El significado de las rosas

Capitulo Veintisiete

Ambos estaban sorprendidos, ninguno esperaba ver esa reacción en el otro. Era como si el tiempo que habían pasado separados los había vuelto diferentes.

—Hablar de eso modo no te sienta —. Susurró mientras le acariciaba la mandíbula con ternura.

En otro momento Ivette habría saltado a sus brazos, sin embargo el rechazo de Caden la había herido.
Actuaba como un tonto, ¿como se atrevía a decir que el hijo que esperaba era de Dawson? Aquello era una total falta de respeto.

Con frialdad le apartó la mano.

—Deje de ser tuya, ya no decides sobre lo que me sienta y lo que no —. Hizo una reverencia llena de hipocresía y empezó a alejarse lentamente.

Era duro rechazarlo, pero el lo había hecho primero aparte de que asistió a la celebración con Addie aún sabiendo que todo lo que pasó fue gracias a su obsesión con el, era como si le estuviese agradeciendo todo el daño que le había causado.

Sus acciones estaban poniendo en duda todos esos lindos sentimientos que decía tener por Ivette, todo esos sueños que tenía y aseguraba verla en ellos, todo ese amor incondicional empezaba a desvanecerse como agua entre las manos.

Dolía, dolía en lo más profundo del corazón, pero no se humillaría una vez mas. En esa ocasión perdió toda esperanza y pensó en dejarle todo al destino, que las cosas fluyeran y que pasara lo peor si eso era lo que estaba planeado para ellos.

Para Caden también estaba siendo difícil tener que alejarla y que para ello tuviera que hacer que lo odiara en el proceso, pero ya no se trataba solo de ellos.

Tenía las manos atadas, a pesar de tener nuevamente el lugar como Conde no podía abusar de sus influencias y desahacer el matrimonio de Ivette, eso sería como desafiar a la iglesia, y desafiar a la iglesia era echarse la soga al cuello, arriesgarse a perder todo.

Estaba actuando con cautela, dentro de poco se le ocurriría algo, pero por ese momento solo le tocaba observar de lejos como Ivette estaba unida a otro hombre y probablemente ese mismo hombre se haría cargo de su hijo, necesitaba desmantelar ese circo antes de que pasara a algo peor.

—¿Por qué esa cara?, creí que hablar con él te haría feliz —. Sophie podía ver como la decepción se reflejaba en el rostro de su hermana.

—También lo creí, supongo que ambas nos equivocamos —. Su voz era tan baja que si continuaba hablando también lloraría.

—Volvamos adentro, es posible que hayan notado nuestra ausencia —. No la presionaría para que hable, de solo ver su rostro sabía que aquel encuentro no fue lo que Ivette esperaba.

Por última vez miró hacia atrás, Caden seguía allí, pero ni se había tomado la molestia de voltear a verla, solo estaba de pie mirando las estrellas.

Alguien la hizo reaccionar, era Addie, quien iba hacia Caden con algo de prisa.
Cuando se acercó Ivette y Sophie pudieron ver cuando Caden le ofreció sentarse en uno de los bancos donde la señora Miller solía compartir con sus amigas y tomar el té.

La curiosidad les ganó y se quedaron durante un instante, desde esa distancia podían ver como Caden le decía algo, Addie asentía y volteaba a verlas, las cosas no podían ir peor.

—No tiene caso seguir aquí —. Nuevamente insistió Sophie, esta vez tomó a su hermana del brazo obligándola a que dejara de tortutarse viendo aquella escena.

Sophie tenía razón era una pérdida de tiempo seguir allí, con su actitud Caden había demostrado que no le importaba en lo más mínimo saber de ella y su hijo, o acaso sabía fingir muy bien.

Dejándose guiar por su hermana Ivette se marchó del lugar aveces volteaba, pero Caden y Addie parecían estar sumidos en una interesante conversación, era como si ninguno notara su presencia.

Al regresar al salón todo seguia igual de animado, Dawson y su padre estaban reunidos con algunos hombres importantes de la región, mientras que otros bailaban.

Marie estaba al fondo probando algunos bocadillos. 
Ivette se convenció de que pasar tiempo con su mejor amiga le ayudaría a olvidar la indiferencia de Caden, siempre le había sido útil desahogarse con Marie.

—Si tan solo hablaran de como se mete un bebé en el vientre me quedara, pero como se que no lo harán mejor me retiro a criticar a los mal vestidos con mi madre —. Sophie tomó un sorbo de ponche y de abrió paso entre los invitados.

—¿Quieres explicarme como terminaste metida en este lío? —. La voz de Marie sonaba verdaderamente confusa, estar tan lejos no le ayudaba mucho a comprender el inicio de aquel caos.

Aveces hasta la propia Ivette se hacia la misma pregunta, era como si el destino no estuviera a su favor, cuando por fin empezaba a ser feliz algo malo sucedía.

—Todo se resume a Gregor Chadburn, mi adorado y monstruoso padre —. Con aquel nombre Ivette empezó a contarle todo a Marie con detalles.

Mientras tanto Gregor estaba en una esquna reprendiendo a Roger por el mal comportamiento que estaba teniendo desde que se casó, no iba a permitir escándalos.

Roger no prestaba atención a ninguna de sus palabras y solo se servía más y más vino.

—Maldita sea, deja la maldita botella y escuchame.

Como un niño enojado Roger se negó a entregar la botella y la abrazó como si su vida dependiese de ello.

—No es lo mejor que he probado, pero es gratis —. Perfecto, Roger estaba ebrio y hablándole a una botella.

—Escuchame bien — con disimulo Gregor logró arrancarle la botella de las manos a su hijo y entonces empezó con sus consejos que más bien parecían amenazas terroristas —No me importa si satisfaces tus necesidades de hombres mientras seas discreto.

Roger se sintió algo avergonzado, casi nunca hablaba de esos temas y menos con su padre.

—Soy discreto.

Nadie podía ser tan descarado, como es que era discreto y los comentarios de sus infidelidades habían llegado a todo Wiltshire, tenía que ser alguna broma.




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