Su velocidad no se podía igualar con la de Caden, jamás lo detendría, pero tampoco podía rendirse y permitir que se manchara sus manos, Steve era un hombre perverso que no lo valía, si lo mataba tendría que explicar sus razones, eso expondria a Ivette a verse involucrada en un escándalo de lo peor, aquello no le preocupaba, que Caden fuese encarcelado sí. Tal cosa lo decepcionaría, sentiría que le estaba faltando a la memoria de Élise.
—Caden por favor detente... Por favor —. Dijo exhausta por haberse forzado tanto.
Al escuchar sus palabras suplicantes se detuvo, caminó atrás donde estaba alla.
—¿Estás bien? —. Preguntó viéndola de pies a cabeza, cuando llegó no pudo asegurarse bien si estaba herida o no.
—Estoy bien, olvida ese hombre, no vale la pena.
—No serás tú quien se manche las manos, dejame hacerlo pagar por lo que te hizo, el mismo castigo debería tener yo.
—Shhh, silencio —. Susurró Ivette al tiempo que se abalanzó sobre los labios de su marido, no sabia si era lo correcto, pero por mucho tiempo había deseado hacerlo, Caden correspondió a aquel beso como si fuera su refugio.
A los pocos segundos se separaron, pero continuaron abrazados.
—Necesito volver.
—No, no lo harás, quiero que visitemos el lago —. No quería visitar el lago en realidad, pero esa era la mejor forma de evitar que Caden cometiera algo de lo que luego se pudiera arrepentir.
Perfecto, Ivette queria visitar el lago, justo donde estaba la cabaña, justo el lugar donde comenzó la pesadilla de su matrimonio. No sabia que decir, pero por la forma en que lo miraba era obvio que aceptaría todo tipo de respuesta, menos un no.
—No creo que sea buena idea ir a ese lugar —. Constentó rascándose la cabeza.
—En ese lugar arreglaban tus padres sus diferencias, ¿recuerdas? —. Estaba agotando sus recursos para convencerlo, cuando ya no creia que aceptaría lo escuchó hablar.
—Vamos.
Lo tomó de la mano y empezaron a caminar juntos en dirección al lado, ninguno decia nada.
En ocasiones Ivette se detenía a cortar algunas flores, las llevaba en la mano porque había extraviado la cesta tras el ataque de Steve.
—Toma —. Caden extendió su mano para darle una frágil y marchita rosa blanca.
—Gracias.
Entretenerse recogiendo flores los hizo olvidarse del cansancio, el lago no estaba tan cerca que digamos. Cuando llegaron allí Ivette se fijó en los escombros de la cabaña, solo quedaban las columnas de ladrillos, lo demás se destruyó con el fuego.
Caden notó como Ivette miraba todo, se sintió avergonzado.
Se quitó la camisa y corrió hacia el agua como un niño entusiasmado.
No se bañaría en el lago, Ivette solo metia los pies en el agua y disfrutaba del paisaje, no miraba a Caden fijamente, casi estaba desnudo, y el agua hacia que “sus atributos” resaltaran más.
Viéndola tan distraída Caden nadó a la orilla.
—¿No te meterás al agua? Está deliciosa —. Preguntó sacudiendose el pelo.
—¿Qué? No, yo nunca... Es decir, jamás me he bañado en un lago, no sé nadar y tengo miedo de lo que pueda haber dentro del agua.
—Púes estoy yo.
—Ya sabes lo que quise decir, no te hagas el gracioso.
Saliendo por completo del agua Caden fue hasta donde Ivette estaba sentada, las fotos de agua bajando por su musculoso pecho, el pelo mojado y pegado a su cara lo hacian verse demasiado atractivo bajo la luz del sol.
Ivette se sentía nerviosa con cada paso que daba hacia ella, Caden era tan intimidante como la primera vez que lo vio.
Se sentó a su lado, tan cerca que el agua que caia de su pelo logró mojar el vestido de Ivette.
—¿Estás nervioso? puedo escuchar lo rápido que late tu corazón.
—No, no lo estoy.
—Entonces, ¿qué te pasa? Se supone que soy yo quien debería estar así.
—Explicarlo con palabras no serviría —. Se abalanzó sobre ella y la besó apasionadamente, esperaba que ella le diera una bofetada, pero fue todo lo contrario, Ivette correspondió a su beso con la misma pasión.
Ambos extrañaban besarse, esta vez era diferente, el beso estaba cargado de muchisimas emociones, eran conscientes de que se hacían falta uno al otro.
El deseo fluia violentamente por las venas de Ivette, cuando Caden la tumbó en la hierba estaba deseando que la tocara, que no parase de besarla.
En el momento en que empezó con dedos torpes a desabrocharle los botones del vestido, ella alzó su mano para ayudarle. Caden la besaba por todas partes, besó su cuello, sus senos desnudos. En el instante en que acarició su pezón Ivette experimentó una sensación salvaje que se extendía desde sus senos hasta sus piernas. Hundió las manos en el pelo de Caden, sintiendo como cada vez el momento ganaba más intensidad.
—Caden — Jadeó — Oh Caden.
—Quiero desnudarte por completo, ¿te parece bien?
—Es que... Mi madre dice que una buena mujer no hace cosas inmorales, eso incluye desnudarse y hacer ruido mientras está con su esposo.
—Yo no quiero que te contengas, quiero escucharte gritar, saber que lo disfrutas.
—Alguien podría vernos, desnudarnos al aire libre no sería muy decente.
—¿Quien dijo que haríamos cosas decentes? —. Susurró mientras le quitaba el vestido.
Sus palabras irradiaban deseo, ella también deseaba estar en sus brazos y que dominara cara rincón de su cuerpo. Sabía que al hacer esto no habría marcha atrás y sería suya en cuerpo y alma, solo lo querria a él, sentir sus manos tocándola, sus labios sobre los suyos cada vez más sedientos. Pasó la mano por su muslo con lujuria y algo en su mente le ordenó detenerlo.
—Esto no... no deberíamos...—dijo ella entre gemidos con voz entrecortada.
—Entonces pídeme que pare, dime que no lo deseas tanto como yo y te juro que no te tocaré, pero mientras lo digas mirame a los ojos y sé convincente porque tu cuerpo ya habló por ti y no mentía —. Continuó besándola con fervor.