodeos y saltarse la parte del drama? —. Gritó Addie con los ojos empañados.
Un poco molesto el médico las observó fijamente.
—Que fácil fuese todo si me dejasen hablar de una buena vez —. Que Ivette y Addie estuvieran tan histéricas empezaba a agotar su paciencia.
Reuniendo valor para escuchar lo peor Ivette asintió con la cabeza, aceptando que hablase.
Si Caden estaba muerto sentiría que fue su culpa por tardar tanto en el bosque descubriendo una tonta verdad que podía esperar.
—Perder tanta sagre — Hizo una pequeña pausa, y miró a donde Caden descansaba —. Debilitó a su marido y su pulso a penas se siente, es normal que se haya desmayado, pero está vivo.
Aquellas palabras alivianaron la desesperación de todos, en realidad esperaban lo peor, incluso Addie.
—¿Y ahora qué? —. Preguntó Arthur con calma.
—Necesita cuidados, aún no está fuera de peligro, pero en caso de que algo vaya mal pueden buscarme —. Era obvio el médico no podía atenderlo a tiempo completo aunque quisiera, era el único médico de la región, tenía demasiados pacintes que atender, aún en peores condiciones que Caden.
—Yo me encargaré —. Tal vez Ivette sentía culpa por haberlo tratado tan mal esa mañana, o tal vez sentía la necesidad de cuidarlo.
Addie quería protestar, pero seria en vano, al menos mientras Caden estuviera inconsciente, él no le permitiría a nadie que la echase.
Dejando algunas indicaciones el médico dejó la habitación, Arthur lo siguió, pero Addie no, ella se quedó en la habitación para molestar a Ivette nuevamente, se aseguró de que no hubiese nadie cerca.
—Ya sé donde estaban el día que los vi llegar juntos del bosque —. Musitó con mucha tranquilidad mientras caminaba con elegancia de un lado a otro.
—Tu obseción empieza a asustarme —. Ivette estaba aún más tranquila que Addie, ya conocía ese habito suyo de molestarla.
—Estuvieron en el lago, cercano adonde estaba la cabaña, puedo jurar que te contó la historia del lugar y lo que significa para él ,dime Ivette, ¿Estar allí con él te hizo sentir especial?
—Dime Addie, ¿Te sientes especial haciendo el ridículo y humillandote?
Una pequeña carcajada salió de Addie, la reprimió por respeto al descanso de Caden.
—Aún no entiendes, la que hace el ridículo eres tú — Se detuvo frente a Ivette —. A penas volvimos de Francia fuimos allí, un día antes de tu boda estuvimos allí otra vez, ¿Y sabes por qué?
No era clara con sus palabras, Ivette no entendía que tenia que ver la cabaña en todo esto.
—No tengo nada que hacer y mi marido — Levantó la voz al decir esto último —. Duerme, así que puedes contar lo que quieras, me serviría para no dormirme mientras estoy aquí.
Con una sonrisa maliciosa Addie empezó a hablar.
—Aunque debo admitir que no sabia que se casaría contigo, lo que si sentí fue esa pasión con la que me llevó a la cama, y es obvio, estaba disfrutandome una vez más, sabía que contigo no sería lo mismo —. Ups! Golpe bajo para Ivy.
Aquello si hizo sentir a Ivette un poco humillada pero no se dejaría. No sabia como contraatacar, Addie había sido letal con sus palabras.
—¿Alardeas que fuiste usada por última vez como arco defectuoso?
—Aceptalo, tu solo cuentas con un anillo insignificante que no representa nada a la hora de buscarme —. Aún permanecia tranquila, primero debía irritarla a ella.
—Las mujeres como tú solo llenan espacios en la cama, y hasta para eso careces de talento o de lo contrario Caden no le hubiese puesto un anillo insignificante a otro dedo que no fuese el tuyo. Comprendo que los hombres nos minimizen, al final es normal, ¿pero denigrarte tu misma y sentirte feliz de ser tratada como objeto? Eso si que es humillante.
—Tu seguridad parece afectada, ¿todo bien? —. Ivette acertó en todo, Addie se quedó sin respuestas.
Con una sonrisa tierna y la vez cargada de malicia Ivette se acercó.
—La tuya parece más afectada, eso explica el por qué la necesidad de contarme acerca de tu vida sexual, no te sentias segura de que fuera a elegirte, así que te ofreciste.
—Él confía en mí, lo conozco mejor que nadie. Tu nunca tendrás eso, significas tan poco que solo has visto su lado malo. Creo que estaba haciendo una obra de caridad al casarse contigo.
—Lo que dices te hace quedar mal a ti misma, fuera de aquí, ya me aburrió escucharte.
De cierto modo había sembrado dudas en Ivette, a lo mejor era cierto que con Addie era diferente, mientras que ella todo habia sido un desastre desde el principio.
Toda la noche transcurrió con Caden ardiendo en fiebre, delirando y repitiendo las mismas palabras, llamaba a su madre y se quejaba del dolor, de vez en cuando Ivette cambiaba las compresas.
Casi no habia dormido, algunas veces Anna y Arthur tomaban su lugar para que ella descansara.
A medida que pasaban los días Caden bajaba de peso y su barba crecía más y más, lucía demacrado, los sirvientes hacian lo posible por bañarlo con todo el cuidado, todo el tiempo estuvo inconsciente hasta que una tarde empezó a recobrar la consciencia, Arthur estaba ahí.
—¿Donde está ella? —. Solo pudo imaginar que Ivette se había ido a cada de sus padres.
—Tomé su lugar para que descansara, en todo el tiempo que estuviste inconsciente ella no se movió de aquí, en ocasiones hasta se descuidó de comer.
—¿De verdad? —. Susurró Caden con un poco de emoción, aún no podia hacer esfuerzo ni para levantar la voz.
—Si, nunca pensé que diría esto pero no la mereces. No te casaste con ella para hacerla sufrir, en el fondo sabias que la necesitabas, ella es tan parecida a Èlise, y desde que la perdiste has seguido buscando alguien que te haga volver a sentir igual —. Había nostalgia en la voz del viejo Arthur.