El Silencio De Los Deseos

Caída. Parte. – 2.

Al día siguiente.

Estefanía caminaba hacia su escuela con su mirada clavada en su celular, a lo lejos ve la silueta de Joan que caminaba solo, ella apresura sus pasos para llegar rápido y sumar más minutos para gastarlos a su lado, pero antes de llegar aparece la misma chica que se lo llevó ayer.

Con un gusto amargo y una presión en el pecho decide no interrumpir, no quería molestarlo, así que hace su esfuerzo para ignorarlo y no interferir con aquella conversación que habían iniciado.

Una vez en el salón de clases, ella se acomoda como siempre, con su postura encorvada, desde atrás siente las manos frías de Joan.

—Endereza esa postura, si no te va a doler la espalda despues.

Él toma asiento en el lugar de siempre y la mira por unos cortos segundos, tratando de inspirarse para comenzar su oración.

—Perdón por lo de ayer.

—Esta bien, seguro tenías cosas más importantes que hacer.

—Espera, sonó como si lo dijeras con sarcasmo.

Cuando las clases terminaron, Estefanía espera a Joan en la puerta del curso, pero antes si quiera decirle una palabra Abril se lo lleva a la fuerza, ella quedó con las palabras en su cabeza y la duda de que dirá, no tuvo la oportunidad de hacer ni decir nada, solo fue una espectadora, suspira mientras agarra las tiras de su mochila con fuerza para apagar su enojo, ese malestar hacia que su imaginación volará y creará diferentes escenas, que muchas no tenían sentido si luego las revisara tranquila.

Los días pasaron y todo se había vuelto en una nueva rutina, Estefanía se iba con Camila y Karen, mientras Joan gastaba sus minutos con Abril, esa era la nueva rutina que se había armado sin que nadie la planificara.

Estando en el patio almorzando, Camila ve que Joan estaba hablando con Abril, la curiosidad la traicionó regalándole oleadas de ideas.

—¿Quien es esa chica que está con Joan?.

—No se, una amiga supongo.

—¿Una amiga? No parece que lo fueran Karen.

—Ella salió en una cita con él y Nicolás con su amiga, ahí empezó todo supongo.

Al oír las palabras de ellas su mirada cambia, no dejaba de mirarlos, ella se ahogaba sola en sus pensamientos sin dejar lugar ni siquiera para la duda, ella se torturaba con escenas irreales que solo en su cabeza tenía el mínimo sentido para creersela.

Karen al verla distraída y murmurando sola, se preocupa al verla en este estado, se notaba que estaba abrumada.

—¿Y tu estas bien con esto Estefi?.

—¿Con que?.

—Que él este con otra chica.

—Si, pero nosé por que me molesta, no quiero sentirme asi.

—¿Acaso no te estar...-

—¡Cállate Ka!.

El timbre suena y cada uno vuelve a sus respectivas aulas.

—¿Por que no me dejaste decirle? No ves que ella no se da cuenta.

—No quiero que se de cuenta, ya tengo suficiente con que Joan no se acuerde de mi, encima viene a aparecer esta chica.

—Ya me estoy cansanda de ti y de esto.

Lo dice en un tono bajo, casi susurrándole al viento, no quería que ella escuchara su oración, estaba bien así, era un alivio para si misma, un recordatorio a sus principios que aún estaban presente, no se habían perdido.

—¿Que dijiste?.

—Nada, no importa.

Joan se encontraba en su curso y le deja un papel sobre la mesa de Estefanía, ella lo abre subiendo levemente las expectativas, él perdido entre sus pensamientos que llegaban con el silencio total del aula, un sonido conocido hace que vuelva en si, pero se da cuenta que era su teléfono el que sonaba, rápidamente lo apaga bajo las órdenes de su profesor, él le entrega otro papel rápido, bajo las miradas escondidas de sus compañeros.

"Contesta por aquí, no mandes mensajes, ni llames"

Ella con suavidad y cautela reposa su respuesta sobre el gastado escritorio de Joan.

"No estoy enojada"

Ellos se pasan las horas hablando con ese estilo tan particular, tratando de resumir sus sentimientos en palabras escritas a mano, bajo presión de que no los descubran y los expongan ante todos, aún así, lo valía, ya que volvían a hablar luego de un tiempo donde solo cruzaron palabras cotidianas y de cortesía en forma monótona.

Esto había vuelto a reanudar los latidos de sus corazones, que al parecer estaban en reposo, desincronizados, perdidos, hoy se volvieron a encontrar, se sentía como si hubieran pasado siglos, casi se desvanecía las emociones que ambos vivían cuando estaban juntos.

Alex M. Martínez



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En el texto hay: romance, amor, amitad y amor

Editado: 03.03.2025

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