El Silencio De Los Deseos

Culpa. Parte. – 3.

De camino, Nicolás se encontraba ansioso por conocer a su padre, lo demostraba con cada pregunta que le hacia a Joan, estaba muy interesado, su curiosidad era inmensa y necesitaba saciarla, mientras que Nicol lo observaba con una mirada triste, mientras que cada palabra lo hacían sentir incómodos a todos a excepción de Joan que estaba muy relajado y con su tono orgulloso le respondía a cada inquietud que surgia en su amigo.

Llegan a un cementerio y todos bajan.

—¿Tu papá trabaja en un cementerio?.

Esa pregunta hizo que Nicol se enfadará y lo golpea con su codo para que se callara, hacen su camino hasta casi al fondo del lugar y llegan a una tumba un tanto descuidada, él se agacha dejando caer su peso en los pies y toca con suavidad la lapida fría, sonríe con orgullo y angustia.

—Hola pa.

—¡¿Que?!.

Nicolás logra entender la situación, él había pensado que su padre se encontraba a vivo, nunca pensó que ya no estaba, una sensación de culpa, de vergüenza e incomodidad invadían su corazón, se sentía fuera de lugar.

—Perdón, yo creí...

—No importa, para mi él nunca nos dejo.

Todos se quedan en silencio mientras Joan sigue agachado mirando la lapida, todos le dan su espacio para que su mente pueda fingir estar a solas y que su personalidad salga más natural.

—Hola señor, me llamo Estefania soy amiga de este pequeño pervertido.

Lo dice mientras se agacha a su lado tomando la misma postura que él.

—Me hubiera gustado conocerlo.
Él esta bien, es muy fuerte, ya hizo amigos reales y esta muy feliz, creo, así que no tiene de que preocuparse, yo estoy cuidandolo, no voy a dejarlo solo, voy a tratar de acompañarlo siempre que pueda, se lo prometo.

Mientras decía esas palabras el aprieta la mano de ella y le da las gracias, unas gotas caen de sus ojos, su cabeza la tiene agachada, estaba escondido y solo puede pronunciar una sola frase.

-Te extraño.

Le dice al vacío, en voz baja, ni él mismo logró escucuchar su pequeña frase, observaba esa fría lapida con su nombre tallado, se acerca Nicol y posa su mano en su cabeza, Nicolás apoya la suya en su hombro.

—Tienes que ser fuerte hermano.

Lo dice mientras aguanta no llorar, hacia una fuerza inhumana para no quebrarse en un llanto, no quería contagiar su tristeza, quería seguir manteniendo su imagen de fuerte.

—¿Lo dice quien esta llorando?.

Le habla Nicol mientras lo observaba tratando de deducir su caída emocional.

Los minutos pasaron escondidos en el silencio, dejaron que la mente de Joel pueda despejarse y a Nicolás desahogarse, que limpiera su corazón y sus emociones se reinician por completo, una vez que todas sus emociones se tranquilizaron se despiden y se alejan del lugar.

Los tres deciden no terminar su juntada y se van a comer a un parque para hacerlo distraer a Joan, pasan su tiempo a risas, mientras Erick observaba a Joan con una de las mejores sonrisas que habia visto, era tan natural, jamas se le cruzo por su mente el interponerse, lo veía como resplandecía diferente con cada persona, era inevitable su felicidad al verlo con tanta gracia, sonreia por razones ajenas a la conversacion que ellos tenian.

Su misión había sido cumplida, lograron despejar su tristeza a grades risas, lograron que Joan sonria con naturalidad y que su corazon lata con normalidad, que no se sienta solo.

Dejan a Nicol y Nicolás en sus casas, era el turno de Estefania.

—Dime donde es tu casa, así te llevo.

Ella piensa por unos segundos y comienza a darles unas direcciones un tanto confusa.

—Gracias, me sacaste un peso enorme.

Le dice Joan mientras mira hacia el frente, solo le da vistazos rápidos mientras recitaba esas palabras.

—Gracias a ti, me ayudas en todo, además lo quería conocer a tu padre.

A él se le escapa una sonrisa que se podía apreciar apenas bajo los faros de autos ajenos que pasaban al lado, ella alcanza a notar como sonríe y en un acto de reflejo su cara se sonroja, mientras su corazon comenzaba a acelerarse comienza a sentir un cosquilleo inquieto y una leve presion en el pecho haciéndola contagiarse de su sonrisa mientras se perdía en la inmensidad de sus ojos.

Llegan hasta la dirección indicada a voz por ella, era una casa con un hermoso frente, lleno de flores, las rejas de color negra brillaban en la tenue oscuridad, su casa era de dos pisos, muy elegante, con ventanales de su misma altura, ella saluda y se van, se queda parada enfrente de esa casa preciosa por unos segundos y se va del lugar, camina dos cuadras y llega a una casa descuidada de un solo piso, desde afuera se veía que era pequeña, ella se acerca y su hermana la esperaba afuera.

—¿Por fin llegas, como te fue?.

—Muy bien. Súper.

—¿Te viniste caminando?.

—Me trajo el padrastro de Joan.

—No paraste enfrente... ¿Le diste mal la dirección no?

Estefanía se pone triste y trata de evadir la pregunta, se sentía mal emocionalmente, no la veía a la cara, sus ojos se cristalizaron en cuestión de segundos.

—¿Porque te avergüenza, no?.

Ella solo deja su silencio como respuesta y pasa por el lado de su hermana mientras la mira con tristeza, tal vez de no darle lo que ella quiere, a Estefania le avergonzaba mostrar su casa ya que era muy descuidada, pero era lo máximo que podía pagar y eso la conformaba, pero esta vez era diferente, en su cabeza pensaba que si la vieran vivir ahí la dejarían de hablar, por que en varias ocasiones fue tema de burla, temia mucho que las cosas horribles que le decian se convirtieran en verdad, ya que esta llegando a su meta, no quiere volver a empezar, tenía miedo y maldecía a su imaginación que no la favorecía en ningún momento.

Alex M. Martínez



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En el texto hay: romance, amor, amitad y amor

Editado: 03.03.2025

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