El sueño del daimon

Capítulo 16. La petición de Eireka

Yerutí, quien había escuchado toda la conversación, intentó recuperar el dominio de su cuerpo, en vano. En verdad detestaba sentirse vulnerable, pero todavía sentía que podía revertir la situación, vencer al guardián de la música y convencerlo de que se uniera a ellos… como un aliado, no como un rehén.

Es así como recordó las palabras de Angapovó sobre que tenía un buen oído. Así es que cerró los ojos y sintió en su propia piel el cántico de los chochis, que se introducían en cada célula de su cuerpo. Apreció la forma de las notas, la armonía del silbido y el movimiento de los pulmones de esos pequeños pajaritos. Con todo eso, abrió la boca y trató de imitar el cántico de los chochis con su propia voz.

Los tres guardianes giraron sus cabezas hacia la joven daimon. Eireka abrió los ojos de la sorpresa, ya que no esperaba que ella descubriese el “truco” de su poder. Pero volvió a sentirse confiado al saber que ella no dominaba a los espíritus de la naturaleza, por lo que dijo:

  • Da igual cuánto lo intentes, al menos que seas un chamán nunca conseguirás liberarte de mi poder.

Fue así que Anahí procedió a imitar a Yerutí pero, al mismo tiempo, moldeó sus rezos a las tonadas de los silbidos y no perder el ritmo entonado por los pájaros.

  • Ah, olvidaba decírtelo – dijo Jaimei – en el grupo hay una chamán.

La última nota vocal de Anahí fue un sonido tan agudo, que consiguió espantar a los chochis y mandarlos volar bien lejos, perturbándolos con sus alaridos. Es así como Yerutí logró recuperar el dominio de su cuerpo y, sin dudarlo, fue directo hacia el guardián de la música para brindarle un fuerte golpe en el estómago.

Una vez que consiguió vencerlo, el resto del grupo también se liberó del hechizo. Lambaré y Angapovó se colocaron por detrás de Jaimei y Chapai, apretándoles sus cuellos y advirtiéndole a Eireka de que, si intentaba algo, sus hermanos serían los primeros en pagarlo.

Ya cuando Anahí estuvo dispuesta a sellar los poderes del joven guardián, Yerutí levantó sus brazos y exclamó:

  • ¡Esperen! ¡Dejemos de pelear, por favor! ¡Yo solo quiero salvar a mi hermano!

Eireka se levantó y quedó asombrado por las palabras de la joven daimon. Aún flotándose la zona golpeada, le preguntó:

  • ¿Qué le sucede a tu hermano?

Yerutí bajó los brazos y procedió a explicarle brevemente sobre Arandú y el veneno que recorría sus venas, por lo cual la llevó a confiar en las habilidades de un chamán que accedió a curarlo a cambio de que recolectara las siete llaves custodiadas por los guardianes. Y el motivo por el cual comenzaron a capturarlos fue que descubrieron que las mismas estaban en sus corazones y que no podían matarlos ya que, al hacerlo, el poder de las llaves expiraría.

Tras finalizar con su explicación, miró fijamente a Eireka y, luchando por contener sus lágrimas, le dijo:

  • Entiendo que te duele ver a tus hermanos humillados, pero necesito que lo entiendas. Dime, ¿Qué harías en mi lugar? ¿Cómo reaccionarías si la vida de tus hermanos, no, la vida de Chapai estuviese en juego?

Las piernas de Eireka comenzaron a temblar, por lo que no le quedó de otra más que apoyarse sobre su bastón para evitar caer al suelo. Su respiración se volvió entrecortada, como si estuviese recordando un fuerte trauma del pasado relacionado a sus seres queridos. Y habría comenzado a hiperventilar si no fuese porque Chapai le dijo:

  • Ven con nosotros, hermanito. Estoy bien, todos los estaremos. Hazlo por mí y, esta vez, seré yo quien te proteja.

El guardián de la música le dedicó una mirada a su hermano mayor. Luego se secó el sudor de su rostro y volvió a recuperar su estado habitual. Miró a Yerutí, luego al resto del grupo y dijo:

  • Está bien, me uniré a ustedes, pero con una condición: quiero que liberen a mis hermanos y les saquen las cuerdas inhibidoras de sus poderes.
  • ¡Me niego a ese trato! – bramó Lambaré - ¿Cómo sé que no es un engaño?

Anahí, sin hacer comentario alguno, se acercó a los dos guardianes y cortó las sogas de sus manos y cuellos. Chapai, al verse libre, se acercó a Eireka y al fin pudo darle ese hermoso abrazo que no le dio instantes antes.

Jaimei, por otro lado, se acercó a Lambaré y solo atinó a decirle “¡Bu!” para asustar al joven guerrero. Éste dio un salto y soltó su lanza de la sorpresa, mientras que Anahí solo atinaba a menear con su cabeza.

  • ¡Ya está! ¿Contento? ¡Así debieron ser con nosotros desde el principio! – le señaló el guardián del agua.

Angapovó se acercó a Yerutí, colocó una mano sobre su hombro y le dijo:

  • Has mejorado, niña. Realmente eres muy fuerte.
  • Todo fue gracias a ti, Angapovó – le dijo Yerutí, con una sonrisa – ahora siento que puedo ser una daimon de verdad. Espero poder aprender más de ti y de nuestra raza.

Anahí guardó los restos de cuerda entre sus cosas, mientras respiraba aliviada al ver que su misión se le iba facilitando cada vez más. Pero en el fondo, deseaba que nunca terminase su viaje ya que, cuando reclutasen al último guardián, tendría que enfrentarse a aquello que más temía: su padre. Pero debía hacerlo si quería detener sus malévolos planes.

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N/A: El personaje del guardián de la música está inspirado en Jasy Jatere, una criatura mitológica con aspecto de un niño rubio y que hipnotiza a los niños para llevarlos en lo más profundo de la selva. Se cree que se hace pasar por el pájaro Chochi, de ahí que cuando el ave canta la gente lo relaciona con Jasy.
Es de los personajes más populares de la mitología guaraní. Su nombre significa "fragmento de luna", de ahí viene el término del "hijo de la luna" en mi historia. La razón por la que hice que Eireka fuese muy apegado Chapai es por un guiño de la relación de Jasy Jatere con Teju Jagua en el mito, ya que éste le daba frutas y mieles cuando iba a visitarlo en su cueva.




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