Los días siguientes fueron una mezcla de emociones intensas y conflictos constantes. Rogand y yo sabíamos que nuestra relación estaba en peligro, pero no podíamos alejarnos el uno del otro. Cada encuentro clandestino era una chispa que avivaba nuestro amor prohibido, pero también un recordatorio de los riesgos que corríamos.
Un día, mientras revisaba algunos documentos en mi oficina, Victoria entró sin previo aviso. "Necesito hablar contigo," dijo, con una expresión de preocupación en su rostro. "Claro, ¿de qué se trata?" pregunté, tratando de mantener la calma.
"He notado que últimamente has estado muy cerca de Rogand," dijo, mirándome fijamente. "Y hay rumores en la oficina que sugieren que hay algo más entre ustedes dos." Sentí un nudo en el estómago, pero intenté mantener la compostura. "Solo estamos trabajando juntos en un proyecto importante," respondí, con una sonrisa tensa. "No hay nada más." Victoria asintió lentamente, pero su expresión sugería que no estaba convencida. "Espero que sepas lo que estás haciendo. La reputación de la empresa y de tu familia está en juego."
Cuando Victoria salió de la oficina, sentí cómo la presión se acumulaba en mi pecho. Sabía que nuestra relación estaba en peligro de ser descubierta, y no podía permitir que eso sucediera.
Esa noche, me encontré con Rogand en nuestro lugar de encuentro secreto. "Victoria está empezando a sospechar," le dije, con una expresión de preocupación. "No sé cuánto tiempo más podremos mantener esto en secreto." Rogand me tomó de las manos. "Lo sé, pero no podemos renunciar a lo que tenemos. Encontraremos una manera de superar esto."
Nos abrazamos con fuerza, buscando consuelo en la cercanía del otro. Pero a medida que pasaban los días, la situación se volvía cada vez más insostenible. Las miradas sospechosas y los rumores en la oficina solo aumentaban nuestra ansiedad.
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Un día, mientras trabajaba en la oficina, Lucas entró sin previo aviso. "Necesito hablar contigo," dijo, con una expresión seria.
Asentí y lo seguí a una sala de reuniones cercana. "¿Qué sucede, Lucas?" "He escuchado rumores sobre ti y Rogand," dijo directamente. "Y quiero saber si son ciertos." Sentí cómo el pánico se apoderaba de mí. Sabía que este era el momento de la verdad. "Lucas, te prometo que todo es más complicado de lo que parece."
Lucas me miró con preocupación. "Solo quiero asegurarme de que estás bien y que no estás tomando decisiones que puedan herirte." Sentí una oleada de gratitud por su apoyo. "Gracias, Lucas. Realmente aprecio tu preocupación, pero necesito manejar esto por mi cuenta."
Lucas asintió, aunque seguía preocupado. "Si necesitas hablar, sabes que estoy aquí para ti."
A medida que las semanas pasaban, la presión seguía acumulándose. Finalmente, llegó el momento de enfrentar la verdad. Una tarde, mientras trabajaba en mi oficina, mi padre entró y cerró la puerta detrás de él. "Necesito hablar contigo," dijo con un tono grave. Sentí un nudo en el estómago mientras él se sentaba frente a mí. "¿De qué se trata, papá?" "Quiero que seas honesta conmigo," dijo, mirándome a los ojos. "¿Hay algo entre tú y Rogand?" Mi corazón latía con fuerza, y supe que este era el momento de la verdad. Tomé una profunda bocanada de aire y decidí ser sincera. "Sí, papá. Rogand y yo estamos juntos. Pero hemos intentado mantener nuestra relación en secreto para no afectar la empresa ni nuestra familia."
Mi padre cerró los ojos por un momento, procesando la información. Cuando los abrió de nuevo, supe que nuestra vida nunca volvería a ser la misma. "Entiendo," dijo finalmente. "Pero necesitamos encontrar una solución que no ponga en peligro todo lo que hemos construido."
Sentí una oleada de alivio al escuchar sus palabras. Sabía que habría desafíos por delante, pero estaba dispuesta a enfrentarlos con el apoyo de mi familia y el amor de Rogand.