El significado de las rosas

Capitulo Veintiocho


La señora Miller había caído en cama debido a su enfermedad en los huesos, la mansión cada vez se llenaba más y más de personas que acudían a saber de su salud, por lo que había dicho el médico aquella mujer estaba en sus últimos días puesto que la enfermedad estaba muy avanzada.

Era demasiado raro, pero Dawson no mostraba enojo a pesar de que tenía claro que Ivette estuvo a solas con Caden. Su tranquilidad dejaba a Ivette llena de preocupaciones, él continuaba actuando normal, pero en el fondo todos sabían que estaba planeando algo.

—¿Qué tanto piensas? —. Preguntó Ivette mientras observaba a Sophie pérdida entre sus propios pensamientos.

Sophie no tenía buen aspecto, en los últimos días estaba más palida de lo normal, había bajado de peso, pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo.

—Es Dawson, no me fío de su amabilidad.

Ivette sentía exactamente lo mismo que su hermana, necesitaba al menos que Dawson mostrara sus verdaderas intenciones, saber lo que le esperaba era mejor que llevarse una sorpresa.

—Me da miedo que esté tan tranquilo —. Juntó sus manos como si fuese a rezar.

Solo tocaba esperar.

—Nuestro sobrino es tan hermoso —. Alardeo Sophie con orgullo, era mejor hablar de eso que preocuparse por la actitud de Dawson.

—Es un niño precioso sin duda, me alegra que Marie no lo haya nombrado como nuestro padre.

—Totalmente de acuerdo, el nombre del abuelo fue la mejor opción.

—Jamie es un buen nombre —. Declaró Ivette al tiempo que se imaginaba el día en que tendría su bebé entre sus brazos.

—¿Alguna vez te lo has preguntado? —. Esta vez Sophie bajó la voz, siempre que se trataba de un chisme hacia lo mismo.

—¿Como es que Marie tenía meses encinta y nunca nos dimos cuenta? Si. —. Ivette tampoco podía evitar darle vuelta a lo mismo.

—Es simple, no teníamos idea de lo que era un embarazo —.  Se burló con descaro.

A pesar de su tono chistoso Sophie tenía razón, podían tener las señales en sus propias narices y por su falta de conocimiento acerca del tema jamás se habrían dado cuenta.

El hijo de Marie y Roger había nacido, pero se trasladaron a casa de los padres de Ivette a los pocos días.

Un grito las hizo salir despavoridas hacia el pasillo, provenía de la habitación de la señora Miller, ambas se miraron comprendiendo lo que acababa de suceder, la vieja insoportable había fallecido.

La señora Miller no era un alma de Dios que digamos, pero tampoco había sido tan mala con Ivette, en ocasiones la había defendido de los ataques de locura de Dawson, para su conveniencia por supuesto, pero había intervenido.

—Partió a los brazos del señor —. Era triste perder a una madre, se imaginaba la reacción de Dawson al regresar a casa y darse cuenta de que su madre falleció.

—A los brazos de satanás querrás decir, en el infierno ella le dará clases de maldad al diablo —. Sophie lo decía con cara muy seria.

A pesar del momento tan triste Ivette no pudo evitar soltar una carcajada, era imprudente, pero el comentario de Sophie no le había dejado opción.

Secándose la lágrimas Ivette tomó a su hermana de la mano para luego acudir ambas al cuarto donde se encontraba el cuerpo de su suegra.

Allí solo estaban el padre Martin y el médico que por su mirada dejaban más que claro que debían irse de allí.

Ivette y Sophie nunca habían visto a alguien muerto tan de cerca, la señora Miller parecía dormida y tenía aspecto de un ser sobrenatural con aquella piel tan blanca.

No pasó mucho tiempo para que corriese la voz, más si era de alguien rico como un miembro de la familia Miller.

Los sirvientes preparaban todo para el funeral, ya sabían lo que tenían que hacer. Dos chicas jóvenes se ofrecieron a ayudar a Ivette y Sophie ya que más tarde estarían muy ocupadas.

Ropa negra, ambas odiaban vestir con aquel color tan triste.

                              ***

Tal como era de esperarse personas de todo el lugar empezaron a llegar a la mansión, debido a que Dawson no se encontraba todos acudian a darle el pésame a Ivette, según las costumbres Ivette era como hija de la señora Miller.

Sophie no hacía más que comer y criticar la vestimenta de todos los allí presente, aveces no podía evitar reír.

Eva, Gregor y Rose estaban en camino, lo primero que hizo Ivette fue avisarle de lo sucedido.

Lo menos que esperaba era la presencia de Caden, Athur, Anna y Addie. Era extraño porque Anna fue enviada lejos según le habían dicho.

La nostalgia le ganó, abandonó el lugar donde estaba sentada y fue a darle un gran abrazo al tío Arthur, no le importaba si no era visto con buenos ojos, aquel hombre había sido más que un padre para ella, siempre comprensivo e incluso defendiéndola más que a sus sobrinos, en él vio la figura paterna que cualquiera habría querido tener.

—Pequeña, veo que no soy el único con panza enorme por aquí —. Su mirada llevaba tanto cariño consigo, era evidente lo feliz que le hacia ver a Ivette de nuevo.

—En unos meses seré la misma, todo lo contrario a otros —. Ivette le devolvió la misma sonrisa emotiva.

Anna mantenía la cabeza baja, nunca le había pedido disculpas a Ivette por lo que pasó esa noche en la cabaña.
Addie hacia lo mismo, de ellos los únicos que tenían su semblante de siempre eran Arthur y Caden.

Deseaba que al menos Caden le dedicara una mirada, mientras que él miraba a todos los lugares excepto a ese donde se encontraba Ivette.

—¿El señor Dawson no está? —. Caden se dirigió a Ivette como si se tratase de una desconocida.

—No —. Ella actuó del mismo modo con una respuesta cortante.

En cuanto recibió su respuesta Caden se marchó, por la dirección que tomó parecía como si fuera al patio trasero.

Todos la miraban incrédulos, ¿como era posible que no estuviese ocupando su lugar como señora de la casa? En vez de eso estaba sonriendo y platicando con la familia de su ex marido, una falta de moral según los que la observaban.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.