El significado de las rosas

Capítulo Diecinueve

Muriendo, Sophie estaba muriendo. Era peor aún que justo delante de sus narices su padre ya le estuviera buscando reemplazo, todo por su maldito beneficio, ahora menos aceptaría a Rose.

—Es el ser más despreciable que ha podido existir, desperdicio humano —. Sentía un enorme ira en su interior como si fuese a estallar, quería arrojar cosas al piso, derquitarse con algo, en lugar de eso solo insultó a su padre.

—Cuida el tono en que me hablas, puedes estar casada y aún así no dejas de ser mi hija, me debes respeto —. Tenía el mismo carácter de Ivette, en eso era muy parecida a él.

—No se equivoque padre — una sonrisa amarga se curvó en sus labios —Ahora es inferior a mí, es usted quien debería cuidar la forma en que me habla, recuerde que de la nada sus negocios podrían dejar de funcionar.

—De eso se encarga tu marido, no trates de usarlo como chantaje.

—Después del rey, en Wiltshire se hace lo que diga Caden, y Caden hace lo que a mi me complazca. Pasa linde tarde padre.

Nunca se había atrevido a desafiarlo, solo era una amenaza, sabotear sus negocios seria llegar muy lejos.

Ahora que sabia lo de Sophie tenía un nudo atando su garganta, tal vez fue un error, la enfermedad no podía ser tan mala, a lo mejor era un resfriado y por eso dolía su pecho, sophie era demasiado joven para tener una enfermedad tan grave como esa de la que habló su padre.

¿Acaso sabia Sophie que estaba muriendo? De ser así lo había disimulado muy bien cuando le contó a cerca de su dolor en el pecho.

No le mencionaría el tema otra vez, no quería ser ella quien le dijera aquella horrible noticia, si la veía no seria capaz de contenerse, no podía ver a su hermana, mejor amiga y apoyo incondicional derrumbandose y vencida por un mal, no seria capaz de ver aquello, quería creer que se trataba de un error.

Al regresar al salón otra vez estaba Caden hablando con Rose, perfecto, se comportaba como si ella tuviera algo especial, él nunca solía ser muy sociable.

Lo peor de todo es que Rose parecía notar el disgusto de Ivette y aún así no se alejaba, continuaba abanicandose con elegancia como si nada le importase.

—No cabe duda que es una copia barata de mí —. Ivette hablaba para sí misma.

Ya no tenía nada que hacer, conocía el motivo de la llegada de su hermana bastarda, conocía el estado de salud de Sophie y se había reunido con su amiga y hermano, esto último fue lo único bueno de la falsa reunión familiar.

Llena de nostalgia Ivette subió a su antigua habitación, el día fue un poco cargado, y últimamente se estaba sintiendo muy cansada.

Al entrar todo estaba tal y como lo dejó, se imaginó que aquello tuvo que ser obra de Sophie, incluso las rosas blancas que Caden le había regalado cuando fingían estar comprometidos estaban ahí, obviamente en el peor de los estados, pero ahí estaban, también aquella rosa sencilla que le dio en la feria, esa estaba aplastada dentro de un libro.

Al tomarla recordó aquel día, las imprudencias de Sophie y la cara de sus padres cuando insultó a los LeBlanc, sintió nostalgia.

«Le damos valor a los momentos cuando ha pasado mucho tiempo y no son más que recuerdos».

Deseó haber reído muchísimo, haber disfrutado cada instante, patinar en el piso mojado de la iglesia como Marie y Sophie habían sugerido, saber que su hermana estaba tan mal la hizo darse cuenta que la vida es un parpadeo y no sabes en que momento se puede meter una basura al ojo y cerrarlo para siempre.

Quería ser fuerte, si desde ahora ya iba a mostrar debilidad solo estorbaría en darle ánimos a su pequeña hermana.

Estar demasiado sumida en los recuerdos no la hizo notar que Caden llevaba varios minutos observándola, estaba sentado en la cama.

—¿Qué? Te creía muy ocupado, no esperaba verte aquí tan rápido.

—Has estado llorando, ven aquí —. Trató de abrazarla, pero Ivette se soltó.

—No te acerques, prefieres pasar todo el día hablando con una desconocida en vez de darle apoyo a tu esposa.

—¿Como puedo darle apoyo a mi esposa si ni siquiera se cuando lo necesita?

—Si no le prestas atención no puedes saberlo.

—Cuando le presto atención mi esposa solo piensa en sexo, ante todo la solución es sexo. No creo que ese sea el apoyo del que hablas.

Ivette no tenía nada que responder a eso, en verdad siempre que Caden se acercaba, ella lo interpretaba como una provocación sexual, no lo era, pero bueno, ella le daba el significado que quisiera.

—Por primera vez en tu vida confía en mí, ¿recuerdas la noche de tus pesadillas? Yo te protegeré, ma rose, solo confía —. La abrazó sin más, sabia que estaba llorando, a lo mejor era la visita de Rose lo que le atormentaba, no había otra explicación.

                              ***

—¿Qué te parece madre? Fuimos invitadas a Wiltshire Court —. Rose caminaba con elegancia de un lado a otro en la habitación, nunca había sido invitada al castillo de un Conde, realmente nunca había sido invitada a ningún lugar, ella y su madre no eran más que dos bribonas jugando a ser de la élite.

Su falta de dinero fue recompensada con una gran belleza y una buena educación, con aquellos modales nadie podría decir que era pobre.

—Fuiste invitada tú, cariño.

—Yo no iré a ningún lugar sin ti, madre, se lo diré de inmediato a mi hermana.

Rachelle tenia un plan, en el poco tiempo que observó a Ivette y Caden pudo notar lo defectuoso que estaba su matrimonio, tan poco duradero como bailar al borde del abismo. 

—No seas tonta Rose, no puedes perderte esta oportunidad, ganate su confianza, ya te llevas bien con el señor LeBlanc, no serán difíciles los siguientes pasos —. En efecto Rachelle le estaba sugiriendo seducir a Caden, volverse su amante, sin duda era una mujer capaz de todo con tal de lograr su objetivo.

—En un día te inventas un plan, admiro esa habilidad, madre.




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