A medida que pasaban los días, la tensión y la atracción entre Rogand y yo se volvía insostenible. No importaba cuánto intentáramos mantener nuestra relación en secreto, cada encuentro era una chispa que encendía un fuego incontrolable en nuestros corazones.
Una noche, después de una larga jornada laboral, Rogand y yo nos encontramos en un pequeño café lejos de la oficina y de las miradas curiosas. La conversación comenzó de manera casual, pero rápidamente se tornó intensa y emocional.
"No puedo seguir así," dije, mirando fijamente mi taza de café. "Este amor prohibido está consumiendo cada parte de mi vida."
Rogand tomó mi mano con ternura. "Lo sé, y siento lo mismo. Pero no puedo imaginar mi vida sin ti. Cada momento que paso lejos de ti es un tormento."
Nos miramos a los ojos, y supe que nuestras palabras eran sinceras. Rogand se acercó más, y en un impulso, lo besé con toda la pasión acumulada en mi interior. El mundo a nuestro alrededor desapareció, y por un instante, solo existíamos nosotros dos.
Sin embargo, la realidad nos alcanzó rápidamente. Sabíamos que nuestra relación no solo nos afectaba a nosotros, sino también a nuestras familias y al negocio. La tensión se acumulaba, y las discusiones se volvían más frecuentes.
Un día, mientras estábamos en la oficina, Lucas entró sin previo aviso. "Necesito hablar contigo," dijo, mirándome con preocupación. "¿Podemos hablar en privado?"
Asentí y lo seguí a una sala de reuniones cercana. "¿Qué sucede, Lucas?"
"Estoy preocupado por ti," dijo con sinceridad. "He notado que estás cada vez más distante y que algo te está afectando profundamente. ¿Hay algo que quieras contarme?"
Sentí un nudo en el estómago. Sabía que Lucas tenía buenas intenciones, pero no podía revelar la verdad. "Estoy bien, solo un poco estresada con el trabajo y los estudios."
Lucas me miró fijamente, claramente no convencido. "Si necesitas hablar, sabes que estoy aquí para ti, ¿verdad?"
Asentí, agradecida por su apoyo. "Gracias, Lucas. Realmente aprecio tu preocupación."
A medida que las semanas pasaban, la situación se volvía más complicada. Victoria seguía esparciendo rumores y sospechas, y mi padre parecía cada vez más preocupado por mi bienestar. Sabía que la relación con Rogand estaba en peligro, pero no podía dejar de amarlo.
Una noche, después de una cena familiar, Rogand y yo nos encontramos en nuestro lugar de encuentro habitual. "Necesitamos encontrar una solución," dije, con lágrimas en los ojos. "No podemos seguir viviendo así."
Rogand me abrazó con fuerza. "Lo sé, pero no puedo perderte. Eres todo para mí."
Nos miramos a los ojos, y en ese momento, supe que nuestra conexión era inquebrantable. A pesar de los obstáculos y las dificultades, nuestro amor era más fuerte que cualquier conflicto.