El significado de las rosas

Capítulo Dieciséis

Caden no se había portado bien, pero la actitud de Ivette empezaba a ser exagerada y molesta, que se expresara de esa forma era horrible.

—Espera —. Como obedeciendo una orden Caden se detuvo al escucharla.

—Quiero irme a casa de mis padres, ya.

—No será posible —. Afirmó Caden con brusquedad.

—¿Faltarás a tu palabra? Me imaginé que algo así pasaría.

—No es mi intención no cumplir con mi palabra, tengo mis razones, eso te lo puedo asegurar.

—Tus razones no fueron tomadas en cuenta el dia que me aseguraste enviarme a casa de mis padres.

—¿Tienes idea de quién me hirió?
quien me hizo esto solo me estaba dando una advertencia, estar fuera de aquí sería mucho peor para ti porque tu eres su blanco, solo te pido que por un momento dejes de ser tan infantil y entiendas que te estoy protegiendo del peligro —. Tener que explicar tanto le molestaba, Ivette se comportaba como una niña haciendo berrinche.

—Peligro en el que tú me pusiste —. Le gritó al tiempo que lo señalaba con un dedo.

—De todas formas, hay probabilidades de que lleves mi hijo en tu vientre, no permitiré que te expongas. Esta vez... — Se detuvo como si se arrepintese de lo que iba a decir — en fin, no te irás de aquí.

—No sabes el asco que siento al saber que puedo cargar con este horror dentro de mí —. Quería molestarlo, estaba segura de que no había bebé.

Caden ya estaba por salir pero al escucharla se giró y fue hasta ella, estaban tan cerca que ambos escuchaban su respiración.

—Más asco siento yo de ti cuando manifiestas odio y te refieres como “horror” a un ser inocente que serás tú quién le de vida, viéndolo de ese modo tú eres el animal aquí —. Esta vez si se marchó, Ivette le gritaba para que se detuviera, pero el la ignoró de tal forma que ni parecía que podía escuchar.

No sabia nada de la maternidad, ni su madre ni los sirvientes le habian explicado eso, ni siquiera sabía de que forma ni por donde salía el bebé de un vientre.

Necesitaba un consejo, en momentos así acudía a Sophie, pero como ella no estaba iría con Arthur, él siempre era claro en sus palabras, sin importar a quien fuera le decía las cosas tal y como debía.

El viejo Arthur descansaba sobre la paja del establo.

—Necesito tu ayuda anciano.

—Vaya forma de pedirla, no estaría nada mal si viniese más amable mi lady —. Contestó levantándose.

—Dejate de formalidades, necesito contarle esto a alguien o me voy a ahogar.

—Nada te detiene, cuentame que te inquieta.

—Creo que estoy encinta, Caden me reclamó por qué no fue avisado y le dije cosas horribles acerca del bebé —. Ivette mantuvo la cabeza baja al decir esto.

Aquello había sucedido más rápido de lo esperado.

—Eso solo tiene una explicación —. Agregó con cara de preocupado mientras se rascaba la barba.

Arthur siempre solía ser muy comprensivo y bueno con los consejos, Ivette esperaba que alguno la tranquilizara.

—¿Cual? —. Preguntó con curiosidad.

—Que mi sobrino no pierde tiempo —. Arthur estalló en una carcajada con lo que él supuso que era un gran chiste.

—Esto va en serio, agradecería que pusieras pausa a esas bromas. Dije cosas horribles, llamé horror a la vida que probablemente esté dentro de mí, yo desconozco todo esto de ser madre, este no era el mejor momento para la llegada de un bebé y esto es algo que no me causa emoción.

—No es sabio sacar conclusiones y desarrollar sentimientos cuando tienes poco conocimiento sobre algo —. Esta vez Arthur si estaba muy concentrado en escuchar a Ivette.

—Ya lo sé, no pensé con claridad, solo dije las palabras que creí correctas.

                             ***
Tal y como Caden había dicho el médico se presentó en la mañana cuando casi todos los que vivían en el castillo incluyendo algunos de los sirvientes, estaban en la iglesia, solo Ivette y Caden se habían quedado.

—¿Como será? —. Preguntaba Ivette con curiosidad, mientras Caden la ignoraba la mayor parte del tiempo.

—Sencillo, solo tendrás que desnudarte y dejar que el médico haga una herida en tu vientre para poder ver si hay bebé —. Mantenía las manos cubriendo su rostro.

—Caden... Eso podría matarme, además dolerá mucho —. Respondió asustada, aquel método se escuchaba muy cruel, con razón su madre solo tuvo tres hijos.

Sin poder creer lo que acababa de escuchar Caden le lanzó una mirada de confusión.

—Esto no puede ser verdad, obvio que algo así podría matarte, no lo decía en serio —. Aveces lo inexperta que era su esposa le causaba ternura, otras veces le irritaba, pero no podía culparla, nadie la mantuvo orientada con respecto a aquello.

Luego de pasar un momento ek el salón el médico fue guiado hasta la habitación de Ivette, allí estaban ella y Caden esperando.

—Ansiosos, ¿cierto? La llegada del primer bebé siempre es emocionante.

Tanto Caden como Ivette se quedaron en silencio, no había emoción por ninguna de las dos partes. 

Las pruebas de embarazo era algo sencillo, el médico pediría que Ivette depositara si orina en un pequeño envase de cristal, luego echaría cebada a la orina, si esta crecía, existía embarazo.

Así lo hizo luego de explicar, tanto Caden como él abandonaron la habitación dándole privacidad a Ivette, cuando esta terminó los llamó para que entrasen nuevamente.

Estaba un poco avergonzada, sentía que aquella prueba era algo un tanto asqueroso.

Esperaban el cambio en la cebada lo cual no ocurrió, todo estaba normal. Como algunas pruebas solían fallar el médico recurrió a la segunda, sumergir un listón en la orina y luego quemarlo, si el olor que desprendía causaba molestias en Ivette, era casi segura la llegada de un heredero del condado.

Balanceaba el listón muy cercano a la nariz de Ivette. Caden veia todo de cerca, estaba muy nervioso esperando al fin un resultado.




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