Había pasado dos meses desde aquel accidente, en la mente de Joan seguía igual, no podía dejar de culparse por lo sucedido, él no tuvo la fuerza que se necesitaba para salvarla, ese sentimiento lo torturaba cada noche.
Caminaba con un ramo de flores en la mano cuando se topa de frente con Nicolás.
—¿Te vas a visitar a tu padre?.
—No, voy a ir a ver a Estefanía.
—¿Ya veo, así que ya leíste la carta?.
—No, Nicol y Abril me dijeron lo mismo, no leí ninguna carta, no se de que hablan.
—¿A ti también te dejo una?.
—Si, pensé que tu ibas a ser el primero en leerla.
—¿Que dice la carta?.
—Ella escribió diferentes, no puedo decirte, ella me pidió que no te dijera nada.
—Quiero saber qué dice la mía.
—Seguro que se te habrá perdido, yo la encontré en el bolso, bueno, me voy, dale mis saludos a ella.
—Si, yo se los doy.
Ellos se despiden y siguen su camino, hace unos pasos y su teléfono suena, atiende y era Camila quien lo llamaba, le pedía tímidamente si podían encontrarse, acepta viendo que aún tenía tiempo, quería despejarse antes de ver a Estefanía, llega a una plaza y Camila estaba sentada sobre una manta, en la mano sostenía una canasta, él la saluda amablemente y se sienta, ella le sirve.
—Deberías dejar de ir a ver a Estefi, te está haciendo mal, solo lo digo por tu bien.
—Si, ya se, pero es que la extraño mucho, no puedo evitarlo.
—Karen está muy dolida, ella también la extraña.
—Cambiando de tema, últimamente me estás invitado mucho.
—Solo quiero que te distraigas, eso es todo.
—Te estás volviendo una acosadora, me sigues mucho después del cole, en los recreos, me espías, siempre me saludas.
—Es que tengo miedo de que hagas lo mismo que ella.
—No te preocupes, yo voy a seguir firme por ella, nada me va a pasar, siempre voy a mantenerme cuerdo.
Él sigue comiendo mientras ella saca temas al azar para mantenerlo distraído, lo mínimo que podía hacer es sacarle una sonrisa, era feliz viendo su rostro, sintiendo su presencia cerca, nada más le hacía faltá, su mundo era completo, recupero a aquel chico que dejó solo en aquella tarde, no estaba completo, pero con solo la mitad de él era más que suficiente.
Pasaron varios minutos y Joan decide irse para llegar a tiempo, la ayuda a juntar las cosas, pero ella se niega, quería quedarse ahí sola, él la despide con un abrazo dándole las gracias y se aleja del lugar, ella se queda sentada viendo como con cada paso que hacía se achicaba, se aleja de ella llevando consigo su felicidad, vuelve en si al oir que su teléfono sonaba.
—¿Que pasa Karen?.
—¿Donde estás? La tía te está buscando.
—Estoy en el parque.
—¿Estas con Joan, no?.
—Si.
—Deberías dejar de verlo, creen que te estás aprovechando ya que Estefi no está.
—¿Karen quieres acompañarme?.
Karen acepta, ella quería ayudarla, no quería dejarla sola en esa situación, sabía que ahora más que nunca la necesitaba.
Joan camina a pasos lentos y solo podía pensar en ella, sonreía con cada anécdota que recordaba, eso lo mantenía puesto en la realidad, camina por varios minutos largos, hasta por fin llegar a su destino.
Se acerca en silencio y se agacha tocando la fría lapida, sus ojos comienzan a cristalizarse y sentía que un nudo en la garganta lo apretaba, posa su ramo de flores en frente de él, se queda en silencio mirando con la cabeza agachada.
—No me acostumbro aún a tu ausencia, no te imaginas la falta que me haces, no llego a dormir bien, me hacen faltas tus palabras, hoy más que nunca, no se que hacer con mi vida, necesito de tus consejos, esos que me hacían sentir el más fuerte del mundo, me cuesta seguir.
Él comienza a intentar soportar ese llanto que lo atormentaba, le costaba aguantar esas lágrimas, sentía que se ahogaba solo.
—Nunca quise dejarte ir, jamas llegue a imaginarme un vida sin ti, ya me estoy por graduar, en dos semanas nos entregan los diplomas, me hubiera gustado tanto que estuvieras ahí papá.
Él se tapaba la cara tratando de olvidarse de la realidad en la que estaba, se pone de pie con el ramo de flores en la mano y se va del lugar sin mirar hacia atrás.
Luego de varios minutos caminando llega hasta al hospital, pasa pidiendo permiso y deja el ramo al lado de la cama de Estefi.
—Joan, si seguís trayendo flores vamos a tener que abrir un negocio.
—Perdon, es lo único que puedo hacer, además a ella le gustan, ¿Ella no mostró ninguna reacción?.
—No, aún no se movió.
Él mira hacia la cama donde estaba Estefi, ella dormía, estaba fuera de este mundo, aun conservaba su belleza tan peculiar.
—No saben si va a despertar, ya lleva dos meses en ese estado, no mostró ninguna respuesta.
—Ella va a despertar, yo sé que no se va a dar por vencida, confiemos en ella.
—¿Si, mi hermana es muy fuerte, verdad? Joan deberías tomarte un descanso, estás viniendo todos los días.
—Si, no quiero separarme de ella, vengo para contarle las cosas, creo que es lo único que me mantiene cuerdo.
—Hey, tu no tienes la culpa de nada, salvaste a mi hermana, la salvaste desde el día en que la conociste y esa noche diste todo por que ella viviera, no te culpes más por eso.
Ella le decía esas palabras mientras lo envuelve entre sus brazos intentando tapar sus heridas, apagar ese fuego que lo quemaba por dentro, intenta esconderse entre el pelo de ella para que no lo viera llorar, reprimiendo ese sentimiento que lo aliviaría.
Joan sale del hospital una vez que terminó la visita, ya era de noche, al salir se topa con Camila que lo esperaba sentada.
—Tienes que dejar de hacer esto, estás casi todos los días esperándome a la salida solo para acompañarme hasta mi casa.
—No quiero que nada te pase, estoy preocupada por ti, no quiero que hagas ninguna locura.
–Quedate tranquila que no lo voy a hacer, ya te lo dije.