Rose era hiriente con sus palabras, ese era el objetivo principal, odiaba que Ivette y los demás tuvieran una vida perfecta, mientras ella tuvo que vivir en la miseria y lejos de su padre por el hecho de ser bastarda.
Una cosa estaba confirmada, ella era más fría que Ivette, irradiaba odio de solo verla, su sonrisa solo era una máscara para proyectar amabilidad donde solo habian sentimientos negativos, no habia una razón para herir a su hermana, simplemente queria todo de ella, hasta su vida.
—Puedes inventar el final que desees, pero solo el autor decide como y cuando termina la historia. Y es porque se trata de su historia que solo él tiene derecho a cambiarla —. Aunque rose la habia hecho trizas con la noticia de su posible matrimonio con su violador, Ivette se negaba a dejarse pisotear de ella.
—No tengo intención de causarte un disgusto, en tu estado no es favorable, solo quería darte la noticia personalmente —. Rose estaba siendo la hipócresia personificada cada que abría la boca. Su actuación se debía a que sintió pasos detrás de ella, Sophie estaba llegando.
Era casi imposible no percibir lo molesta que estaba Ivette, y la satisfacción que sentía Rose, su media sonrisa lo decia todo.
—Salgamos a caminar — Como de costumbre Sophie estaba alzando la voz, pudo notar que Rose parecía haber entendido que la invitación también iba dirigida a ella y entonces terminó de hablar — ¿Quieres? Ivy.
Con esto le confirmó que solo le estaba hablando a Ivette, no se trataba de que Rose le cayera mal a Sophie, para ser exactos la única persona que Sophie detestaba era a Dawson, pero no siempre fue así, hubo un tiempo en que lo quiso mucho, casi como a un mejor amigo, tras la traición de Dawson ella solo empezó a odiarlo cada vez más.
Sophie era alguien alegre, con un corazón demasiado bueno para su propio mal, solo por Ivette ella era capaz de despertar sentimientos negativos hacia alguien, eso sucedió con Dawson.
Por supuesto que saldría a caminar, si se quedaba escuchando a Rose un momento más, acabaría abofeteandola como mujerzuela en plaza.
No dio respuesta a Sophie, solo pasó rozandole el hombro a Rose y dándole una mirada de advertencia, ella no iba a fastidiar su existencia.
Al salir de casa ninguna decía nada, Sophie ya se había dado cuenta de la acalorada discusión que mantenían sus hermanas antes de que ella interrumpiera.
Llevarse a Ivette a caminar era una forma de que la discusión cesara.
Otra vez juntas, ninguna hubiese querido que fuera de esa forma, pero no eran ellas quienes decidían, en un mundo donde la iglesia y los hombres son los que mandan, las mujeres solo son peones en el juego.
El sol no había salido, aquello le daba un aspecto terrorífico y triate al día, aún era temprano aunque no lo parecía.
No habían tantas personas circulando por las calles, solo algunos oficiales que vigilaban a Ivette de cerca, a lo mejor sospechaban que Caden podía volver por ella en cuanto tuviera la oportunidad.
Las calles vacías, el olor embriagador del café caliente, Sophie que no paraba de hablar, todo se sentía tan raro, si el dia anterior alguien le hubiese dicho que se sentiría así jamás lo hubiese creído, muchisimos planes que se resumieron a nada, un posible compromiso con el hombre que la violó y habia intentado matarla en dos ocasiones, su vida estaba de cabeza y cada vez peor, podía sentirlo en su corazón.
Otra cosa que le atormentaba era no saber de Caden, saber si sobrevivió, si ya estaba fuera de peligro e iba rumbo a su destino, eran demasiadas cosas.
Mientras caminaba tranquilamente con Sophie alguien se atravesó en su camino, era Dawson, de nuevo con ese aspecto descuidado aunque tan guapo como siempre, estaba recostado de una pared y fumaba con una vieja pipa.
Sophie le lanzaba miradas de odio, Ivette se limitó a mirarlo siquiera, solo continuó su camino, aunque luego lo pensó y llegó a la conclusión de que era mejor regresar a casa y evitar a Dawson.
Demasiado tarde, ya estaba en frente de ellas, quiso saludar a Sophie pero esta lo rechazó retirando su mano en cuanto Dawson se la tomó para darle un beso. A pesar de que se comportaba como un caballero Sophie no podía evitar odiarlo, le molestaba que Ivette no hiciera lo mismo.
—Señora Ivette —. Saludó con algo de sarcasmo.
Era obvio que sabía lo de Caden.
—Ahorrate las formalidades, a estas alturas ya debes estar enterado de lo que pasó y por eso aquí estás acosando a Ivette, evita ser tan ridículo —. Sophie lo miraba de pies a cabeza, cada vez lo soportaba menos, es que aquel hombre nunca sabia cuando rendirse.
—Siempre tan femenina y sofisticada señorita Sophie —. Al sonreír se le formaron esos hoyuelos que lo hacían ver tan guapo.
Ivette asintió con la cabeza como forma de saludo, luego tomó a Sophie de la mano para alejarse.
—No es muy inteligente de tu parte tratar de evitarlo ahora, mejor continua y que nadie vea que estás afectada —. Esta vez Sophie bajó la voz para que solo Ivette pudiera escucharla.
Tenía razón, si se daba la vuelta le daría la razón a todo aquel que la miraba de forma acusadora, a lo mejor la culpaban por casarse con un usurpador, alguien que no tenía sangre noble corriendo por sus venas, en ciertas cosas Gregor tenía razón, los comentarios nunca cesarían a menos que pasara algo más que provocara a que aquello quedara en el olvido.
—Sophie tiene razón, Dawson —. Fue cortante, no tenia la más mínima intención de plantar una conversación.
A pesar de que cada quien había seguido su camino Dawson conocía a Ivette mejor que nadie, podía ver la tristeza en sus ojos, a lo mejor era por la vergüenza que un matrimonio anulado por la misma iglesia y tener que volver a su casa con el miedo de que nunca nadie la pediría como esposa, nadie quería a una mujer que ya estuvo en la cama de otro hombre.